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Peter Greenaway: "La mayor parte de la gente es visualmente analfabeta"

  • El cineasta británico estrena en España Eisenstein en Guanajuato
  • Sobre el despertar sexual y vital de Serguéi Eisenstein durante el rodaje de ¡Que viva México!
  • RTVE.es entrevista al director

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El cineasta británico Peter Greenaway.
El cineasta británico Peter Greenaway.

Huyendo del control de Stalin, Serguéi Eisenstein (1898-1948) tampoco encontró la libertad creadora que buscaba en Hollywood. Financiado por el escritor Upton Sinclair se embarcó en una película sobre la revolución mexicana que es probablemente una de las películas inacabadas más importantes de la historia del cine: ¡Que viva México!

El cineasta británico Peter Greenaway (El vientre del arquitecto; El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante) aborda la figura del mítico cineasta en Eisenstein en Guanajuato, sobre 10 días del rodaje mexicano en los que el director experimenta un despertar al amor, sexo y muerte. Greenaway despliega su habitual estilo experimental trufado de referencias artísticas en una película que ese estrena el 8 de enero en España.

PREGUNTA: En la película, Eisenstein se pregunta si los cineastas serán recordados en el futuro. Supongo que la existencia de tu película de algún modo responde que sí.

RESPUESTA: Bueno, no lo creo. Creo que el cine está muriendo, está en su camino de salida. La gente está interesada en los medios sociales. Vivo en Amsterdam y las nuevas generaciones no van al cine, ni casi ve la televisión. Así que toda la situación está cambiando muy rápido

Leí un artículo en Variety que indica que solo el 5% de la gente ve cine en el cine. Es un porcentaje muy pequeño. Mucha gente ve películas en smartphones, televisiones e incluso oficinas. Lo que se acaba es mucha gente reunida viendo lo mismo. No va a ocurrir más. Puedo intentar dar una interpretación intelectual: Hay millones de películas y lo hemos visto todas, ¿no? Cuando vas a ver una película, en 5 minutos sabes qué va a pasar, a qué genero pertenece, probablemente entiendes las implicaciones morales. Hemos visto tantas películas que se ha vuelto aburrido. Tenemos, con ayuda de las increíbles nuevas tecnologías y la revolución digital, que reinventar el medio.

P.: Y precisamente tu película trata sobre alguien que reinventó el medio.

R.: Sí, lo hizo. Trabajaba en el momento correcto, en los años 20. En el underground, Dalí y Buñuel estaban experimentando, pero el otro nivel estaba el cine comercial, con Al Johnson cantando, que introducía nuevas tecnologías como el sonido. Pero Chaplin y Eisenstein pensaban que el sonido era terrible porque la gente no vería más, solo leería y escucharía la banda sonora. Creo que la mayor parte de la gente es visualmente analfabeta. Somos muy sofisticados manejando lenguas, textos o cruzando barreras idiomáticas. Pero la mayoría de la gente no mira, no entiende realmente el vocabulario, la sintaxis, la gramática. La noción de mirar las imágenes es muy difícil para muchos.

P.: Entonces, a pesar de que el cine en salas muere, ¿a la sintaxis de las imágenes le queda mucho futuro?

R.: Estamos en la era de la pantalla, no en la era del cine. Mis padres, en los años 50, iban al cine tres veces por semana. Pero ahora hay mucha cosas que hacer y más baratas. Las películas están en casa y puedes verlas mañana o pasado mañana. Quizá en la cama el día de Navidad. Tengo cuatro hijos y cuando tenga nietos dirán: ¿Cine? ¿Qué es eso?

P.: Dirán que es una cosa que hacía el abuelo, porque sigues haciendo películas pese a darlas por muertas.

R: Soy muy consciente de la contradicción. Disfruto haciendo películas, pero no disfruto viéndolas porque son textos ilustrados. El cine no tendrá contenido si sigue yendo a la librería. El señor de los anillos y Harry Potter no son películas, son libros ilustrados.

P.: Comenzaste en la pintura. ¿Crees que el lenguaje pictórico ha llegado a su fin? ¿Puede pasarle lo mismo al cine?

R.: Eso es absoluta basura. Hay seis formas de arte: literatura, música, danza, pintura, escultura y arquitectura. Fueron creadas por los antiguos griegos hace mucho tiempo y son muy sencillas. Teatro: me pongo en esa esquina y te gritó. Es eso. Tomo un poco de grasa de un lado de mi nariz y lo extiendo en una superficie plana y eso es pintura. Muy sencillo, muy barato: todo el mundo puede hacerlo. Pero hacer películas es muy complicado, necesitas artefactos y mucha gente. Y precisamente porque es muy caro, desaparecerá. Tu teléfono era diferente hace seis meses y será completamente diferente dentro de otros seis. ¿Cómo puedes manejar algo que cambia tan rápidamente? Pero la pintura y al literatura, en los esencial, siempre será igual. Seguirán existiendo cuando lleves muerto 1.000 años; el cine ya no estará más.

P.: Volvamos a Eisenstein. La película se centra en 10 días de despertar al amor, el sexo y la muerte, a la edad de 33 años.

R.: Sí, San Agustín decía que es la mejor edad para ir al cielo. No eres joven y estúpido ya, y todavía no eres viejo y cínico. Estás en el medio. Lo dijo porque Jesús y Alejandro Magno, los dos personajes más recordados de la antigüedad, murieron a los 33.

P.: Y Eisenstein era un genio con la inocencia de un niño.

R.: Era como un personaje de The big bang theory: brillante, pero sin poder manejarse en el mundo de los mayores. Fue un gran artista que realizó películas increíbles y yo quería retratarle como humano. Era como un chaval petulante. En la película le vemos meando, llorando, aullando o con una crisis de nervios. Es algo muy físico y todos podemos identificarnos. Quería hacerlo vulnerable. Se consideraba a sí mismo un payaso, decía que su cabeza era muy grande, sus brazos muy cortos, sus pies muy grandes y su pene muy pequeño.

P.: También muestras las dificultades del rodaje de ¡Qué viva México!. Eisenstein, que no se encontraba cómodo en la Unión Soviética, busca libertad, pero Upton Sinclair (que ejercía de productor) fue incapaz de proporcionársela.

R.: Sí, pero la idea de la libertad es la idea más difícil de manejar. Cuando la tienes, significa que probablemente estés robando la libertad de otro. Necesitamos contrapesos. Y es muy difícil apreciar la libertad cuando la tienes. Quizá el único momento en que seas consciente de que tienes libertad es cuando la pierdes. Es lo más trágico.

En la película hay muchos diálogos de Eisenstein que parecen citas, pero a veces las dijo él y otras las he inventado yo para que las diga. Lo primero que dice es “soy culpable de mirar mucho” y todo el mundo en la película usa gafas, que terminan rotas o perdidas. La película está llena de citas cinematográficas. Hay un homenaje a mi película francesa favorita, El año pasado en Marienbad, de Alain Resnais; Eisenstein saltando en la cama es Jean Renoir en La regla del juego; cuando habla a su pene es una cita de Toro salvaje, de Scorsese; la idea de la borrachera viene de Jules y Jim, de Truffaut; las referencias al payaso vienen de Fellini; la pantalla partida de Abel Gance; y, por supuesto, la escena del equipaje en las escaleras es El acorazado Potemkin.

P.: Pero ¿te identificas de algún modo con Eisenstein, más allá del afán de experimentar que compartís?

R.: En la película Eisenstein dice “soy un intelectual diletante con saberes enciclopédicos”, pero creo que le refleja solo a él. El genio de Eisenstein estaba en su habilidad para le edición. Rodó metros y metros, pero nunca llegó a montar su película mexicana. Hemos hecho una película muy editada, muy autoconsciente de los diferentes tipos de estilos que maneja. Usamos texturas de celuloide clásico pero también la revolución digital que tanto me gusta. Prácticamente cada día aparece un dispositivo para editar o tocar los colores. Cosas alucinantes que cambian lo que podemos hacer con el cine.