La autopsia del niño hallado muerto en su casa en Girona descarta la muerte violenta
- Los padres del niño de siete años pasan este viernes a disposición judicial
- Tienen otros dos hijos, de 12 y 14 años, sobre cuya custodia decidirá el juez
- Podría haber muerto de enfermedad pero sin atención médica por voluntad paterna
La autopsia practicada al menor de siete años hallado muerto en su casa de Girona descarta que la muerte haya sido violenta, según los primeros datos de la autopsia que se han conocido el jueves.
Forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) han practicado la autopsia del pequeño y, a la espera de tener los resultados de los análisis de todas las muestras, todo apunta que el pequeño no tuvo una muerte violenta, según han dicho a Efe y Europa Press fuentes cercanas al caso.
Por el momento, y debido también al avanzado estado de descomposición del cuerpo, todavía se desconoce la causa exacta de la muerte.
Los padres del menor pasarán la mañana de este viernes a disposición judicial, tras haber sido detenidos el martes por la tarde como presuntos autores de un delito de homicidio imprudente. Los investigadores esperan que su declaración ante el juez aporte más luz sobre el caso, como cuándo murió exactamente el pequeño y cuál fue la causa de la muerte.
Una vez pasen a disposición judicial, el juez determinará si les ingresa en prisión o si por el contrario cree que no hay indicios que les relacionen con ningún hecho delictivo y les deje en libertad.
El juez también deberá determinar qué hacer con los otros dos hijos de 12 y 14 años de la pareja, es decir, si continúan bajo la tutela de la Generalitat o si sus padres vuelven a tener su guardia y custodia.
Pudo haber muerto por una enfermedad
El cadáver apareció el martes después de que la propietaria del piso en el que vivía la familia acudiera a cobrar el alquiler y alertara a la policía catalana al notar un comportamiento extraño del padre.
La investigación de Mossos apunta a que la familia comía y dormía en la misma habitación en la que estaba el cadáver y, según otras fuentes, el padre hacía creer al resto de la familia que el menor no estaba muerto.
Las primeras hipótesis apuntan a que el niño pudo haber muerto por una enfermedad sin que los padres lo llevasen al médico puesto que no creen en la medicina convencional. El comportamiento posterior de los padres se podría deber a una alteración mental, por la que pudieran pensar que el niño no había muerto o que no quisieran aceptar este hecho.
Por otra parte, se ha sabido que los Mossos d'Esquadra ya habían acudido el día de Nochevieja al dúplex del número 3 de la calle Joan Roca Pinet, del barrio de Sant Pau, donde residía la familia del menor, de nacionalidad estadounidense.
La visita de la policía obedecía a que algún conocido de la familia se puso en contacto con el consulado americano para comunicar su preocupación porque desde hacía varias semanas no sabían nada de ellos.
Al parecer, los mossos consiguieron hablar con el padre, quien les dijo que todo estaba correcto, y la policía le instó a llamar al consulado para tranquilizar a la persona que había llamado preocupada, pero no pudieron detectar que en el interior de la casa ocurriera nada anormal.