Intérpretes raciales versus estrellas internacionales
- Penélope Cruz, Juliette Binoche, Natalia de Molina e Inma Cuesta, candidatas
Una de las cosas más llamativas de éste año es la presencia de dos figuras internacionalmente reconocidas entre las nominadas al Goya a mejor actriz protagonista.
Imagino que a las nominadas más jovenes les dará vértigo batirse el cobre con una diosa de la interpretación como Juliette Binoche. Y si no es así, mal vamos... Sí, también es resultón tener como competidora a Penélope Cruz, que es una estrella internacional conocida en cada rincón del planeta. Pero la Binoche tiene la autoridad de quien ha puesto su innato talento al servicio de la obra de algunos de los cineastas contemporáneos más relevantes.
A sus espaldas una decena de interpretaciones excelentes en películas emblemáticas de lo mejor del cine europeo (y alguna memorable incursión americana) Binoche es ya un icono de la historia del cine francés, o lo que es lo mismo, de lo mejor del cine mundial. Cruz tiene el respaldo de Hollywood, el mimo y la admiración de la Industria española, pero su trabajo juega en una liga de menor calibre artístico.
En cualquier caso ni la Cruz ni las otras dos nominadas españolas deberían preocuparse en exceso porque parece poco probable que la Academia conceda premio a la actriz gala. Sería un esnobismo injustificable teniendo a mano como tienen al menos dos grandes interpretaciones femeninas patrias. Binoche es por tanto el Darín de las nominadas a mejor actriz. Está bien, muy bien, a su nivel, pero no es la interpretación de su vida ni nada excepcional en una carrera regada de excelencia.
A las órdenes de Isabel Coixet, interpretaba a una rígida exploradora (muy frenchy ella) viajante por gélidos paisajes nevados y metomentodo en busca de un marido crepuscular. Puede que deje fríos a los Academicos, que probablemente tampoco encuentren motivos sobrados para respaldar una película firmada por la que es nuestra directora más internacional. Todo pinta a que urge (por algún motivo oculto) acelerar los neutrones de la carrera de alguien joven.
Las nominadas a mejor actriz
Las otras tres nominadas resultan más emocionales y cercanas a la sensibilidad española:
1.- Inma Cuesta como heroína lorquiana en La novia, la pinturera adaptación de Bodas de sangre dirigida por Paula Ortiz.
2.- Natalia de Molina, considerada por la redacción de Días de Cine como la mejor actriz española del año, está tocada por los dioses en su interpretación de la joven madre soltera de Techo y comida. Molina parece haber nacido para un papel en el que muestra fragilidad y entereza a partes iguales con una sutileza tan rica en matices que pone la piel de gallina. El cine español necesitaba un rostro en la ficción que ilustrara con justicia el drama de las familias en situación de exclusión social y ese alguien ha resultado ser ésta brillante actriz andaluza que tiene un importante futuro por delante.
3.- Penélope Cruz y su delicado retrato de una mujer enferma de cáncer también podría tener opciones. Ma ma, del otrora gurú de la modernidad española, Julio Médem, fue calificada por gran parte de la crítica como un despropósito absoluto. Sin embargo para la actriz supone un paso más en la conquista del respeto que ya hace unos años le profesa industria, público y prensa especializada.
Y es que, como vemos, el trabajo de los actores puede estar compenetrado con la propuesta estética del director, a su altura (sea esto o no una virtud, cosa que depende de la calidad del filme) y dotado de sus “colores”… o no.
Por eso, mientras Inma Cuesta es permeable a la propuesta escénica de Paula Ortiz y entrega sin remisas su indudable belleza racial al universo lorquiano visto desde el prisma de la directora aragonesa, tanto Cruz como Molina se desmarcan del trabajo de sus respectivos directores convirtiéndose en lo mejor de las cintas que protagonizan, es decir, sobresaliendo.
Sin quitar mérito al trabajo de Juan Miguel del Castillo en el guión y la dirección de Techo y comida, resulta obvio que sin Natalia de Molina no habría película o al menos no habría alcanzado esa dimensión inesperada para un filme de bajo presupuesto como el suyo, demasiado próximo a la tradición estética del cine social español como para llamar la atención por sí mismo.
Pero con cada edición, los premios Goya parecen más conscientes de la importancia de su misión promocional. Cada edición adquieren un tono más adusto y profesional y por lo tanto también se ven más a la claras intencionadas costuras y estrategias "de mercado".
El espaldarazo de La novia
Tanta nominación a La novia revela esa voluntad "fuenteovejuna" de hacer fenómeno de una cinta que, sin embargo, para la dirección del Festival de San Sebastián no mereció un lugar en la Sección Oficial (vaya usted a saber los entresijos, pero así fue). Desde luego que esto no la invalida pero al menos sí resulta llamativa esa confrontación de apuestas entre los dos eventos cinematográficos más importantes del país: Uno lo relegó a condición de anécdota o curiosidad al presentarla en una sección paralela, otro quiere hacer de ella la película del año concediéndoles doce nominaciones.
La lógica académica invita a pensar que Cuesta puede verse beneficiada del empujón que se intuye orquestado para La novia siendo además una actriz de reconocido talento que ha estado nominada en dos ocasiones con dos trabajos completamente distintos pero excelentes ambos, sin lograr nunca uno de esos famosos cabezones goyescos: Se les escapó con ocasión de la comedia 3 bodas de más y también en el drama histórico La voz dormida. Puede decirse sin exagerar que de alguna forma se lo deben.
Sin embargo, Penélope Cruz tiene en su haber varios Goyas y nada menos que un Oscar, un Bafta y un David de Donatello, y Natalia de Molina, fue distinguida como mejor actriz revelación (vaya si lo era) en 2014 por Vivir es fácil con los ojos cerrados pero claramente son las opciones más premiables por su altura interpretativa.
Por lo tanto, los académicos tienen mucho por lo que debatirse y mucho que considerar a la hora de entregar un premio de tanta relevancia este año. Pero sea como fuere, valorando más unos trabajos interpretativos u otros, es de ley mencionar que el nivel está alto sin excepciones. No hay nominada sin sustancia.
Actrices de reparto
En el caso de las actrices de reparto, todas las nominadas son buenas actrices con reconocida trayectoria, todas ejecutan bien sus respectivos trabajos y todas cumplen roles menores en las películas por las que son nominadas. Por lo tanto, podría llevárselo cualquiera de ellas y da la sensación de que dependerá de a qué película se quiera fortalecer.
El papel de Elvira Mínguez no experimenta una gran evolución pero sí juega un rol relevante en la trama de El desconocido como policía especialista en situaciones de crisis, estrés y explosivos. Está entrañable haciendo de 'Eastwood femenina' a la que le producen sarpullidos los excesos emocionales.
Más complejas, rebuscadas o contradictorias son Nora Navas y Marián Álvarez en Felices 140. Ambas hacen un trabajo solvente, lo que no es nada extraordinario hablando de actrices extraordinarias. El problema estriba en que su participación se diluye en una película “Cluedo” tan coral como ésta, con asesinatos, dinero e intereses imprevistos de por medio.
Nos queda Luisa Gavasa, ganadora en los recientes premios Feroz. Un trabajo el suyo en sintonía con la propuesta lorquiana de La novia. Es la madre del novio en la película. Con las mismas mimbres, podría ser Doña Bernarda de Alba, pero quizás ella es de lo más ajustado a la tradición lorquiana y virtuosamente teatral (dicho sea como cumplido) en ésta película.