Las películas que inspiraron los Goya
- Los directores nominados a mejor película desvelan sus influencias
Toda obra tiene sus fuentes y las cinco nominadas al Goya a mejor película no son una excepción. Paula Ortiz, Cesc Gay, Fernando Léon de Aranoa, Isabel Coixet y Daniel Guzmán señalan las películas que, consciente o inconscientemente, les han servido de inspiración o referencia.
La novia: Adaptaciones de la literatura inglesa del XIX
Las adaptaciones de clásicos de la literatura española no abundan en el cine. Así que no es extraño que para su preciosista adaptación lorquiana, Paula Ortiz apuntará como referentes a los anglosajones, más acostumbrado a revistar sus glorias.
“Conscientemente, con el director de fotografía, revisamos Jane Eyre (2011), de Cary Fukunaga. Tiene un toque entre lo irreal y real del ciertos autores del romanticismo inglés: Roza con códigos del terror sin serlo”.
“Y, sobre todo, Cumbres borrascosas (2012), de Andrea Arnold. Es apabullante. Un clásico romántico con ese tinte trágico más dramático, traducido a un lenguaje más intenso estéticamente, muy atmosférica”.
Como en su ópera prima, De tu ventana a la mía, la todopoderosa influencia de Terrence Malick y la fotografía crepuscular de Días del cielo (1978) están presentes en el traslado de la comitiva nupcial al banquete. “Esta vez no lo he revisado directamente, pero no lo puedo evitar: me sale sin querer: ¡Quiero ser Malick!”.
Truman: Películas guía
Cesc Gay enumera por escrito sus referentes. “Las películas que, de alguna manera, me inspiraron-guiaron mientras escribía Truman: El Hombre Tranquilo, de John Ford; La habitación del hijo, de Nanni Moretti; Los descendientes, de Alexander Payne; Dallas Buyers Club, de Jean Marc Vallée; y Brokeback Mountain, de Ang Lee”.
Aunque a primera vista parezca una lista heterogénea, son historias o bien de duelos, o de reencuentros, o de despedidas. Todas relacionadas en el fondo con Truman. ¿Hay algo más? Sí: “Algunas canciones de Leonard Cohen”, añade.
Un día perfecto: Humor en tiempos de guerra
Bosnia, guerra y humor tiene un claro antecedente: En tierra de nadie, la película de Danis Tanovic que obtuvo el Oscar a mejor película de habla no inglesa en 2002. "Demuestra que se puede hacer humos en cualquier momento. Se hizo ya bastantes años y tenía ese elemento del humor, un humor bastante absurdo. El humor es una herramienta de conocimiento fabulosa y también de catarsis".
"La gran guerra, de Mario Monicelli, es otra referencia por su contenido humorístico”, comenta sobre la cinta de 1959 en la que el pícaro Alberto Sordi y el idealista Vittorio Gassman se unen en su carencia de ardor guerrero durante la Primera Guerra Mundial.
Nadie quiere la noche: Obras maestras
El argumento de Nadie quiere la noche, con sus resonancias sublimes del ser humano empequeñecido ante la naturaleza, apunta a referentes obvios que son obras maestras de la historia del cine.
“Junto a mi director de fotografía y mi aliado, Jean-Claude Larrieu, siempre veíamos El viento (1928), de Victor Sjöström, y Dersu Uzala (1975), de Akira Kurosawa”, dice Coixet.
Y también Nanuk, el esquimal, el clásico documental de Robert Flaherty de 1922. "Me hace gracia cuando me recuerdan que lo hemos rodado en plató. En Nanuk, el esquimal, que es el documental por excelencia, todo está falseado y montado para que Flaherty lo rodara”, recuerda Coixet. “Precisamente lo que me interesa es la magia de reconstruir para que parezca real. Es lo que me hizo de niña querer ser directora de cine”.
A cambio de nada: La tradición naturalista
Daniel Guzmán sostiene que A cambio de nada bebe de su amor por toda corriente realista de la historia de cine. “Me ha influenciado y tengo cierta conexión con la Nouvelle vague, el neorrealismo italiano, el cine Dogma 95, y el cine del iraní Asghar Farhadi y el del japonés Hirokazu Koreeda. En el fondo está todo unido, es mi manera de cómo entender el cine como espectador y cineasta”.
Afinando más, sostiene que está más cerca del Godard de Al final de la escapada que del Truffaut de Los 400 golpes, aparentemente más cerca de la temática de su película. Y rescata al olvidado rey del cine independiente estadounidense de los 90, Hal Hartley. “Creo que su cine va a perdurar y la época que vivió es imborrable”.
Por último, Harold y Maude (1971), el clásico de culto de Hal Asbhy, centrado en la relación de una anciana con una adolescente. ¿Suena? "Es una película que me gusta mucho".