'Realistas de Madrid': Antonio López y compañía, en el Museo Thyssen
- La muestra reúne al grupo de amigos y familares entregados al hiperrealismo
- Del 9 de febrero al 22 de junio en la pinacoteca madrileña
Andrés Trapiello los definió como “los silenciosos”: el grupo de amigos y familiares que, a partir de los años 50, se entregó al realismo pictórico. Antonio López es su figura universal, pero su obra está lejos de eclipsar a la de resto de sus miembros. El Museo Thyssen de Madrid los reúne bajo el nombre de ‘Realistas de Madrid’ (del 09 de febrero al 22 de mayo).
Con algún nombre hay que describir a quienes no se consideran movimiento ni grupo. “Si algo les caracteriza es una poética del silencio, de la ausencia”, define Guillermo Solana, director del Museo Thyssen y comisario de la muestra junto a María López, hija de los pintores Antonio López y María Moreno. Además de ellos, la muestra expone a Esperanza Parada, su marido Julio López Hernández, el hermano de este Francisco López Hernández y su mujer Isabel Quintanilla, y Amalia Avia. Lo dicho: más que un grupo un entorno familiar y de amistad obsesionado con la pintura y la realidad.
Un día antes de la presentación a prensa de la exposición, María López revisa con detalle su preparación. La guinda es el nuevo cuadro de Antonio López, todavía sin exponer. Pero aún no ha llegado. “Siempre nos tiene en vilo hasta el último momento”, dice con cariño Guillermo Solana al recordar la gran muestra que la pinacoteca le dedicó a Antonio López en 2011. “Cuando estaba todo listo, de pronto faltaban tres cuadros que se habían llevado para retocarlos. Se resisten a dejarlos marchar del estudio”. Sea como sea, a Ventana de noche (2013-2015) se le espera en el último minuto.
Organizada temáticamente, 'Realistas de Madrid' parte de los bodegones para recorrer los cuadros de interiores, los patios de las casas, las esculturas y los paisajes urbanos de Madrid. “Cuando fotografías algo es una cosa instantánea, del momento. Pero para elegir un pedazo de la realidad y tomar la decisión de hacerlo tiene que haber unos motivos mayores, de mucho peso”, dice María López. “Hay mucho sentimiento, mucha poesía y necesidad de expresarse”.
Reivindicación de lo figurativo
Aunque el realismo de los años 50 y 60 navegaba a contracorriente de los movimientos abstractos y conceptuales dominantes de su época, es innegable que participan del espíritu de su tiempo.
“Los museos de arte moderno no están interesado en el realismo pictórico y los detractores de lo moderno utilizan al realismo como banderín de enganche. Pero nunca fueron antimodernos”, sostiene Solana. “Si te fijas el neorrealismo de la posguerra en el cine o fotografía, o en un libro de los que el grupo hablaba mucho: El Jarama, de Sánchez Ferlosio, es puro realismo documental que en el año 1955 era lo más moderno que había”.
“No hay que olvidar de los años 60, España en un boom en todas las direcciones”, apunta María López. “Ellos estaban abriendo brecha en el propio realismo, no fue una reacción contra nada. Era algo en lo que creían”.
La presencia femenina
En los impresionantes cuadros de interiores late una tensión entre la confortabilidad de lo doméstico y el desasosiego de la soledad. “En los cuadros de Isabel Quintanilla notas la presencia humana. La reina Sofía le dijo en una ocasión que notaba casi el olor del cuarto de la plancha que recordaba desde niña”, dice Solana. “Es importante el mundo del hogar, de las tareas domésticas. Cuando empezaban un bodegón, la faena en cuestión se detenía: ya no podía utilizar ese frigorífico, la mesa quedaba puesta…”
De una forma natural, en el grupo de estos ‘Realistas de Madrid’ la presencia de mujeres era superior a la media de la época. “Los abstractos eran muy progres, pero no entraba una mujer ni a tiros”, dice Solana recordando el patrón de artista-macho tipo Jackson Pollock. “Antonio López dice que hay muchas mujeres precisamente porque pintaban un mundo que tradicionalmente se ha confinado a las mujeres”.
Una muestra para resituar al grupo de arte figurativo cuyo legado crece con el tiempo y continúa vivo. Tanto, que los cuadros llegan con el barniz todavía fresco.