Así sobrevive el tiburón más holgazán del océano
- El tiburón nodriza apenas gasta energía en cazar y nadar, como sus congéneres
- El estudio de sus índices metabólicos muestra que es mucho más eficiente
- Mientras descansan en el fondo marino, son capaces de respirar sin desplazarse
No es rápido, no tiene dientes terroríficos, no acecha y no ataca a los bañistas que surfean en la superficie del mar. Su ritmo es caribeño en el sentido más estereotipado del término. Hablamos del tiburón nodriza (Ginglymostoma cirratum), la antítesis del tiburón antropófago de Spielberg, un escualo peculiar que, más que nadar, deambula con apariencia perezosa por el fondo del mar en su hábitat, las aguas cálidas tropicales o subtropicales del Caribe, en busca de langostas, caracolas, peces durmientes y otros moluscos y crustáceos desprevenidos.
Para comprobar cuanta energía gastan para sobrevivir, científicos del Mote Marine Laboratory en EE.UU. y de la Universidad Murdoch en Australia han medido por primera vez sus índices metabólicos -el uso de la energía a lo largo del tiempo-. Los resultados, publicados en Journal of Experimental Marine Biology and Ecology, revelan que estos tiburones tienen las tasas metabólicas más bajas observadas hasta la fecha en un tiburón.
"Son capaces de permanecerse en el fondo marino y consumir menos energía que cualquier otra especies de tiburón estudiadas hasta ahora”, declara a la agencia Sinc Nick Whitney, autor principal del trabajo y biólogo del Programa de Ecología del Comportamiento y Fisiología del laboratorio estadounidense.
Los tiburones nodriza pueden respirar sin necesidad de nadar al bombear el agua a través de sus branquias mientras descansan en el fondo marino, una habilidad relativamente infrecuente en tiburones. Es esta destreza la que les permite ‘holgazanear’ en lugar de estar constantemente nadando.
Grandes ahorradores de oxígeno
Entre septiembre de 2014 y mayo de 2015, los científicos monitorizaron a un grupo de ocho tiburones nodriza y midieron su gasto energético en laboratorio. Para ello, los introdujeron en un tanque especial con aguas a 23 y 30ºC de temperatura, con una cubierta de plástico sellada para evitar que el oxígeno entre el aire y el agua se intercambiase.
Esto les permitió medir la cantidad de oxígeno en el agua mientras los escualos descansaban o nadaban distancias concretas, y así "comprobar la rapidez con la que lo usan", añade el investigador, quien asegura que cuanto más oxígeno consume el animal, más energía está gastando.
"La principal ventaja de esta estrategia es que el tiburón nodriza es tan buen ahorrador de energía que no necesita cazar tan a menudo ni comer tanto como hacen otras especies de tiburones", señala Whitney, quien confirma que estos animales centran más su energía en el crecimiento y la reproducción.
Sin prisa, pero sin pausa
De hecho, esta estrategia de baja energía es parte de su éxito. "Comparado con otros tiburones, los nodriza crecen considerablemente rápido cuando son jóvenes, y al final tienen un relativo gran número de crías. Esto demuestra la eficiencia de la especie", aclara el biólogo.
Prueba de ello es que la tasa metabólica media de estos tiburones mientras nadaban resulta ser solo el 18% de la tasa del tiburón mako al realizar movimientos de alto rendimiento. Además, el tiburón nodriza también supera a otros peces de lento avance como el galludo o mielga (Squalus acanthias): sus índices metabólicos suponen la mitad de los de esta otra especie de tiburón en movimiento.
Según el estudio, estos sedentarios tiburones muy comunes en aguas de Florida y del Caribe consumen mucha más energía para nadar que para descansar, contrariamente a la mayoría de los otros tiburones. Sin embargo, consumen mucha menos energía de manera general que el resto de especies de escualos.
"Los tiburones nodriza no se mueven mucho, pero cuando lo hacen, esto les supone mucho esfuerzo", recalca Whitney. "Con este metabolismo bajo, seguramente no necesitan consumir muchas calorías para mantenerse. Por eso, su impacto en el ecosistema podría ser menor que el esperado por parte de otros grandes predadores, como el tiburón mako por ejemplo", concluye el investigador, para quien es imprescindible entender el metabolismo de los tiburones para lograr conservar los ecosistemas marinos.