Los objetos con los que Joan Miró retó a la pintura
- Una exposicion en CaixaForum recorre la relación de Miró con los objetos
- Los coleccionó y elaboró con ellos collages, esculturas y cerámicas
“Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna, luego me siento atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque estético, pasando antes por ese flechazo plástico, físico, que hace que la poesía te conmueva realmente y sin el cual no sería eficaz” (Joan Miró, 1936)
Miró se enamoró de los objetos. Literalmente. Objetos que pueblan la vida cotidiana: silbatos, figurillas, trozos de tela, una calabaza, juguetes…
Los coleccionaba y acumulaba como inspiración. Componían un museo imaginario, a semejanza de los gabinetes de maravillas de surrealistas y dadaístas, con los que compartía su vocación por la sorpresa. Pero el objeto definitivamente se transmuta en arte y desafía a la pintura con la que quiso romper en sus parámetros clásicos.
Miró los incorpora a sus cuadros con afán transformador. Los ensambla en collages, en cerámicas o en esculturas de hierro y bronce con formas imposibles, en las que si el visitante observa con detalle pueden distinguirse un balón deshinchado, un cartón de huevera, una silla…es el objeto dentro del objeto.
La fascinación del artista por estos elementos y la influencia definitiva en su carrera es la que recoge la muestra “Miró y el objeto” (del 10 de febrero al 22 de mayo de 2016), que tras su paso por Barcelona, desembarca en CaixaForum Madrid organizada por la Fundación Miró y la obra social de La Caixa. Coincidiendo con la cita, CaixaForum acogerá un simposio internacional sobre el artista y la escultura del siglo xx.
Las 109 obras expuestas impactan visualmente. El recorrido cronológico (desde 1920 a 1974) exhibe fondos de importantes instituciones americanas y europeas. Sitúa ante los ojos del público creaciones nunca antes mostradas en España como Los juguetes (1924) del Moderna Museet de Estocolmo, o exhibidas hace casi 40 años como la Lámpara de carburo (1923) y La espiga de trigo (1922), dos naturalezas muertas procedentes del MOMA neoyorquino.
En una primera etapa correspondiente a los años 20, los objetos domésticos tomaron un papel central en las naturalezas muertas de Miró. No obstante, el arte figurativo ya no responde a la verdad para el creador. Ejemplo de ello serán las llamadas “antipinturas”: anuladas en su esencia con tachaduras encima del lienzo.
De este impulso nace la célebre declaración de intenciones en la que Miró manifiesta su deseo de “asesinar a la pintura” e ir un paso más allá. Después vendrán los collages como elementos de cambio.
Las "antipinturas"
Las composiciones irán progresivamente incorporando “materiales antiartísticos”: madera, fragmentos de metal, cemento…, en una eclosión que evolucionará hasta la gran retrospectiva del Grand Palais de París de 1974. La escultura se abandona como “volumen” y toma como base piezas-objetos nuevos en un ensamblaje de bronce.
Muchos de los objetos usados como molde quedaron abandonados en las fundiciones de Miró. En una minuciosa labor la Fundación Miró los ha rastreado y recuperado para cotejarlos con las obras finales. Varios de estos positivos-negativos se pueden comparar en la muestra de CaixaForum.
Una veintena de creaciones de la gran retrospectiva parisina se pueden disfrutar en la exposición madrileña. Este evento supuso en sí mismo una nueva vuelta de tuerca. Joan Miró porfío para que no se estructurara como una muestra convencional. Aportó un gran grueso de obras inéditas para demostrar a sus 81 años que era un artista vital y rompedor.
En la etapa que corresponde a principios de los 70, el cuestionamiento de Miró hacia la pintura convencional alcanza su cima. Su investigación constante desemboca en unas nuevas “antipinturas” en las que el genio acuchilla, quema o martillea los lienzos invitando al espectador a mirar a través de la superficie.
“Había una constante sensación de transición no solo buscando lo negativo si no también buscando la poesía en el lado positivo. Quería no repetirse y usar diferentes materiales. Nuevas maneras de presentar un vistazo poético”, explica en una entrevista a RTVE.es, William Jeffett, comisario y responsable de exposiciones del Dalí Museum de Saint Petersburg (Florida, Estados Unidos).
Es el resumen de la pasión de Miró por los objetos con los que retó a la pintura y creó su universo irrepetible.