García-Alix explora los límites de su universo fotográfico en 'Un horizonte falso'
- La muestra aterriza en Tabacalera con algunas de sus mejores imágenes
- Nos sumerge en una realidad distorsionada con potentes metáforas visuales
Imágenes de paisajes urbanos desolados, naturalezas abstractas, retratos y autorretratos pueblan el particular universo deconstruido a través de la fotografía de Alberto García-Alix.
Una selección de 80 fotografías de su trabajo más reciente conforman "Un horizonte falso", un proyecto mostrado en la Maison Européene de la Photographie de París que ahora aterriza en La Principal de Tabacalera de Madrid (Del 11 de febrero al 10 de abril de 2016), y ha sido presentado este miércoles.
Las imágenes de García-Alix establecen un diálogo con el pasado y trazan puentes temporales con una obra de video de nueva producción, que es el eje sobre el que gira el proyecto.
García-Alix ha explicado a Europa Press que la exposición nace del título de la misma muestra y que en ella se encadena y construye "una narrativa sobre ese horizonte falso" en el que ha estado inmerso durante dos años.
El artista ha señalado que "no es la exposición más autobiográfica" y que "la muerte no está muy presente, aunque sí la ausencia" en la fotografía en general. García-Alix, que realizó su primera foto en una carrera de motos cuando tenía 19 años, ha indicado que "siempre" le han atraído los perros, los cuervos o las sombras y que considera la fotografía como "un camino de búsqueda".
"Cuando miramos por una cámara nos preguntamos si nos gusta o no nos gusta, y la intensidad de esa búsqueda es un trance positivo que me mantiene despierto, vivo, curioso, en un estado de deslumbramiento, en contacto con el exterior", ha declarado.
Narración en primera persona
"Un horizonte falso" se construye alrededor de un relato fotográfico a través del cual el autor nos muestra los límites de su universo fotográfico, tanto en su forma como en su fondo. La fotografía es ese “horizonte falso” en el que García-Alix nos zambulle, distorsionando la realidad a través de abstracciones, deformaciones, metáforas visuales o potenciándola con emociones vitalistas, mórbidas, con presencias y ausencias, según recoge la nota de prensa de la presentación.
A través de los diferentes impactos de cada imagen o secuencia y, más allá, en la pieza en vídeo, leitmotiv de toda la muestra, García-Alix nos sumerge en una narración en primera persona.
Su voz nos conduce a través de microrrelatos que nos trasladan a “San Carlos”, una ciudad de luces y sombras; el “jardín perdido” y sus alegorías orgánicas; los “olvidados y mártires”, retrato de una generación de supervivientes y caídos; o a “Rocinante”, la motocicleta vista como una montura abstracta de velocidad y desequilibrio.
García-Alix nos acerca a su horizonte, que es el de la propia fotografía. La transformación del referente en una nueva realidad creada a través de planos aberrantes, juegos de escala, sombras corpóreas, velos y desvelos. Pasado y destino conviven en un presente incierto, angustioso, onírico, creado a través de un monólogo al que asistimos como voyeurs silenciosos.
Este proyecto nos acerca al presente de García-Alix, intenso, oscuro y a la vez iluminado. A través de su mirada, la fotografía se tensa en el límite entre realidad y ficción: “un horizonte falso”.