'Cazadas' por fin las ondas gravitacionales que predijo Einstein
- Científicos del LIGO anuncian la detección de estas esquivas vibraciones
- Se trata de un hito científico que abre una nueva era astronómica
- Permitirá introducirse en las zonas oscuras del Universo
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Las ondas gravitacionales, cuya existencia se desprende de la Teoría General de la Relatividad de Albert Einstein formulada hace un siglo, han sido por fin detectadas. Lo ha logrado el equipo de científicos del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO), y su descubrimiento le reportará casi con total seguridad el Premio Nobel de Física. Las ondas fueron detectadas a las 09.51 GMT del pasado 14 de septiembre por los dos detectores de LIGO.
Nadie dudaba de la existencia de estas ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo, pero hasta ahora solo se disponía de indicios indirectos. El hito científico de su hallazgo abre una nueva era astronómica. "Los grandes beneficiados de tener un 'detector de ondas gravitatorias' somos los astrónomos", explica Miquel Serra-Ricart, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), "podremos ver el Universo no solo a través de la radiación electromagnética -la luz-, sino de la radiación gravitacional".
Los astrónomos solo disponían de la luz, en sus diferentes frecuencias y longitudes de onda, para conocer el Cosmos. Ampliar las posibilidades más allá de la radiación electromagnética permitirá introducirse en las zonas oscuras del Universo, hasta ahora vedadas a la ratificación de la ciencia. "Será posible adentrarnos en lugares opacos a la luz como un sistema de agujeros negros o una estrellas de neutrones, conociendo muy bien sus propiedades relacionadas con la masa. Además de los telescopios ópticos y radiotelescopios, en un futuro deberemos hablar de los 'gravitelescopios', ojos que detectarán imágenes a través de la 'luz de la gravedad'", prosigue Serra-Ricart.
“En un futuro hablaremos de los 'gravitelescopios', ojos que detectarán imágenes a través de la 'luz de la gravedad'. “
Las ondas gravitacionales son, básicamente, vibraciones que se propagan a lo largo del espacio-tiempo (el tejido que conforma el Universo) a la velocidad de la luz. De forma sencilla, podríamos compararlas con las ondas electromagnéticas -la luz-. Cuando una partícula cargada eléctricamente se acelera -por ejemplo, un electrón- se produce luz -ondas electromagnéticas-. Cuando se acelera una masa también se produce una radiación: las ondas gravitacionales.
Estas vibraciones, pues, se originan por el movimiento acelerado de los cuerpos en el espacio-tiempo. Las causadas por sucesos cósmicos de enorme violencia, como explosiones estelares o choques de agujeros negros, son las únicas susceptibles de ser captadas por los astrónomos.
Ondas muy difíciles de detectar
Estos fortísimos acontecimientos son inusuales, y además suelen producirse a millones de años luz del Sistema Solar, lo que dificulta la captura de las vibraciones. Cuando llegan al entorno de la Tierra, son extremadamente débiles. "El problema es que su detección desde la Tierra es muy complicado pues, debido a nuestra lejanía, los movimientos inducidos a partículas en reposo son muy pequeños (del tamaño del átomo). Esa es la principal razón por la que la detección directa de ondas gravitacionales es tan complicada", comenta Miquel Serra-Ricart.
“El gran salto está aún por llegar, y se producirá cuando se descubran las ondas gravitacionales primordiales. “
Pero la detección directa de ondas gravitacionales es muy importante también por otros motivos. Por ejemplo, aporta una prueba experimental más de la Teoría de la Relatividad descrita por Einstein, y "eso supone la confirmación casi definitiva de que la mejor forma de entender y modelar nuestro Cosmos es usando la Relatividad", asegura Serra-Ricart.
Aunque la importancia de este descubrimiento es trascendental, el gran salto está aún por llegar, y debería producirse cuando se descubran las ondas gravitacionales primordiales, que causó el Big Bang. "Detectar estas ondulaciones sí supondría un hito para la humanidad, pues podríamos tener más información de los primeros instantes de nuestro Universo", opina el astrofísico.
Proyectos LIGO y VIRGO
LIGO son las siglas de un experimento internacional que desde 2004 busca detectar las ondas gravitacionales. Se compone de dos detectores idénticos y supersensibles, construidos en Estados Unidos -en Livingston (Louisiana) y Hanford (Washington)-, para detectar los pequeños movimientos del espacio-tiempo provocados por las ondas gravitacionales que llegan a la Tierra.
Cada detector de LIGO lanza haces de luz láser de 4 kilómetros de largo, que están dispuestos en forma de 'L'. Si una onda gravitacional pasa a través del sistema detector, la distancia recorrida por el rayo láser varía en una cantidad minúscula, miles de veces más pequeño que el diámetro de un núcleo atómico. Aún así, el LIGO es capaz de recoger esta diferencia.
Además, Francia, Italia, Holanda, Polonia y Hungría forman el proyecto VIRGO, equivalente europeo a LIGO, cuya misión también es buscar las ondas gravitacionales y que colabora activamente con el experimento desarrollado en Estados Unidos.
Proyecto LISA
Finalmente, la Agencia Espacial Europea (ESA) está embarcada en la ambiciosa misión LISA, cuyo objetivo es convertirse en el primer laboratorio gravitacional espacial, detectando y midiendo las ondas gravitacionales desde el propio espacio, lo que le aportará una mayor precisión.
"Este proyecto es la continuación natural de LIGO, pues se intentarán detectar ondas gravitacionales desde el espacio. Igual que sucedió ya hace unos años con el telescopio Hubble, el espacio nos ofrece un lugar de observación aislado de perturbaciones tanto electromagnéticas como gravitacionales. LISA detectará ondas gravitacionales más débiles que LIGO y, por tanto, podremos llegar a más cantidad de objetos", concluye Miquel Serra-Ricart.