Los diseñadores recurren al pasado para vestir el futuro
- Schlesser: "El minimalismo es la sensatez". Montesinos homenajea a los grandes
- Oliva y Duyos apuestan por una realzar la feminidad con texturas y emociones
- Laguna vuelve a los años 50 y Ágatha Ruiz de la Prada viaja a los 70
- David Delfín grita con orgullo futbolero: "Me siento un héroe"
- Jorge Vázquez y Felipe Varela, novedades de la pasarela
La colección de Ángel Schlesser es un lujo para los sentidos. Especialmente para la vista. Mientras la mayoría de los diseñadores del planeta se esfuerzan por seguir el efecto Gucci (presentar como novedoso un revival setentero), el cántabro se rige por la máxima que mejor funciona en la moda: menos es más.
"El minimal es un ejercicio de despojamiento tan difícil y tan duro que no lo he conseguido nunca. El mininal es la sensatez", sentencia. Su colección no es minimalista pero hace guiños a los noventa con vestidos ligeros en satén y diseños de noche en negro de una sencillez brutal.
Tonos camel y marino tiñen prendas de corte masculino, mezcladas con otras que desbordan femininad. Un equilibrio perfecto que resulta atractivo, un ejercicio de sensualidad contenida y elegancia contemporánea.
Los pantalones se ensanchan y Schlesser reinterpretra los códigos de los uniformes, alejándose del estilo militar, y con la ayuda del gris recrea una estética funcional y urbana. Los cuadros y un estampado salvaje sobre un jacquard rompen con los tonos tranquilos, como los crudos con los que viste prendas cómodas, inspiradas en los pijamas. Nos quedamos en casa, sí; pero sin perder glamour.
Y glamour es lo que tienen sus vestidos de noche en negro, variaciones del vestido largo negro que juegan com el patrón y las formas, acercándose y separándose del cuerpo pero siempre resaltando la feminidad de la mujer con detalles de autor. Una colección que levantó suspiros y que tuvo como invitada a Shanon Corr, del grupo The Corrs.
Francis Montesinos rinde un emotivo homenaje a las grandes agujas de la moda española y recrea el estilo de Fortuny, Balenciaga, Pertegaz, Paco Rabanne, Elio Berhanyer y Jesús del Pozo. "Era algo pendiente", dice el valenciano que ha lanzado sobre la pasarela sus propias versiones del legado de los maestros.
"Todos me han marcado e incluso con muchos de ellos he tenido la suerte de trabajar", cuenta. "Este desfile es memoria histórica de la moda española" y recurre a un estampado de reliquias para plasmar esta idea en la colección.Una propuesta en la que destacan las prendas en punto y los diseños tipo uniforme.
Duyos invita a saborear la moda como él disfruta con el vino. "Siempre que abro una botella pasa algo guay", dice, y por eso tiñe sus propuestas de rojo, rosados y blancos. La colección es lujosa, con tejidos muy ricos, destellos de lúrex, terciopelos de seda, organzas y texturas con brocados, plumeti y paillettes irregulares.
Las transparencias, generosas, son de encaje pero con un toque arty, nada de flores. Las pieles, elegantemente sexis, mezclan roja y gris, una combinación exquista, como el sastre en rosa palo con blusa en burdeos. Delicado, favorecedor. Destaca el uso, con gusto, del negro. "Hacía mucho que no lo utilizaba y ahora me apetecía tenerlo", añade.
Hannibal Laguna convierte su pasarela en un espejo una pista de baile. La orquesta hace que los vestidos en gasa y muselina de seda bailen y floten, ligeros, sobre la pasarela. Un guiño a los 50 y al New Look de Dior se adueña de la colección, cuajada de diseños vaporosos que lo inundan todo como una densa tormenta de seda.
Un vestido negro, recto, con escote geométrico destaca por su sencillez y por lo alejado del estilo al que Laguna nos tiene acostumbrados. Un mensaje con intención, para hacernos saber que puede hacer otras cosas pero que, aquí, en la pasarela, muestra lo que sus clientas le piden. Los vestidos por los que le adoran.
Juanjo Oliva refuerza su alianza con El Corte Inglés y deja de hacer colecciones para Elogy para centrarse en una línea que lleva su nombre. Sube de precio y de categoría. “Pasarán a la sección de fiesta y en invierno haré una pequeña colección de piel y en verano una colección cápsula de novias”.
Este nuevo paso se celebra con una colección especial, más oscura y estampada que la anterior, dejando de lado el minimalismo para abrazar una nueva religión en la que se combinan los estampados rusos, telas aztecas y motivos japoneses.
“He pensado en una mujer cosmopolita, que vive a gusto en cualquier ciudad del mundo y desde el taller hemos viajado a Rusia, a China, a Japón para lograr una mezcla que tiene algo que ver con los souvenirs”, dice el modisto.
Aires de ida y vuelta de los 70 y los 40 se aprecian en algunos vestidos, entre los que destacan los de gasa de seda estampados con un diente de león o con grullas. Las cinturas van muy acentuadas, y los vestidos de transparencias y de tipo lencero desprenden elegancia y feminidad.
Muchos de sus vestidos llevan cinturones anchos u otros con cordones de borlas y flecos, un elemento que se traslada a los zapatos y botas para “conectarlos con el estilo de la colección”.
Llaman la atención las capas, decoradas con cabra de Mongolia o en tul transparente ricamente bordado, y los abrigos de piel en chinchilla y conejo, a veces con el patrón de una biker.
Ágatha Ruiz de la Prada basa su colección en la etapa de transición “de niña a mujer” como la canción de Julio Iglesias aunque la diseñadora utiliza la discografía de David Bowie para su desfile.
Las modelos primero lucen prendas de aire adolescente, con referencias a las películas sobre universitarios norteamericanos, con logos y otros símbolos. Después se cambia de estilo y la tendencia se bifurca.
Por un lado vemos una revisión a la estética hippy de los años setenta, con ponchos, flecos y vestidos boho. Por otro, un “look pijo, de chica bien”, con prendas que llevan plisados, rayas y una favorecedora paleta de color.
Destacan las mezclas de cuadros y rayas que están hechas con pequeños corazoncitos, los guiños a Keith Haring y a los ovnis y las abducciones. Para la noche se mezclan, como en una coctelera, todos los elementos anteriores.
La pasarela se llena entonces de terciopelos estampados, vestidos acolchados que cambian los rombos guatiné por exáganos, texturas de polipiel y zapatos con plataforma de peluche en tonos vibrantes. “Somos muy ECO”, dice su ayudante.
Destacan los caftanes y las prendas con piezas de polipiel de espejo sobre muselinas de seda. También, la novia de corazones que cerró el desfile. Nada que ver con la pequeña robot que lo abrió.
Cambio radical. Si la colección para este invierno estaba prácticamente tintada en negro, ahora David Delfin alegra su pasarela con golpes de naranja, azul Klein y verde. Las bufandas de los hinchas del fútbol son el punto de la partida de la propuesta y las utiliza en muchas prendas, sobre ellas, en ellas o formando parte del patrón.
“Nunca uso bufanda, es algo que no controlo pero son el eje de la colección, me llama la atención el orgullo futbolero y he querido trasladar esa pasión a la moda”, y deja algo muy claro: “los fanatismos no me interesan nada”.
Pero sí el orgullo. "Me gustaría que ese amor que tenemos por el deporte y la gastronomía lo tuviéramos con la moda. Coges una revista española y no hay moda de diseñadores españoles", dice muy serio." Las revistas francesas están llenas de moda francesa y las americanas de moda americana", añade como crítica.
En sus bufandas imprime fechas, “como 2001, el año el que nace la firma” o su nombre con letras que recuerdan a Blade Runner. No faltan los guiños a David Bowie, “me quedé muy tocado con su muerte y él siempre ha estado presente, de una forma u otra, en mis colecciones”.
Ahora utiliza como banda sonora el tema Héroes. “Así me siento yo, un héroe. No tengo equipo, ni ayudante, ni asistente. Sara y yo hemos hecho la colección, el fitting, el traslado. Después de 15 años seguir aquí hace que me sienta como un héroe”.
Sobre la pasarela vemos prendas deportivas, algunas decoradas con el escudo de España. “Pero lo he ''delfinizado', he cambiado el león por el delfín y he puesto las coronas de Basquiat”. Hay parkas en tamaño biker, vestidos tubo que nacen de una sudadera y monos con una bufanda que invita a jugar con ella.
“Todo parece sencillo y sutil, pero lleva un trabajo minucioso, con las costuras y la colocación estratégica de cremalleras”. Y un dato para sus fans: la colección ya está a la venta con precios entre los 50 y 150 euros.El diseñador quiere así acortar la brecha que separa el desfile de la temporada.