Berlín se queda solo en el G20 al rechazar un aumento del gasto público y los estímulos monetarios
- El ministro de Finanzas germano quiere mantener las reformas sin nuevos estímulos
- FMI, OCDE y los bancos centrales creen que el esfuerzo reformista necesita más incentivos
El G20 ha comenzado este viernes en la ciudad china de Shanghái con un Gobierno alemán enfrentado al resto de potencias, al oponerse frontalmente a que el gasto público y las políticas monetarias se utilicen para relanzar la actividad, una fórmula que ya defienden muchos gobiernos y organismos ante el cada vez más presente riesgo de estancamiento económico global.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ha dejado claro la postura de Berlín al asegurar que "pensar en nuevos planes de impulso no servirá más que para distraer de las verdaderas tareas que en las que hay que centrarse", que son las "indispensables" reformas estructurales.
"Las políticas monetarias actuales son extremadamente acomodaticias, hasta el punto de que pueden ser contraproducentes, a la vista de sus efectos nefastos", ha añadido Schäuble, en referencia a la creación de burbujas de crédito que han ayudado a crear en diversos sectores.
Pero las advertencias del ministro germano se muestran contracorriente del sentimiento que empieza a predominar entre las autoridades políticas y económicas dentro del G20, que no ven los estímulos monetarios y fiscales como un obstáculo a las reformas estructurales, sino todo lo contrario: como la única manera de acelerarlas.
Inversión pública para acelerar las reformas estructurales
Así, el ministro de Finanzas de Francia, Michel Sapin, ha destacado que -aunque cree inoportuno "lanzar un programa global de estímulo presupuestario"-, determinados países "podían tener más capacidad y deben utilizar sus márgenes presupuestarios para apoyar el crecimiento global". Toda una indirecta dirigida a Berlín, que cerró 2015 con un superávit presupuestario del 0,6%.
En línea con el último informe de su organización, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, ha instado a los Gobiernos del G20 a que aumenten la inversión pública para acelerar las reformas estructurales, ante lo que definió como una "fatiga" por parte de los Estados a la hora de implementarlas.
"Justo en el momento en que las necesitamos más, cuando necesitamos acelerar las reformas, hay una desaceleración de las reformas estructurales", ha afirmado Gurría, quien subraya la necesidad de adoptar medidas monetarias y fiscales para asegurar que las potenciales ganancias en empleos y productividad de esas reformas se materialicen a través de una demanda suficiente.
En este sentido, recomienda utilizar la inversión pública dando prioridad a "proyectos de alto efecto multiplicador que rompan cuellos de botella y aumenten la productividad en la economía". "Estamos hablando de un nuevo énfasis en los proyectos de infraestructuras a largo plazo por una situación hoy en la que, quizás con la excepción de China, tenemos una respuesta muy baja y mediocre al proceso de recuperación", ha señalado Gurría.
Además, el responsable de la OCDE ha remarcado la necesidad de coordinar las políticas en los diferentes ámbitos para que se refuercen unas a otras y no al contrario.
Lo mismo ha expresado la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, quien -igual que en el último informe de su organismo- ha pedido a las 20 mayores economías del mundo que actúen en todos los frentes: el monetario, el fiscal y el de las reformas estructurales, de forma "valiente, amplia y conjunta".
Esa coordinación entre las potencias también la ha defendido el primer ministro chino, Li Keqiang, quien apuesta por aprovechar los efectos multiplicadores de sus políticas, mejorar la cooperación y permanecer unidos para "superar las dificultades".
En su discurso grabado en vídeo para inaugurar el encuentro, Li se ha mostrado confiado en poder gestionar su compleja situación interna, al tiempo que la global. Además, ha considerado que no hay base económica que justifique una depreciación continuada del yuan, y ha asegurado que ampliará su demanda agregada tanto como sea adecuado y se concentrará en reformas estructurales de su oferta.
Los bancos centrales, a favor de más estímulos
En cuanto a los grandes bancos centrales del mundo -cuyos gobernadores participan también en la reunión de Shanghái-, encaran este G20 cada vez más inclinados a utilizar todas las herramientas en su mano para facilitar la actividad económica.
Por un lado, el Banco Central Europeo (BCE) anuncia que ampliará sus estímulos, mientras la Reserva Federal estadounidense redobla su prudencia después de haber subido ligeramente los tipos de interés el pasado diciembre, y el Banco de Japón se muestra dispuesto a aplicar intereses negativos para estimular el crédito.
A ellos se suma el banco central de China (PBOC), que este viernes ha asegurado que aún se reserva "márgenes de maniobra" para suavizar aún más su política monetaria.
Por su parte, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ha advertido que, mientras "algunos propagan el mito de que las políticas monetarias ya han agotado sus municiones", el mundo "corre peligro de quedar atascado entre un crecimiento mediocre, una inflación débil y tipos de interés muy bajos".
Carney cree que los estímulos monetarios pueden "permitir ganar tiempo para poner en marcha los ajustes estructurales", pero advierte que, hasta ahora, la política monetaria flexible no se ha visto correspondida por reformas adecuadas, con lo que ha contribuido sólo a presionar a los mercados financieros.
Esta posición es compartida por Washington, cuyo secretario del Tesoro, Jack Lew, ha insistido en que las políticas de estímulo monetario y presupuestario "son herramientas poderosas cuando se utilizan de forma coordinada".
"Cada vez es más y más importante que los países que cuentan con margen presupuestario, lo utilicen para apoyar su demanda interna", ha señalado un alto responsable económico estadounidense.