Testigos del Madrid Arena aseguran que el personal de seguridad tardó en llegar al túnel de la avalancha
- Afirman que tardaron en aparecer más de seis minutos
- Aseguran que la pista estaba llena de gente justo antes de la actuación del dj
Uno de los asistentes a la fiesta de Halloween del Madrid Arena ha destacado este martes en el juicio que no había nadie de la organización, ni de la seguridad ni de Kontrol 34 en el túnel donde se produjo la avalancha mortal durante los primeros seis u ocho minutos.
Luis Carlos Argivay ha declarado este martes como testigo en una nueva sesión de la vista oral que se celebra estos días en la Audiencia Provincial de Madrid. En su comparecencia, ha dicho que cuando se produjo la avalancha mortal no había nadie de la organización ni de seguridad en el túnel. "Tardó en aparecer gente unos minutos largos", ha señalado.
"Todos los que estuvimos ayudando los primeros seis u ocho minutos, ahí no había nadie del orden, después llegaron 4 o 6 personas de los porteros", ha explicado. Sobre éstos últimos, ha subrayado que no los veía como personal de seguridad. "Los veo como porteros porque es lo que hicieron", ha precisado.
Argivay iba con su amigo Daniel Martínez quien ha corroborado que cuando se produjo la avalancha en el túnel no había ni un solo vigilante de seguridad. "Cuando empezó la avalancha no había nadie, intentamos ayudar y tirar de la gente y al rato vinieron unas personas con chalecos reflectantes", ha aseverado, en alusión a los trabajadores de Kontrol 34, que iban vestidos de esa forma.
Otro testigo, Jose Luis Romero Caballero, ha declarado que entró al recinto con una mochila y un casco de motocicleta pero no le practicaron ningún registro ni le pidieron identificación alguna. Accedió con una invitación, pero ha dicho que no se la cogieron cuando la mostró en la entrada.
Pista llena de gente
Cuando llegó a la pista vio que estaba colapsada "llena de gente" pero decidió quedarse porque iba a empezar el espectáculo del dj Steve Aoki. "Se pusieron a lanzar champán y tartas, creo que forma parte del espectáculo", ha precisado el testigo, que ha destacado que antes de empezar el concierto "alguien dijo algo" sobre el número de personas que había en la pista pero no sabe "si habló de 2.000, 3.000 o 20.000".
Por su parte, José Roberto Rodríguez, que trabajó de camarero aquella noche, ha contado que reanimó junto a otra persona a una de las chicas que estaba en parada cardíaca.
Ha señalado que un chico se aproximó a una de las barras con una chica en brazos y al comprobar que no respiraba, se pusieron los dos a realizar maniobras de reanimación.
"La limpiamos la boca con una servilleta, yo me subí encima de la barra para hacer la RCP y él se quedó de pie junto a la barra", ha agregado el testigo, que ha manifestado que sus compañeros llamaron al Samur antes de que llegasen minutos después los trabajadores de Kontrol 34, que se la llevaron.
Atención médica tardía
El policía municipal que rescató a Rocío Oña, una de las víctimas del Madrid Arena, ha dicho este martes en el juicio que la joven estuvo en parada cardíaca sin ser atendida por ningún médico durante 30 minutos y que cuando apareció un sanitario de la organización, le preguntó muy nervioso: "¿Qué hacemos?".
El agente Mario García ha declarado como testigo, aunque ha precisado que no acudió como policía aquella noche sino a título personal.
Ha contado que cuando se produjo la avalancha ayudó a establecer un perímetro de seguridad para evitar que más gente tratara de entrar en el túnel, al tiempo que hacía todo lo posible para sacar a los jóvenes que estaban atrapados pero no podía, pese a ser una persona corpulenta y ser ayudado por otros igual de fuertes que él.
En un momento dado, logró rescatar a Rocío Oña a quien tenía localizada porque estaba en una situación muy mala, sin estímulos, boca arriba con la boca abierta, con las pupilas dilatadas. "En cuanto podía me acercaba, hasta que tiré de ella y conseguí sacarla", ha explicado.
"Mal señalizado"
"Por la impresión que me daba sabía que estaba muy grave", ha añadido el agente, quien ha dicho que tuvo que elegir entre dejarla ahí y seguir sacando a más gente o buscar algún médico para atender a Rocío. Pese a reconocer que sabía que había un enfermería, el testigo ha dicho que no la llevó allí porque "todo estaba mal señalizado" y "eso era laberíntico".
Además, pensaba que los medios sanitarios vendrían de la calle, por lo que trató de ir a buscarlos pero "avanzar con ella era imposible". Entonces se topó con una barra de bar y con ayuda de un camarero comenzaron a hacerle maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) sobre la barra porque, por los síntomas, "tenía pinta de estar en parada". "Intentamos hacer buenamente lo que pudimos", ha aseverado.
A los pocos minutos, llegó el jefe de personal de Diviertt y encargado de las barras Miguel Ángel Morcillo que le preguntó qué pasaba, nada más. Hasta que llegaron cuatro chicos de Kontrol 34 y se la llevaron a un aparcamiento interno cerrado. "Se desorientaron, no sabían cómo salir, pero habían pasado varios minutos", ha dicho.
Por ese motivo, decidieron dejar a la chica ahí porque no podían tenerla más tiempo a cuestas. "Me quedé con ella y les dije que se fueran a buscar un médico, justo cuando llegaron dos policías nacionales". "Uno de ellos me hizo el relevo porque seguía haciendo maniobras de RCP con calambres en los brazos y habían pasado 25 minutos", ha explicado.
Justo en ese momento, ha añadido, "entró un médico de la organización, un chico joven con una mochila cuadrada de primeros auxilios, estaba muy nervioso, tan nervioso que cuando llega se queda mirándome, le digo que esta en parada y entonces me dice: 'qué hacemos'".
Le respondió que había sido socorrista y que conocía los procedimientos ante una emergencia pero a los pocos segundos entró el Samur por el pasillo. "Me dijeron que no la estaba entrando el aire pese a las RCP porque tenía la tráquea aplastada", ha agregado. En total, pasó media hora desde que la rescató hasta que llegó el Samur.
Sin entrada
El policía, que ha manifestado ser amigo desde hace quince años de los acusados Carlos Manzanares y Emilio Belliard -socios de Kontrol 34-, ha admitido que no tenía entrada para la fiesta del Madrid Arena pero que pudo entrar por otro acceso distinto al principal. De hecho, allí se encontró con Manzanares y Belliard.
Tras pasear por el recinto, llegó a la pista central alrededor de la 01.15 horas y vio que estaba vacía, no más de 40 o 50 personas. "La sensación que tuve es que 'vaya pinchazo que van a pegar aquí'".
Ahora bien, sí se dio cuenta de que había varios vomitorios cerrados en la pista aunque no vio a nadie uniformado de la seguridad pero sí con chalecos amarillos.
La situación estaba "totalmente descontrolada"
A continuación, un policía nacional que asistió como público a la fiesta y que ayudó junto a su compañero a un agente municipal a reanimar a una de las víctimas del Madrid Arena cuando estaba en parada cardíaca ha asegurado en el juicio que llamó al 091 para advertirles de que la situación estaba "totalmente descontrolada" y que "podía haber cadáveres".
Ha explicado que llegó a las 03.00 horas al recinto y que tan solo entregó la entrada en el control de acceso, sin que le registraran porque "había muchísima gente y el paso de control era muy rápido".
Es más, iba con un compañero policía y dos amigos que se perdieron ante la multitud de gente que había pero, aun así, él y su compañero decidieron bajar a la pista por las escaleras cercanas al túnel donde se produjo la avalancha.
No obstante, al ver el tumulto subieron una planta para comprobar qué pasaba. "Vimos que la situación era grave, que había un colapso y que había gente tirando de ellas", ha señalado.
Entonces, bajaron y se identificaron para ayudar a los controladores a quienes les reclamaron que dieran aviso al 091 y a las emergencias sanitarias.
"Aquello era un descontrol, había gente inconsciente y había que tomar una determinación", ha asegurado el testigo, que ha subrayado que los controladores de Kontrol 34 "estaban desencajados".
Unos minutos después, llegó un controlador y les pidió que ayudaran a un agente municipal que estaba tratando de reanimar a una chica que según el policía local era Rocío Oña, si bien las acusaciones aseguran que era Belén Langdon.
Llegaron a un pasillo vacío de gente donde se encontraba una chica tendida en el suelo junto al agente y un sanitario. El compañero municipal les rogó que le relevasen porque la maniobra de reanimación cardiopulmonar (RCP) es muy agotadora.
Ha señalado que en ese momento no llamaron al 091 porque solo pensaban en socorrerla lo mejor que podían hasta la llegada del Samur, cuyos médicos se hicieron cargo de la reanimación. Fue en ese momento cuando llamaron al 091: "Dijimos que podía haber cadáveres, víctimas, fallecidos y que había un aforo demasiado grande".