'Vania', la lección magistral de Chéjov sobre el patetismo humano
- Moma Teatre representa el clásico de Chéjov en los Teatros del Canal
- Una versión sobre el paso del tiempo y las oportunidades perdidas
Anton Chéjov (1860-1904) tuvo la maestría de situar a sus personajes fuera del espacio y del tiempo, en un magistral retrato de las miserias del alma humana. El dramaturgo ruso fue uno de los mejores en dibujar “el patetismo, la cobardía y la estupidez” del comportamiento de los hombres.
Este ingrediente atemporal provoca que sus textos envejezcan sin aparente desgaste, y que sean revisitados sin descanso en un viaje de riqueza inagotable.
Por estos caminos transita la compañía valenciana Moma Teatre, que sube al escenario de los Teatros del Canal (Del 9 de marzo al 3 de abril, en Madrid) una nueva versión de Tío Vania, valorada como una de las obras maestras del teatro moderno.
La obra se centra en la “jauría humana” en la que deviene la degradación de una familia desestructurada. El libreto es una nítida reverencia a la esencia de Chéjov. En Vania, los personajes son incapaces de vivir el presente, hipotecados por un pasado que les impide avanzar, a pesar de las ansias de cambio que nunca se materializan, bien por cobardía, bien por pura incompetencia.
“En 'Vania' los personajes son incapaces de vivir el presente“
Desesperación, frustración, aislamiento toman las tablas durante dos horas en las que aparecen ex profeso los temas universales a los que el dramaturgo retornó de forma obsesiva: el paso del tiempo y las oportunidades perdidas en la vida, bañados del característico pesimismo de Chéjov próximo a la abulia existencial.
“Los personajes dicen, estoy aburrido, pero no de aburrimiento, es de su propia vida, de su propia persona. Están desesperados por un giro que no encuentran pero casi se obstaculizan unos a otros porque admitirlo es en cierta forma admitir el propio fracaso”, señala en conversación con RTVE.es, Carles Alfaro, el director de la obra.
Alfaro puntualiza que en la adaptación ha intentado huir de cierta retórica dramática en la que pueden caer las obras de Anton Chéjov, y en las que parece que no pasa nada pero “siempre está a punto de pasar algo y esa es la punta del iceberg”, asegura.
Personajes al borde del abismo
El argumento de Vania gira en torno a un grupo de personajes corales, sobre los que el autor no ejerce juicios morales. Son vidas cruzadas con destinos incompatibles que se sitúan al borde del abismo.
En este cataclismo familiar, el rol de Vania, encarnado por José Manuel Casany, sufrirá una transformación que le llevará a despertar de su pasividad en una violenta toma de conciencia sobre las consecuencias de la vida no vivida, y donde ejercerá de voz de la conciencia desde su patetismo:
“En Chéjov no hay buenos ni malos, todos tienen su justificación. Nos hace pensar que debemos mirar en nosotros y ver que nos pasa, en definitiva”, dice Castany.
Esta versión de Vania es una adaptación de una pieza que la compañía representó en 2008, y sitúa la acción en un lugar indeterminado del África subtropical. Un entorno asfixiante donde hace calor fuera y “llueve de puertas para adentro”.
La fuerza del texto reside en los personajes. Todos y cada uno de ellos tienen una historia que contar, y lo hacen con un lenguaje claro y directo.
El drama intimista cristaliza en una puesta en escena sencilla, con una cuidada iluminación, que se adapta a las características de “teatro de cámara” de la Sala Verde del Canal. Un homenaje original a la genialidad de Chéjov.
Paradójicamente, el autor ruso no tuvo éxito inicialmente con Tío Vania, y este fracaso le hizo replantearse su vocación teatral. Este contexto de anhelos frustrados es traído a la actualidad por Moma Teatre, fundada en 1982, que dedica la obra “a los actores ignorados por las instituciones”.
Profesionales que han perdido el rumbo por falta de oportunidades y apoyo, señala el director, que describe la crisis del teatro en Valencia. El grupo teatral se reencuentra en esta representación tras seguir caminos separados.
“Pocos seres podían entender mejor a Chéjov que esta generación perdida de actores, que se encuentra en el ecuador de sus vidas, y en el que nada se ha cumplido de las expectativas creadas. Las decisiones vitales que tomaron fueron erróneas, y ahora se les pierde el último tren”, relata Carles Alfaro, en su equiparación con la realidad.
'Tío Vania', historia de un fracaso
Tío Vania fue estrenada en el Teatro del Arte de Moscú en 1899, bajo la dirección de Stanislavsky y Nemirovich-Danchenko. Olga Knipper, con quien Chéjov contraería después matrimonio, encarnó el papel de Elena. Pasados dos años, tras la mala acogida que las representaciones de Tío Vania y Las tres hermanas tuvieron en San Petersburgo, Chéjov valoró la idea de despedirse del teatro.
Según el dramaturgo ruso, “uno puede escribir teatro en Alemania, en Suecia o incluso en España, pero no en Rusia, donde los actores no son respetados, donde son atacados brutalmente, donde no se les perdona ni el éxito ni el fracaso”. Tío Vania acabaría convirtiéndose con el tiempo en un clásico del teatro universal.