Frida Kahlo, el mito desnudo
- La Térmica de Málaga expone las fotografías íntimas de la artista de Leo Matiz
- Muchas de las imágenes expuestas son inéditas en España
- La exposición puede verse del 11 de marzo al 29 de mayo
"La forma en la que Frida Kahlo (1907-1954) posa es asombrosa. Su forma de mirar al espectador, cómo se tumba en el césped... Es realmente una verdadera modelo". Esta afirmación es fácilmente corroborable contemplando las fotografías que el colombiano Leo Matiz (1917-1998) tomó en México en los años cuarenta de la que se convertiría en la artista mexicana más influyente de la historia y que integran la nueva exposición organizada por La Térmica de Málaga.
"Frida Kahlo aprendió a posar con su padre, el fotógrafo Guillermo Kahlo, que también le enseñó a manejar las cámaras, a revelar y, sobre todo, a mirar. Y ese es el principio en el que ella se basaría cuando empezó a pintar", continúa explicando a RTVE.es Angustias Freijo, comisaria, junto a Mario Martín Pareja, de Frida Kahlo. Fotografías de Leo Matiz en La Casa Azul, organizada junto a la Fundación Leo Matiz y que podrá verse hasta el 29 de mayo en el centro cultural malagueño.
La muestra reúne más de medio centenar de imágenes, la mayoría inéditas en España, que reflejan la estrecha relación de Kahlo con el fotógrafo colombiano, uno de los grandes profesionales de la fotografía del siglo XX, testigo de sus más trascendentales acontecimientos y cuya obra está expuesta en el MoMA de Nueva York.
Fotografías en La Casa Azul
Pero, ¿qué tienen de especial estas instantáneas de una artista que fue tanto o más retratada que una estrella de cine? Hay series muy conocidas sobre Frida Kahlo de Imogene Cunningham, Lucienne Bloch, Edward Weston, Nickolas Muray, Tina Modotti, Dora Maar e, incluso, André Breton. Pero, Leo Matiz fue amigo personal del tempestuoso matrimonio de Frida Kahlo y el muralista Diego Rivera y pudo fotografiarla en la intimidad del hogar.
Además, Matiz llegó a México en el momento de mayor efervescencia política, intelectual y cultural del país, en los años 40, en los que, además, la casa del matrimonio, en el centro de Coyoacán, en Ciudad de México, era punto de reunión de, entre otros, artistas exiliados españoles o revolucionarios como León Trostski.
La exposición, según explica Freijo, recoge tres corpus de trabajo diferenciados: las fotografías posadas de Frida Kahlo en La Casa Azul (así se llamaba la casa estudio de la artista, ubicada junto a la casa roja y blanca, estudio de Rivera); una serie de fotografías "encontradas o robadas al instante", en las que interactúa de forma natural como personas corrientes que se cruza en la calle, como un vendedor de telas, o conversa con una de sus alumnas; y un tercera serie de fotografías tomadas en La Casa Azul en el año 1997, cuando esta ya estaba convertida en el Museo de Frida Kahlo desde hacía décadas.
"Leo Matiz llega muchos años después a México, de donde se marchó tras un problemático episodio con el otro gran muralista David Alfaro Siqueiros, a La Casa Azul, donde había fotografiado en vida a la que era su amiga. Allí fotografió algunos de los objetos que la acompañaron toda su vida y puede apreciarse un sentimiento romántico, la nostalgia por la amiga ya fallecida", explica la comisaria de Frida Kahlo. Fotografías de Leo Matiz en La Casa Azul. Estas serie además supone uno de lo últimos trabajos del fotógrafo, que fallecería al año siguiente.
La muestra se completa también con obras de otros artistas contemporáneos como Germán Cueto y Mathías Goeritz, además de con publicaciones del movimiento estridentista y otros documentos y bibliografía.
La surrealista rebelde
Los retratos posados de Frida Kahlo expuestos en el centro cultural malagueño nos retrotraen directamente al arte de la fiera mexicana, pues ella misma fue su principal motivo artístico: "Soy el motivo que mejor conozco", afirmaba la artista feminista que abriría el camino a personalidades del arte femenino como Louise Bourgeois.
Pese a que hizo exposiciones encuadradas en ese movimiento, Kahlo siempre renegaría de la etiqueta de surrealista que le impuso André Breton, que intentó reclutarla para su tropa -grupo que ella llegó a definir como "panda de chiflados y lunáticos hijos de puta surrealistas", aunque salvaba del saco a Duchamp-. "Se me tomaba por una surrealista. Esto no es correcto. Yo nunca he pintado sueños, lo que yo representaba era mi realidad", afirmaba Kahlo.
"Ella lo único que hacía era describir su entorno, y ese entorno era el surrealista" del México de la época, explica la comisaria de la muestra, que parafrasea a Alejandro Palma Argüelles: "Si Kafka hubiese nacido en México, sería un escritor costumbrista".
"Frida era ella y su circunstancia histórica. Estaba casada con el hombre más poderoso, era una mujer muy libre y que escandalizaba, reflejo de una reivindicación feminista en un México que a día de hoy sigue siendo muy machista. Era una mujer de vanguardia y que siempre estaba rodeada de gente muy especial", concluye Freijo sobre esta figura única que Leo Matiz logra desnudar para el espectador con el objetivo de su Rolleiflex.