'Hitchcock/Truffaut', la madre de todas las conversaciones de cine
- Se estrena el documental sobre la monumental entrevista que originó el libro ‘El cine según Hitchcock’
- Serge Toubiana, guionista y biógrafo de Truffaut, analiza sus claves
¿Es Alfred Hitchcock el cineasta más influyente de la historia del cine? Es una pregunta de respuesta imposible porque muchos pueden aspirar a lo mismo. Por ejemplo François Truffaut, cuyo debut, Los 400 golpes, despejó el camino para un cine biográfico, personal y posibilista.
Lo que es seguro es que del encuentro de ambos nació la mayor lección del cine que existe: el monumental libro-entrevista El cine según Hitchcock. El documental Hitchcock/Truffaut, que se estrena el viernes 1 de abril en España, rememora esa reunión aportando las grabaciones de audio originales y testimonios de cineastas actuales como Martin Scorsese, David Fincher o Wes Anderson.
Fue en 1962 cuando un joven Truffaut de 30 años entrevistó durante 50 horas repartidas en ocho días al cineasta británico, que entonces estaba postproduciendo Los pájaros. Truffaut pensaba que pese a su celebridad y éxito popular, Hitchcock estaba gravemente infravalorado como artista por la crítica estadounidense.
El documental, dirigido por Kent Jones, está coguionizado por Serge Toubiana, biógrafo y amigo de Truffaut y director de la Cinemateca Francesa entre 2003 y 2015. Fue Toubiana quien en los años 90 descubrió en la casa del fallecido cineasta las grabaciones inéditas de la entrevista.
“Fue por casualidad, su mujer no lo sabía. Abrí una caja donde había una cinta de reproducción: la pusimos y oí la voz de Hitchcock y Truffaut. No me lo podía creer, fue un momento milagroso”, recuerda.
El libro no solo reubicó a Hitchcock en su merecido pedestal. Repasando película a película su filmografía, la conversación fue filtrando lecciones fundamentales sobre puesta en escena, tiempo, espacio, dirección de actores, relación con el público, y, como no, el suspense, entendido como unidad fundamental de interés en la narración.
“Cuando se publica tiene un impacto enorme porque le da la vuelta a la crítica americana, que va a cambiar su opinión gracias al libro”, señala. “Porque Hitchcock tiene una carrera magistral: en la época muda, en Inglaterra, en Hollywood. Trabaja en el sistema de estudio: Hace las películas que le piden que haga, sus películas funcionan, es obediente. Y, al mismo tiempo, se esconde, se enmascara en el estudio. Y las películas muestran que es un artista que tiene obsesiones plásticas, oníricas, eróticas, sexuales, religiosas. Nadie hablaba entonces de ese lado de Hitchcock. Cuando Truffaut le pregunta si es un cineasta católico, él responde cortando la grabación porque en el estudio hay que ser neutro, solo hacer su oficio”:
Las grabaciones descubren también a un Hitchcock más divertido y coloquial de lo que lo que se adivina en el texto. Sus lecciones siguen vigentes porque, 50 años después, el cine puramente visual es una minoría. Truffaut llamaba a la expresión visual pura ‘el secreto’ que poseían los cineastas que dirigieron antes de la invención del sonido.
Lo remarca Toubiana :"Hitchcock, lo llamaba las ‘cabezas parlantes’. Eso son las mayoría de las películas: personas hablando, teatro. Incluso en un cineasta como Woody Allen, si le quitas los diálogos no hay nada en términos de construcción visual, narrativa”.
Cuando hablan de Vértigo, aunque Hitchcock reconoce que es una obra personal, tiene que aceptar que la película es un fracaso porque no funcionó en taquilla. “Es la lógica del espectáculo. Y Truffaut era de la misma opinión: si la película no funciona no es culpa del público, sino del director. Es una moral construida sobra la humildad del cineasta. Hitchcock nunca podía haberse considerado un cineasta maldito, tipo Orson Welles”.
El libro se publicó en 1966, cuando Hitchcock ya había rodado todas sus obras maestras. Hollywood, que le había negado siempre el Oscar, le otorgó el honorífico. En 1980, durante un homenaje en Los Ángeles realizado poco antes de la muerte de Hitchcok, Truffaut resumió en la presentación la reverencia francesa que hizo justicia al genio. “Ustedes le llaman Hitch, nosotros le llamamos Monsieur Hitchcock”.