Las diferentes formas de mirar de Rémy Zaugg viajan al Reina Sofía
- El Museo Reina Sofía trae a España el primer monográfico del artista suizo
- Zaugg exploró los contrastes en la fusión de lenguaje y color
Lenguaje y color. Texto e imagen. Son las claves que el artista suizo Rémy Zaugg (Courgenay,1943-Basilea, 2005) manejó como instrumentos prioritarios para situar la percepción en el epicentro de su creatividad.
A Zaugg le preocupaba cómo captaba el espectador sus obras, siempre en función del espacio donde se exponían. Una experimentación constante ejercida durante más de cinco décadas de carrera, en las que realizó incursión en diferentes campos como la pintura, la arquitectura, la museología o el urbanismo.
Parte de esta exploración es la que trae el Museo Reina Sofía a España, que exhibe la primera exposición monográfica del autor en el Palacio de Velázquez del Retiro bajo el nombre “Rémy Zaugg. Cuestiones de percepción”; podrá disfrutarse desde el 31 de marzo al 28 de agosto de 2016, fruto de la colaboración de la pinacoteca madrileña con el Museum für Gegenwartkunst de Siegen (Alemania).
La producción del artista podría valorarse como la antesala de la autonomía de la obra de arte, un intento de establecer una nueva relación más igualitaria entre el público y la pintura, ya que requiere de cierta proactividad por parte del espectador, al que la representación causa un efecto buscado.
Para Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, confrontarse con la obra Zaugg (1943-2005) significa volver a la pintura misma como herramienta de indagación y de transformación, más cercana al pensamiento que a la emoción plástica.
"Las revisiones que hace de los textos tienen que ver con la pintura, con la percepción. A diferencia de otros artistas conceptualistas, la idea no es el elemento central, sino la pintura", según señala el director, y recoge EFE.
Aprender a volver a mirar
En 27 esbozos perceptivos de un cuadro Zaugg quiere aprender a volver a mirar. Esta serie monumental compuesta por 51 piezas es el alma de la muestra. Conforma una disección en detalle de una reproducción del cuadro La casa del ahorcado (1872) de Cézanne.
Este trabajo supuso la irrupción del lenguaje en sus creaciones. Ocurrió fruto del impacto estético que le causó al pintor la obra de Barnett Newman Day Before One (1951). Esta suerte de epifanía provocó que Zaugg se cuestionara de raíz sus creencias sobre las habilidades perceptivas que mantenía hasta el momento.
La serie no está compuesta ni por copias ni por reproducciones de la obra de Cézanne, si no por la mirada propia de Zaugg, que analiza el cuadro desde múltiples puntos de vista.
Según explica en el catálogo de la exposición el comisario, Javier Hontario, es un espacio intermedio entre la imagen y el texto, entre “lo que se ve y lo que se lee”.
Estas composiciones se encuentran arropadas por otra serie de 18 obras titulada Una hoja de papel (1973-1989), que sigue la misma estela que la anterior en cuanto al juego con la percepción a la hora de observar los lienzos.
Una hoja de papel constituye un soporte para la escritura y la pintura, se trata de simples folios donde el artista realiza bocetos y apuntes como si los hubiera tomado sobre la marcha en tiempo real.
En las primeras piezas de esta selección utilizó papel de estraza sobre lienzo, en una última fase proyectaría cuadros de autores como El Greco o Picasso sobre esta superficie.
La palabra es lo primero
A mediados de los 80, la identificación entre pintura y escritura alcanzará cotas inéditas al introducir el autor suizo la tipografía como un elemento primordial. Aquí la palabra será lo primero.
Los años 90 supondrán un decisivo punto de inflexión, en el que el lenguaje y el color coquetearán con la poesía, y el trabajo se trasladará al aluminio sobre planchas serigrafiadas.
En la sala central del Palacio de Velázquez el público se encontrará con De la ceguera un análisis extremo de los límites de la percepción visual que desemboca en un impacto desconcertante: el contraste con el fondo favorece que la impresión que causa en el espectador sea la que quiere expresar el autor, es decir, de ceguera momentánea, ya que el sentido de la mirada es devuelto como si del reflejo de un espejo se tratase.
En el políptico El mundo ve será, sin embargo, el tono el elemento esencial; un cromatismo que se basa en el azul del cielo sustentado en una rima eventual: “Y si, al respirar, el azul del cielo se borrara, se blanqueara, palideciera, se enrareciera, se amarilleara, se descolocara, desapareciera”.
Rémy Zaugg juega en este caso con la subjetividad de quien contempla la obra: el texto es blanco sobre fondo azul y evoca la evanescencia del cielo dirigiendo la atención a las letras y a un lugar fuera de la frase siempre en función de las dieferentes formas de mirar.