El Gobierno libio de Trípoli renuncia y deja el poder en manos del gabinete de unidad nacional
- El Gabinete de unidad nacional está promovido y designado por la ONU
- Libia cuenta con dos gobiernos: Trípoli y Tobruk -reconocido internacionalmente-
- La Cámara de Trobuk todavía no ha apoyado la propuesta de Naciones Unidas
El Gobierno libio de Trípoli, el Ejecutivo no reconocido por la comunidad internacional, ha anunciado este martes que cesa voluntariamente en sus funciones y cede el poder al Gobierno de unidad nacional y al Consejo Presidencial designado por la ONU, que desde hace una semana están en la capital del país.
En un comunicado del Ministerio de Justicia, el Ejecutivo ha explicado que cesan en su autoridad ejecutiva tanto el primer ministro Jalifa al Gauil, como los ministros y los parlamentarios. Además, puntualiza que se desvincula de todo acontecimiento futuro y que su política hasta ahora ha sido intentar "evitar el espectro de los conflictos armados".
La renuncia se conoce apenas unas horas después de que aterrizara en Trípoli el enviado especial de la ONU para Libia, Martín Kobler, uno de los hombres que más han presionado para que el Gobierno de unidad se trasladara a la capital pese a carecer del reconocimiento de los dos gobiernos rivales de Trípoli y Tobruk.
Libia hasta ahora estaba dividida, desde la caída del dictador Muamar el Gadafi, en varias facciones que se disputan el control del país. Desde 2014, el país cuenta con dos parlamentos: el de Trípoli, de amplia mayoría islamista, y el de Tobruk, de mayoría liberal, cada uno de ellos respaldado por una parte del antiguo ejército libio y varias milicias.
Falta el apoyo del Gobierno de Tobruk
No obstante conseguir el cese de la actividad en Trípoli, el nuevo Gobierno de Unidad todavía no ha conseguido el apoyo de Tobruk -sí reconocido por la comunidad internacional-.
El Parlamento de Tobruk volvió a intentar reunirse de nuevo esta semana para votar la necesaria aprobación del gabinete, pero fracasó una vez más debido a la falta de "quorum" y las disputas internas de los que se oponen a él. El jefe del gobierno en Tobruk, Aqila Saleh, insiste en que no cederá el poder ni reconocerá al gobierno de unidad hasta que este no logre el voto favorable de la Cámara.
Tras meses de tensiones y disputas, el Gobierno de unidad se trasladó la semana pasada a la capital desde Túnez y de momento ha sido capaz de asentarse y lograr el apoyo del Banco Central de Libia (BCL), de la Compañía Nacional de Petróleo (CNP) y de una decena de ciudades del oeste, así como de las poderosas milicias de Misrata.
Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la comunidad internacional contribuyera militarmente a la victoria de los rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi. De la situación han sacado provecho grupos radicales como la rama libia de la organización terrorista Estado Islámico que en el último año ha ampliado el territorio bajo su control e incluso establecido un nuevo bastión en la costa del Mediterráneo.