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'La invitación', la fiesta que transforma el dolor en terror

  • Karyn Kusama dirige un thriller psicológico la negación del dolor
  • Premiada como Mejor Película en el Festival de Sitges 2015

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Tráiler de 'La invitación'

Una invitación de una expareja a una fiesta puede ser un punto de partida perfecto para una comedia o, como en el caso de La invitación, el inicio de una perturbadora reunión en la que se adivina un descenso a los abismos de la naturaleza humana. La película de la directora Karyn Kusama fue la ganadora del último Festival de Sitges y es una de las propuestas del cine independiente estadounidense más interesantes de 2015. El 8 de abril se estrena es España.

La invitación propone acompañar a Will (Logan Marshall-Green) a una celebración en la casa que compartía con su exmujer Eden (Tammy Blanchard), que ahora vive con un nuevo compañero. Will va de la mano de su nueva pareja y están convocados amigos comunes. Hasta ahí es solo un plan raro de fin de semana.

Pero pronto se revela que Will y Eden están torturados por la muerte del hijo que tuvieron. Eden parece ahora estable, pero su tranquilidad tiene un origen misterioso e inquietante. A la reunión se unen dos desconocidos para el grupo, amigos de la nueva pareja de Eden.  El trauma vicia el clima hasta volverse insano.

Logan Marshall-Green en 'La invitación'.

Logan Marshall-Green en 'La invitación'. noticias

Drama y terror psicológico se entretejen en La invitación. Tras el suspense, la película habla de cómo lidiar con dolor, el duelo, y la desesperado búsqueda por llenar vacíos emocionales. También de aberraciones sociales, pero no se pueden desvelar todas las capas de una cinta que progresa con ritmo preciso e implacable.

Para Kusama, la película “explora las consecuencias, a veces irrevocables, de la negación de la tragedia”. La directora que ya ha tocado la ciencia ficción (Aeon Flux) o el terror (Jennifer’s body), afirma que la (mala) experiencia de esta última, le llevó a buscar un refugio de una producción más pequeña en la que manejarse en libertad.

La cineasta cita referentes de tono como Klute (1971) o El infierno del odio (1963). La invitación tiene elementos del Polanski recluido de Repulsión o La semilla del diablo, pero con un esquema más teatral. Como en el buen suspense, el espectador desea al mismo tiempo salir de la casa y que la velada avance: es decir, pasar un gran mal rato.