Frida Khalo: Fashion, sí; victim, no
- La periodista Susana Martínez Vidal disecciona el mito y analiza su influencia
- La mexicana es un icono de moda y un referente para otros artistas
- Usó la moda como arma de protección y medio de expresión
La pasión Frida Khalo no pierde fuerza. Al contrario. En estos momentos podemos hablar incluso de furor. Furor por su espíritu y por su obra, por el personaje y por la mujer.
La mexicana es ahora es la protagonista de la exposición que se celebra en La Térmica, Málaga, y también del libro que ha escrito Susana Martínez Vidal. La periodista se adentra en el alma de la mexicana desde el respeto y la admiración, pero también desde el cariño de una ‘vieja amiga’.
Se encontraron en 1993, siendo Martínez Vidal directora de la revista ELLE. Después se reencontraron en distintos momentos y de formas diferentes. Pero el destino hizo que sus vidas, a pesar de la distancia y el tiempo, se cruzaran años más tarde. Quizá Frida preparó el encuentro.
“Puede ser, me haces pensar en algo que nunca me había planteado, me buscó recién llegada a ELLE y también recién llegada a México. Yo la he ido descubriendo. Pero parece que ella siempre me ha estado esperando”.
El libro se titula 'Frida Khalo: Fashion as the art of Being', está editado por Assouline.com, tiene 184 páginas y en España se vende por 166,25 €. En él se acarician todas las facetas de la artista y remarca algo puede sorprender al gran público: la relación de Frida Khalo con la moda.
“Para ella la moda era terapéutica. Se vestía según el modo en el que se sentía. Y cuanto más dolor sufría, mas recargados eran sus looks, como si a través de ellos se inyectara dosis de autoestima. Por eso, en los últimos momentos en los que padecía un dolor intenso, se arreglaba como para ir a una fiesta. La moda fue su mejor analgésico”, cuenta la periodista.
Frida Khalo es un icono global, un símbolo y un espejo para muchas mujeres de todo el mundo. Su rostro tiene magnetismo; su imagen tiene poder. Tanto cuando estaba vida y como ahora. Y Martínez Vidal revela las claves con una sencilla radiografía.
“Identidad, personalidad, seguridad. En todo momento se fió de su instinto, que no es más que la suprema inteligencia que sale del corazón. A pesar de su discapacidad física y emocional siempre tomo el control de su vida. Ella fue una rebelde, pero con causa (polio, accidente, abortos, infidelidades) y por ello representa como nadie el espíritu de superación contra las adversidades.
"Ella enarboló como nadie el 'Sí fashion, No Victim'. Puso la moda a su servicio y la utilizó para ensalzar sus virtudes, disimular sus defectos o transformarlos en su particular marca registrada”.
Una marca con una influencia enorme. Curioso cuando hablamos de un referente estético, para diseñadores como Jean Paul Gaultier o Madonna, enamorados de su particular belleza.
“Frida encarnó el concepto de guapa fea, joli laide que dicen los franceses. Y se convirtió en una inspiración de belleza a través de la aceptación honesta y fiel de su apariencia física; destacó sus defectos para reivindicar la belleza de lo imperfecto. Ella transformó su cuerpo dañado y su vello facial en sus marcas.
“Para ella estaba bien visto que las mujeres fueran llamativas,ambiciosas y extravagantes no solo bellas. Como dijo Madonna refiriéndose a Frida Kahlo en una entrevista para Marie Claire UK en 2012: “Lo que hace a una mujer más bella es lo orgullosa que está de lo qué es y de cómo se ve. Si es dueña de sí misma y no trata de ocultar o cambiar sus defectos o disculparse por su aspecto”.
A lo largo de la historia han sido muchos los diseñadores que se han inspirado en Frida Khalo o han reinterpretado su look, su estilo, su imagen… En este libro destacan además destacan las colaboraciones de dos genios: Karl Lagarfeld y Jean Paul Gaultier.
“Karl fotografió una de las producciones más bellas inspiradas en Frida. No me podía imaginar el libro sin alguna de esas imágenes. Fue para el Vogue alemán con su íntima amiga Claudia Schiffer. Tardamos más de nueve meses en que nos respondieran si podíamos comprar una foto de ese reportaje. Finalmente, nos dijeron que sí y que les gustaba tanto la idea del libro, que nos la regalaban con la condición de que no publicáramos sólo una foto. A Martine Assouline, mi editora, no le gusta repetir más de una foto del mismo reportaje y en este caso hizo una maravillosa excepción.
“Lo de Jean Paul fue más surrealista. No podía contactarle y puesto que fue el diseñador que prendió la mecha de la pasión por Frida en el mundo de la moda, quería que su voz tuviera presencia en el libro. Un fin de semana de abril, caminando por la orilla de la playa de Tulum, me crucé con él y pude contarle en detalle el propósito del libro.
“Me contó que la siguiente semana volaría a México y que le encantaría ver sus trajes. Me ofrecí hacer de guía y tuve el privilegio de llevarle por primera vez al Museo Casa Azul de Frida Kahlo, la casa donde nació, vivió y murió la artista y que él nunca había tenido la ocasión de visitar. La Directora del Museo le propuso hacerlo a puerta cerrada, de noche, sólo para él y lo desestimó porque quería verlo con el calor de la gente. Así de grande es Gaultier”.
El libro abre el armario de la artista pero también sus joyeros, su cofre de secretos… “Tenía un guardarropa con prendas de calidad – sedas, tafetanes, terciopelos y orfebrería muy cara. Faldas en colores muy vivos y delicados encajes; huipiles con espectaculares bordados a punta de cadeneta; telas chinas e hindúes trabajadas a mano por Tehuanas; piezas tradicionales de Guatemala junto con capas del siglo XIX o ropa europea que nunca utilizó pero que guardó como objeto de colección.
“Pero quizá una de las prendas que más llamó mi atención fue la bota de piel roja con motivos orientales que utilizaba como prótesis de su pierna derecha de cuyas cintas colgaba dos cascabeles que proporcionaban un revelador recordatorio de su cojera y de su impecable sentido del humor.
“También el pendiente que le regaló Picasso en París en forma de mano, que reflejó con detalle en su Autoretrato en 1940 y del que nunca se encontró la pareja.
“Frida Kahlo fue una mujer fuerte y llamativa, que de manera perversa decidió mostrarse fea en sus cuadros. Sus cejas, 'como alas de colibrí', como decía Rivera, resaltaban sus rasgos pintorescos de un solo trazo. A pesar de ser obscuras y pobladas, me impactó descubrir que además se las pintaba. Entre sus pertenencias pude ver el lápiz negro de Revlon con el que las dramatizaba remarcando al mismo tiempo su imagen de marca. Fue una precursora del marketing.
“Para una comunista recalcitrante utilizar perfume francés Shalimar y laca de uñas roja fue su visionaria manera de conciliar algo imposible hasta ese momento, feminidad y feminismo. Para ella la belleza provenía también del carácter. Por eso practicó una belleza honesta y se mantuvo fiel a su aspecto y a sus reivindicaciones. Para ella estaba bien visto que las mujeres fueran llamativas, fuertes y ambiciosas, no solo bellas.
"Pero sin duda lo más surrealista que he visto fueron sus corsés mitad ortopédicos mitad sexuales, que tanto se han declinado en el mundo de la moda. En especial uno dibujado por ella en el que simulaba en el vientre el hijo que nunca tuvo.
"Los corsés llegaron a su vida cuando el universo femenino se estaba desprendiendo de ellos. Eran el soporte estructural de su cuerpo desintegrado, la confirmación permanente de su discapacidad, el símbolo que transmitía su fragilidad física y su fortaleza mental. Por ello no permitió que le recordaran que era una inválida y los ornamentó con dibujos que transmitían mensajes de dolor tan plásticamente expresados que la pena se convertía en belleza.
"Fue una maestra en el arte de combinar un toque de osadía y mucha autoestima. Frida Kahlo entendió la moda como el arte de ser, no simplemente como el esfuerzo de aparentar.
Frida Khalo viajó y mantuvo contacto con gentes de la moda. Entre ellas, la diseñadora Elsa Schiaparelli, la eterna rival de Coco Chanel que sentía pasión por Dalí y el surrealismo. “No eran tan diferentes. Todos de alguna manera eran surrealistas. Vivían una ficción inventada voluntariamente. Aunque cuando Breton, el padre del surrealismo la identificó como parte del movimiento, Frida le dijo que ella no era surrealista “Yo no pinto sueños, pinto mi propia realidad.
“De Elsa Schiaparelli se cuenta que cuando conoció a Frida Kahlo en la inauguración de la única exposición de la pintora en París, quedó tan deslumbrada por la presencia de la artista vestida de tehuana, que no sólo alabó su estilo sino que también le diseño un vestido al que llamó ‘Madame Rivera’.
Martínez Vidal destaca la relación de Frida con las revistas y la costura, una aventura que comenzó hace más de setenta y cinco años. "En 1933 The New Yorker la describió, sin referirse a ella por su nombre, como "una delgada belleza mexicana, de pelo oscuro que es la tercera señora Rivera." Edna Woolman Chase, la visionaria directora de la revista Vogue de 1914 a 1952, la inmortalizó con una fotografía de Toni Frissell en un artículo de cuatro páginas dedicado a "Señoras de México" en la edición de octubre 1937.
"Atraídos por su identidad revolucionaria, Vogue capturó magistralmente su poderosa singularidad. Carine Roitfeld, exdirectora de la revista francesa y actual directora creativa internacional de Harper´s, así como fundador y editor de CR Fashion Book, dedicaba una historia maravillosa en la edición de septiembre 2013, en la cual recreaba una imagen que hizo Lola Álvarez Bravo en 1954 en la que aparecía la artista en su lecho de muerte; un magnífico homenaje a la última imagen de Frida, donde aparecía rodeada de sus joyas y objetos personales.
La periodista destaca la estrecha -e inseparable- relación entre su obra y su vida personal, su propia historia. Y hace una curiosa, pero efectiva, comparación.
“Es como Stephen W. Hawking, son gente que ha sabido transformar sus limitaciones en oportunidades. En ambos casos la discapacidad ha sido una ayuda para que se concentren en sus habilidades”.
Habilidades, en el caso de la mexicana, para transmitir sentimientos con la poesía, la pintura o posando. “Su vida es uno de los principales elementos que promueven su trabajo, no pueden ser separados. Convirtió sus cuadros en el guión de su propia vida. Su obra fue la mejor explicación de si misma. Esa es la peculiaridad que la convierte en única.
"Sin embargo, desvelar el misterio de Frida sigue siendo inexplicable para muchos críticos de arte que consideran incomprensible que alguien tan cuestionada técnicamente dejará atrás hace mucho tiempo el caché de Diego Rivera. Su marido, que llegó a cotizar más que Picasso en EEUU, era mejor pintor. Pero Frida fue mejor artista.
Aunque Frida fue descrita en vida como Una exótica flor en el ojal de Diego Rivera, hoy los museos internacionales anhelan sus exposiciones y ella es el principal reclamo para seguir difundiendo la excelente y prolija obra del colosal muralista mexicano. En este sentido, se puede decir que lo que sí ha eclipsado Frida en décadas recientes es la popularidad de su marido.
Una popularidad que no decrece, como un eterno faro que ilumina al mundo. Frida tiene ese algo que solo tienen las aquellas y aquellos que se convierte en mitos.
“En Frida se dieron circunstancias especiales que la hicieron única. Llegar a ser una de las mujeres más icónicas del siglo XX al lado de Marilyn Monroe, Jackie Kennedy o María Callas siendo indígena, discapacitada, del tercer mundo, y sin formar parte del show business ya que no era cantante, ni actriz ni bailarina sino pintora, un mundo dominado por los hombres, la hace irrepetible”.
"Es normal volver a hablar de fridomanía y la periodista confiesa sentirse saturada. “A veces, cuando algún amigo me regala un collar o algo de ella pienso, ¡no, por favor, horror!
Comenta la periodista que si Frida levantara la cabeza "quizás fallecería de nuevo al ver su rostro en una Barbie, en una caja de cerillas, en una botella de cerveza o tequila, en unas gafas de sol y hasta en unos calcetines. Sin duda esta anticapitalista marxista se sentiría indignada por la comercialización burda de su nombre. Se ha globalizado su imagen, pero también ha desdibujado las fronteras que separan la verdadera vida del artista del personaje, un mito novelado.
"La moda, el mejor antídoto contra la vulgaridad, es un arte que puede metamorfosear el merchandising barato de la fridomanía y convertirlo en un artístico tributo desde la fridopasión, un estallido continuo de creatividad que nace desde la inspiración que supone su vida y su obra y celebra a la pintora a partir de nuevas creaciones artísticas.
"Más allá de las prendas folclóricas mexicanas, la moda ha ayudado a transformar a Frida en un icono y en una leyenda capturando y retratando la audacia sin límites de la artista borrando de un plumazo la comercialización masiva que, milagrosamente, no ha extinguido su imagen vibrante. De esta Frida no me he cansado en absoluto, al contrario creo que quedan muchas cosas por contar.
Y muchas cosas qué preguntar. “Le preguntaría si realmente se suicidó; y qué como un señor como Diego Rivera, de 130 kilos, pudo ser buen amante”.