Undressed: Desnudando los armarios
- Un repaso a la evolución de la ropa interior de mujeres y hombres
- Los cambios marcan las prendas que antes se ocultaban y ahora se exhiben
- Se habla de opresión y sometimiento pero también de liberalización y poder
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En el espacio destinado a la exposición reina el silencio. El visitante camina despacio, como si fuera un voyeur que siente curiosidad por esta colección de ropa que normalmente se oculta a la vista y, depende del momento, a otros sentidos. En un juego de vitrinas, espejos y escaleras, como si fuera un boudoir, conviven prendas que sirvieron para tapar con otras diseñadas para mostrarse al mundo.
Es Undressed, la nueva exposición del Victoria and Albert de Londres que muestera ahora la historia de la lencería, tanto la usada por mujeres como la utilizada por hombres.
La muestra es una exhibición de ropa más o menos íntima, pero también un estudio de las costumbres, hábitos y cambios sociales vividos por la sociedad a través de los tiempos, tocando distintos temas.
Edwina Ehrman, comisaria de la exposición, explica que "nuestros antepasados usaban ropa interior por razones muy similares a las nuestras: higiene, protección, comodidad… pero también hay que destacar su uso en las élites para crear la silueta que estaba de moda, algo que hoy seguimos haciendo”.
Como siempre, lo que más llaman la atención son las prendas y elementos utilizados en el siglo XIX. Destacan, por su perfección, los corsés, piezas relacionadas con la opresión, social y física, que deformaban al 'gusto' de la época el cuerpo de la mujer.
Resulta sorprendente la comparación del cuerpo de la Venus de Milo con el dibujo de una mujer con corsé realizado en 1880. Pero todavía lo es más si imaginamos cómo serían las radiografías de las costillas de ambas.
Otras piezas, como el miriñaque o las crinolinas, también cumplían esa función: cambiar la silueta logrando formas antinaturales que en un momento dado se pusieron de moda, a veces para ocultar el cuerpo de la mujer; a veces, para resaltar sus curvas.
Huesos de ballena para apretar las costillas
En la exposición se explica, además, el uso de determinados tejidos y materiales para construir esas prendas. El algodón blanco fue el material más usado, el primero, pero después se fueron introduciendo otros como la seda y el lino, además de cordones, acero y huesos de ballena.
Su uso incrementó la demanda y desde 1820 se intensifica la caza de ballenas porque aumenta el consumo de huesos y, sobre todo, de aceite (grasa) para la iluminación. “Curiosamente, a finales del XIX las mujeres se rebelan contra estas ‘matanzas’ y, concienciadas, se rebelan contra el uso de productos de origen animal en su ropa. Y eso sucedió en 1880”, revela Ehrman.
No fue una protesta aislada. Las imposiciones de la moda desde 1778 eran tan estrictas que la duquesa de Devonshire, Georgiana Spencer, se quejó por carta del uso del corsé haciendo referencia al dolor, pero anteponiendo el orgullo por ir a la moda al sufrimiento con la célebre frase: “But it is the ‘ton’: and pride feels no pain”.
"Es moda, y el orgullo hace que no sienta dolor". Una frase que hoy, con variaciones y orientada a los zapatos de tacón, sigue creando polémicas. ¿Es necesario sufrir para estar bellas?
La gran revolución
El visitante puede además contemplar los cambios en la moda en las sucesivas décadas del siglo XX y la gran revolución ‘íntima’ producida en el XXI con la introducción de materiales tecnológicos y el estilo deportivo.
Comparando, y analizando, más de 200 piezas, creadas entre 1750 y la actualidad, se aprende y se comprende la moda y su evolución. Pero también se disfruta del talento de los diseñadores, de las osadas agujas que decidieron romper moldes y trasladar códigos lenceros a las prendas de calle.
En la exposición se relata el estilo en el vestir a la hora de ocultar ciertas partes del cuerpo, desde la hoja de parra con la que se representa en la pintura y escultura a Eva - y a Adán- hasta llegar al vestido que Mila Kunis llevó a los Oscar, un diseño lencero de Elie Saab, un diseño de alta costura de la primavera de 2011.
Hoy es normal ver, en la calle, en las pasarelas y en las alfombras rojas, vestidos realizados con encaje y detalles lenceros que en épocas pasadas tan solo se utilizaban para la ropa interior y del uso del estilo homewear en la calle.¡ Ojo, que no es una novedad!
En la década de 1920, e incluso antes, las mujeres ya lucían trajes en seda al más puro estilo pijama y abrigos que parecían un batín. Los hombres tardaron más porque los cambios en los armarios masculinos han sido distintos, a un ritmo diferente.
De la intimidad al exhibicionismo
La exposición también se centra en la moda interior de los hombres. Desde la hoja de parra con la que se tapa las representaciones artísticas de Adán hasta los calzoncillos de nueva generación hechos con bambú y algodón orgánico, el abanico de prendas es enorme, tapando mucho antes y poco ahora.
Vemos conjuntos de 1950 y campañas de moda, de un gracioso vintage, realizadas en 1970. Siempre con prendas que se ocultaban, que cumplían funciones de comodidad e higiene. Hasta que llegó Calvin Klein y cambió de un plumazo la mentalidad del mundo occidental.
Millones de hombres mostraban sus calzoncillos. Al principio, tan solo dejaban ver el elástico superior. Después usaron, y usan, prendas que enseñan todo, o casi todo.
La moda ha cambiado, se ha transformado, y siempre lo ha hecho para revelarse contra lo establecido redefiniendo las reglas, la estética y la forma de sentir el placer: unas veces hacia adentro y otras, hacia afuera.