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Crisis de los refugiados

Human Rights Watch denuncia "abusos" en las primeras deportaciones de refugiados desde Grecia a Turquía

  • En un informe documenta "irregularidades y violaciones" de derechos humanos
  • HRW denuncia que al menos 13 de los que estaban en Chíos querían pedir asilo
  • No fueron informados de que iban a ser deportados ni a dónde, critica esta ONG
  • Human Right Watch subraya que Turquía no es un país seguro para los refugiados

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Policías escoltan a los refugiados en el puerto de Dikili en Izmir, en Turquía, el pasado 4 de abril
Policías escoltan a los refugiados en el puerto de Dikili en Izmir, en Turquía, el pasado 4 de abril

Human Rights Watch ha denunciado este martes que las primeras deportaciones de refugiados desde Grecia a Turquía realizadas el pasado 4 de abril en el marco al acuerdo firmado por la Unión Europea y Ankara estuvieron "plagadas de abusos" después de analizar el traslado de 66 personas que fueron enviadas desde la isla griega de Chíos a suelo turco de forma "caótica" y "violando los derechos" de los deportados.

Según el informe de HRW hecho público este martes, no se tuvo en cuenta que al menos 13 de ellos habían expresado su deseo de solicitar asilo en Grecia -aunque el número podría ser más alto-, no se les explicó que iban a ser deportados, no se les comunicó a dónde se les llevaba, muchos no pudieron llevar consigo sus objetos personales y una vez en Turquía han perdido el contacto con sus familiares y amigos -les han quitado los móviles- sin que las autoridades turcas hayan permitido la visita de grupos de derechos humanos o Naciones Unidas sobre el terreno.

"En la loca carrera por empezar las deportaciones del tratado con Turquía, la Unión Europea y Grecia han lanzado los derechos humanos por la borda, incluyendo los de la gente que quería pedir asilo", señala Fred Abrahams, director del programa de HRW. "El tratado de la UE se basa en la falsa premisa de que todos los deportados están a salvo en Turquía, cuando los hechos dicen lo contrario", añade.

HRW ha documentado una "serie de irregularidades y violaciones" después de visitar al centro de detención VIAL de Chíos y entrevistar allí a doce amigos y un familiar de 19 afganos deportados el pasado 4 de abril desde este punto de Grecia y analizar los mensajes de móvil que intercambiaron.

Sin información sobre las deportaciones

"Las autoridades no informaron a las personas que iban a ser deportados, no les contaron dónde iban a ser llevados y no permitieron a algunos de ellos coger sus posesiones personales", denuncia el informe de esta ONG.

El día antes de las deportaciones, el 3 de abril, las autoridades separaron a las 66 personas con el falso pretexto de que iban a ser registrados, incluyendo los que pidieran asilo. "Se fueron felices y cuando salieron la policía les estaba esperando... Si hubieran sabido que iban a ser deportados, habrían cogido sus bolsas, su documentación su dinero", relata Salim, un joven afgano de 24 años sobre tres de sus amigos, Ilias Haqjo, Mohammad y Reza.

Tahir, otro amigo de estos jóvenes, señala que no pudieron llevarse ni sus móviles: "Sus familias nos están llamando y nos preguntan ¿dónde están?"

Entre los deportados, continúa el informe, también había una familia afgana que había huido a Kabul en 2009 cuando los talibanes atacaron su casa. La madre, Shila Ahmadi, de 40 años, empezó a gritar y protestar delante de 15 policías cuando les dijeron que iban a ser transferidos como puede verse en este vídeo en el que un grupo de hombres aseguró que era una "vergüenza" y no que se respetaban los derechos humanos.

Su hijo Omid Ahmadi, de 18 años, intercambió en esas horas previas mensajes de texto con Amir, un amigo de la familia en el que le explica que iban a sacarlos de allí pero que no sabía a dónde ni si serían deportados o seguirían adelante con su viaje.

"Estamos en otro campo, no hay agua, no hay comida"

Los 66 fueron trasladados a una fábrica abandonada en Chíos llamada Tabakika, donde pasaron la noche. "Hola, estamos aquí en otro campo sin nada, no hay agua, no hay comida y hace frío", explicó Wahid Abbasi, otro de los deportados en un mensaje que dejó a su amiga Hamida en la noche del día 3.

Ni siquiera al día siguiente, cuando ya fueron trasladados a los barcos para ir a Turquía, sabían qué iba a ser de ellos exactamente, según denuncia HRW. Algunos mensajes revelan que algunos ya sabían que les llevaban a suelo turco pero desconocían a dónde exactamente.

"Ahora estamos en el autocar, nos están llevando a un campo", escribe Mohsen Ahmadi a su amigo Amir sobre las tres de la tarde del 4 de abril. "¿Por qué allí?, le pregunta su amigo. "No lo sé, el campo está cerca de Estambul".

HRW denuncia que les han quitado los móviles

A último hora de la noche Hassan recibió una llamada de su amigo Haider, que había sido deportado. En ella le explicó, según el testimonio recabado por HRW, que estaban en un recinto que parecía "una cárcel" y que la policía estaba recogiendo los móviles. "Me dijo que volvería a llamarme pero no lo hizo", relata Hassan.

HRW explica en su informe que ha intentado ponerse en contacto con cuatro de los deportados a través de sus números de teléfono pero que no lo ha conseguido: tres parecen estar apagados y otro no funcionaba.

Human Right Watch considera que la confiscación de los teléfonos es una medida "innecesaria y cruel" teniendo en cuenta que los solicitantes de asilo y migrantes utilizan sus móviles para estar informados y mantener el contacto con sus familias.