Agua, un techo y una escuela: cómo volver a ser niño tras el terremoto de Ecuador
- Los menores son los más vulnerables ante la falta de servicios básicos
- Unicef estima que se necesitan unos 25 millones de euros de forma urgente
- Muchos de ellos se han quedado huérfanos o están separados de sus familias
- Las ONG tratan de protegerles y de facilitarles apoyo para superar el trauma
Cuando se desencadena un terremoto como el que hace pocos días sacudió la costa de Ecuador, los niños y adolescentes son las víctimas más vulnerables de una destrucción que les arrebata su casa, su escuela y, en ocasiones, a su familia: Unicef calcula que más de 250.000 menores han resultado afectados por el seísmo del pasado sábado y estima que se necesitan unos 25 millones de euros de forma urgente para atender sus necesidades básicas.
Lo más acuciante es garantizar el acceso a servicios de primera necesidad, como agua potable, comida e higiene, dado que hay pueblos enteros destruidos, especialmente en las provincias más afectadas, Manabí y Esmeraldas, donde unas 720.000 personas han resultado afectadas y el 35% por ciento de la población (más de dos millones de personas, entre ambas) tiene menos de 18 años.
El representante de Unicef en Ecuador, explica a RTVE.es todavía no se han evaluado todos los daños, por lo que las cifras aún son inciertas, aunque la destrucción es tal que el Gobierno ecuatoriano se está planteando obviar la reconstrucción de algunas localidades y realojar a los supervivientes en otros pueblos.
Falta lo más básico
“Los niños están durmiendo fuera, en la tierra“
"No hay ningún servicio básico: ni agua, ni luz, ni higiene", abunda la directora de programas de Plan Internacional en Ecuador, Verónica Zambrano. "Los niños están durmiendo fuera, en la tierra", señala, al tiempo que advierte de que "no conocemos todavía la magnitud real del terremoto".
Ecuador encara en estas fechas el final de la temporada de lluvias, lo que agrava la situación de entre 3.000 y 5.000 supervivientes, según Save the Children, que deben pernoctar en la calle, entre los charcos. La humedad favorece la expansión del mosquito Aedes Aegypti, transmisor de enfermedades como el zika, el dengue o el chikungunya.
Por ello, las organizaciones humanitarias se esfuerzan por proporcionar a los habitantes de las zonas más afectadas refugio, estableciendo campamentos, pero también pastillas potabilizadoras (Unicef ha enviado 20.000 unidades), mosquiteras y lonas de plástico.
Proteger a los más pequeños de los abusos
Los niños, además, requieren protección, puesto que en muchos casos se han quedado huérfanos o separados de sus familias tras el terremoto. "Es una de las situaciones más preocupantes: si no hay una respuesta inmediata, aparecen redes informales que alientan la trata, los abusos sexuales...", avisa Leity, que señala que hay que identificarles y asegurarse de que vuelven con sus familias o, en su defecto, son acogidos convenientemente.
Zambrano, a su vez, recuerda que después del terremoto de Haití de 2010 se produjo un repunte de los embarazos adolescentes, muchos de ellos a consecuencia de violaciones, y señala que se necesitan recursos para trabajar con los padres y con los propios menores, para aprender a esquivar esos riesgos.
Plan Internacional ha propuesto al Gobierno ecuatoriano poner en marcha una campaña nacional para prevenir los abusos sexuales, porque las amenazas son numerosas, desde voluntarios que se revelan como pederastas hasta niñas que ofrecen, con el consentimiento de sus familias, favores sexuales a cambio de agua o alimentos.
Ofrecer un futuro
Una de las vías que utilizan las organizaciones humanitarias para proteger a los menores es la instalación de carpas junto a los albergues y campamentos donde se ofrece a los niños, especialmente a los más pequeños, un recinto para jugar y realizar actividades educativas o psicosociales, con el fin de sobrellevar la catástrofe.
“No tienes ni siquiera tu casa. Hay que darles un proyecto de futuro“
Unicef los denomina Espacios Amigables, mientras que Plan Internacional los llama Espacios Amigos de la Infancia: Fábricas de Inteligencia, pero el objetivo es el mismo: "Hay que trabajar en la autoestima", señala Zambrano, "son niños de zonas pobres, que ya tenían poca autoestima, pero ahora con esto... No tienes ni siquiera tu casa. Hay que darles un proyecto de futuro".
En este sentido, también es esencial recuperar las escuelas: Unicef calcula que se han perdido 146, lo que deja a unos 120.000 niños sin posibilidad de empezar el curso en el mes de mayo; además, algunas de las que quedan en pie están siendo utilizadas como albergues.
Escuelas, pero también profesores
Unicef tiene previsto montar 50 escuelas temporales y dotar de material aquellas que se puedan reparar, para lo que dispone de kits educativos para 770 aulas, a los que se sumarán otros 1.500 de Save the Children, entre otros esfuerzos de organizaciones y del propio Gobierno ecuatoriano.
Sin embargo, no solo se necesitan escuelas: entre los más de 500 fallecidos, por lo que Unicef está negociando un plan de colaboración con el Ministerio de Educación para facilitar el regreso de docentes y el traslado de profesores desde otras regiones ecuatorianas.
“Es realmente un caos, por más esfuerzos que haya hecho el Gobierno y la comunidad internacional“
En cualquier caso, la tarea es ingente: "Es realmente un caos, por más esfuerzos que haya hecho el Gobierno y la comunidad internacional", asegura Zambrano. De su respuesta en las próximas semanas dependerá el futuro de muchos de los niños a los que se les ha derrumbado la vida.