El Festival de Málaga viaja desde Guernica a una ecoaldea del Bierzo
- El cinesata Koldo Serra muestra el bombardeo de la población vasca en la Guerra Civil
- Alba González de Molina debuta en la ficción con el cine ecológico de Julie
No fue el episodio más cruento de la Guerra Civil, pero los pinceles de Pablo Picasso dieron una trascendencia internacional, que ha perdurado en la memoria, al bombardeo de ese pequeño pueblo, cuyo horror se muestra ahora en movimiento en la película Gernika. El segundo largometraje dirigido por Koldo Serra se ha presentado hoy en la sección oficial del decimonoveno Festival de Cine Español de Málaga, el mismo día en el que se cumplen 79 años de ese episodio.
Teresa (María Valverde), editora de la oficina de prensa republicana, es cortejada por su jefe, Vasyl (Jack Davenport), asesor ruso del gobierno de la República, pero se sentirá atraída por el idealismo de Henry (James D'Arcy), un periodista norteamericano que cubre el frente norte, e intentará despertar en él la pasión por contar la verdad.
"Hemos intentado ser fieles a la época y al entorno, y queríamos que el bombardeo estuviera muy bien contado y que tuviera la duración que tiene, veinte minutos", ha afirmado Serra, que califica la historia como "un drama romántico".
Con un presupuesto cercano a los seis millones de euros, la película se rodó durante poco menos de ocho semanas y en los respectivos idiomas de los personajes -inglés, castellano, euskera y alemán-, aunque se estrenará doblada, con algunas copias en versión original subtitulada.
Al emprender el proyecto, Serra pensaba que ya existirían películas previas sobre el bombardeo, aunque comprobó con sorpresa que no era así, con lo que "la responsabilidad era todavía mayor".
Considera que "no se habla tanto de ideologías" en la película, y lo que ocurre "es universal y podría haber pasado en Dresde o en cualquier otro bombardeo, con personajes en el centro de una guerra que, como todo el mundo, sufren las consecuencias".
Carlos Clavijo, coautor del guión, coincide con Serra en que buscaban "una película más humanista que ideológica y que la pudiera ver gente de todas las ideologías, más que una película de un bando o de otro".
"Es sobre gente que hace una vida normal que se rompe por juegos que ellos no controlan, y sobre cosas que pasan que los personajes no saben que van a condicionar su futuro", según Clavijo, que pretendía además una "conexión emocional" para que el espectador actual "se pueda sentir identificado".
María Valverde, con casi todo su papel en inglés, ha apuntado que "rodar en otros idiomas da libertad para equivocarse" y ha resaltado que los personajes femeninos "están muy bien escritos, porque son mujeres que eran guerreras pero que tenían que aparentar no serlo".
Para Bárbara Goenaga, todo el mundo sabe lo que ocurrió en Guernica, pero "una cosa es leer la historia, ver las cosas en blanco y negro, y otra es vivirlas".
"La película es verlo en imágenes en movimiento, con personas que aman, que sienten, en una guerra entre hermanos, y es importante verlo para entender mejor la historia", ha añadido Goenaga.
El cine ecológico de Julie
Una ecoaldea real que existe en el Bierzo es el escenario donde se esconde la protagonista de Julie, primer largometraje de ficción dirigido por Alba González de Molina, que se presenta este martes en la sección oficial del Festival de Cine Español de Málaga.
Un rodaje de complicada logística, ya que fue necesario transportar con tirolinas y carretillas a través de la montaña todo el material, incluidos los generadores para tener la energía de la que no se dispone en la ecoaldea.
Después de su trabajo en el documental, la directora admite que el proyecto nació como "un reto", el de hacer una película de ficción. "Me interesaba mostrar el peso que llevamos por fuera y por dentro en cuanto a las generaciones, padres, madres, abuelos e hijos, y cómo debemos ir desvistiéndonos y Julie intenta desprenderse de sus capas para aceptar lo que tiene dentro", ha explicado en rueda de prensa González de Molina.
La ecoaldea le servía para "sacar del confort al personaje, como si a un pez se le saca de una pecera y se le mete en otra", y una de las grandes experiencias fue rodar con sus habitantes, que no son profesionales del cine.
Julie es interpretada por Marine Discazeaux, quien ha recordado cómo, un día que estaba trabajando en un bar como camarera, entró Alba González de Molina y le preguntó "si quería ser la protagonista de la película". "Empezamos a quedar todos los días y a hablar del tipo de cine que nos gusta, me metió en esta aventura loca y no quería salir", ha añadido Discazeaux.
Uno de los miembros del reparto es un habitante real de la ecoaldea, Daniel Martín, quien ha apuntado que, cuando les llegó la propuesta, estuvieron "sopesando los pros y los contras", y fueron necesarias "muchas reuniones".
La ecoaldea tiene una población que en verano alcanza las 70 personas, aunque en el último invierno se ha reducido a 32, "porque es muy duro, se queda aislada durante varias semanas y no se usan motores, así que la leña hay que hacerla a mano, y son cosas que no todo el mundo está dispuesto a disfrutar".
Hay habitantes de numerosas nacionalidades, aunque con mayoría de alemanes, desde que hace veintisiete años una pandilla de hippies empezó a recuperar el pueblo, ha explicado Martín, "en un proyecto con mucho respeto a la naturaleza".
No teme que la película suponga ahora una avalancha de turistas a la ecoaldea, porque "llegar es difícil, hay que caminar mucho por un lugar escarpado, y el turismo que llega suele ser muy respetuoso".