Los reformistas triunfan en la segunda vuelta de las legislativas iraníes
- Los partidarios de Rohani logran al menos 35 de los 68 escaños en liza
- En el Parlamento anterior solo nueve diputados eran del sector reformista
El presidente iraní, Hasán Rohaní, se ha convertido en el ganador indiscutible de la segunda vuelta de las elecciones legislativas de este viernes en Irán, después de que los candidatos reformistas y moderados que le apoyan expresamente se llevaran al menos 35 de los 68 escaños en liza.
Hasta 18 mujeres habrían garantizado además su presencia en el Parlamento, el mayor número en la historia de la República Islámica y el doble de las que había en el parlamento saliente.
La votación, que se había planteado como un referéndum sobre las políticas de apertura social, distensión con Occidente y reformas económicas del mandatario, dejó un fuerte mensaje de apoyo a Rohaní y otro simultáneo de rechazo a los conservadores "principalistas", sus más férreos opositores, quienes habrían obtenido, según los primeros resultados oficiales difundidos hoy, unos 22 diputados.
El resto de los escaños correspondería a diputados independientes. En estas elecciones unos 17 millones de iraníes, menos de la mitad del censo, fueron convocados a elegir entre los 136 candidatos que en la primera ronda, que se disputó el pasado 26 de febrero, no superaron el umbral del 25% de los votos de su circunscripción para obtener un escaño.
El reformismo se abre paso en las ciudades
Así solo se votó en 55 circunscripciones de 21 provincias del país, mayoritariamente zona rurales y poco pobladas, otro indicio del éxito reformista, tradicionalmente fuerte en las grandes ciudades pero con escasa presencia en el interior del país.
Además, en ocho de esas 55 circunscripciones los reformistas no contaban con ningún candidato.
Un recuento provisional publicado por la agencia iraní Mehr apuntaba que en el Parlamento iraní habría una mayoría de diputados reformistas, con hasta 122 escaños, mientras que habría 84 "principalistas" y 82 independientes, en una cámara de 290 diputados.
La agencia Tasnim, en cambio, dividió la cámara en 155 "principalistas" e independientes "conservadores" y 134 reformistas e independientes con esa tendencia.
A estas estimaciones habría que añadir una diputada reformista que fue elegida en primera ronda por la ciudad de Isfahán pero que luego fue suspendida por el Consejo de Guardianes, y cuyo escaño se adjudicará el año próximo en coincidencia con las elecciones presidenciales.
En cualquier caso, la cifra supone un éxito de los reformistas, ya que su objetivo declarado en la primera ronda electoral del mes de febrero, en donde arrasaron en Teherán, la circunscripción más grande del país, era tan solo evitar que los "principalistas" obtuvieran una mayoría absoluta.
Obligados a buscar aliados
Con estos resultados, ningún sector de la política iraní podrá imponer su sola voluntad legislativa y tendrá obligatoriamente que buscar aliados en las otras bancadas.
Además, ninguna acción legislativa de gran calado, que requieren de al menos la aprobación de dos tercios de la cámara, podrá llevarse a cabo sin consenso.
En el Parlamento anterior, tan solo 9 diputados eran del sector reformista.
El resultado electoral fue posible después de que los reformistas, muchos de cuyos candidatos fueron vetados por el Consejo de Guardianes para participar en los comicios, apostaran por una vía posibilista diseñada para al menos alejar del Parlamento a las figuras más radicales y conservadoras.
Así, en los lugares en donde no pudieron presentar un candidato propio pidieron votar por otros cuya trayectoria y tendencia fuera menos radical.
Esa estrategia parece haber dejado fuera de juego a los "principalistas", cuyo objetivo político declarado es seguir a rajatabla las directivas del líder supremo Alí Jameneí, muchos de los cuales, los más recalcitrantes, quedaron fuera del Parlamento.
El líder "principalista" y consuegro del líder supremo, Gholamalí Hadad Adel, quien perdió su escaño por Teherán en la primera ronda, intervino en la campaña para pedir el voto contra "la sedición", como se conoce entre los grupos conservadores a los reformistas que protestaron tras las elecciones de 2009.
Aparentemente los iraníes no hicieron caso a estas directivas, lo que también puede leerse como una derrota del líder supremo, quien no ha cejado de advertir a Rohaní sobre sus políticas de apertura, particularmente después de la entrada en vigor el pasado enero del acuerdo nuclear que puso fin a las sanciones económicas contra el país.