Iciar Bollain: "Lo que hicimos en el 'boom' inmobiliario con el paisaje fue hacernos daño"
- Estrena El Olivo, un vitalista retrato de los lazos familiares y medioambientales
- La película está protagonizada por Anna Castillo y Javier Gutiérrez
- Con la participación de RTVE, se estrena el 6 de mayo en cines
"Casa de padre, viña de abuelo y olivar de bisabuelo", dice un refrán popular para subrayar que los olivos, cuanto más viejos, mejor. Retorcidos, dicen algunos que por la rotación del planeta, no son solo huella del hombre mediterráneo, sino esculturas milenarias vivas muy apreciadas. Tanto, que existe un mercado para ellos y muchos ejemplares acaban en jardines de millonarios o en sedes de multinacionales. Si no mueren antes al ser trasplantados.
Al leer un artículo sobre el expolio de los olivos milenarios en el levante español, al guionista Paul Laverty, habitual de Ken Loach y pareja de Iciar Bollain, le brotó el guion de El olivo, película que llega este viernes 6 de mayo a las pantallas protagonizada por Anna Castillo, Javier Gutiérrez y con la participación de RTVE en la producción.
“A Paul le pareció metafórico que algo tan arraigado en el paisaje se pueda poner como adorno”, explica en una entrevista con RTVE.es la cineasta de lo que ha terminado siendo su séptima película de ficción. Juntos visitaron la comarca del Bajo Maestrazgo, en la provincia de Castellón. “Los olivares son mágicos. Impresiona la personalidad de los olivos: sus raíces se levantan y muchos están partidos por la mitad”.
Y surgió la historia alrededor de un olivo arrancado en el seno de una familia “Hay un abuelo que es el que lo ha cuidado, unos hijos que intentan coger el tren del boom y tienen sus razones para venderlo, salir adelante y montar un negocio propio, y una nieta, Alma, muy vinculada a su abuelo (y a su olivo) que vive como un trauma de niñez la venta del árbol”, explica Bollain.
Ya adolescente, en un arranque de rabia, Alma (Anna Castillo) emprende un viaja hacia Düsseldorf para recuperar el olivo familiar junto a su tío ‘Alcachofa’ (Javier Gutiérrez) y un amigo (Juanma Lara), ocultándoles, eso sí, que el árbol adorna el patio de una multinacional y que el fracaso está asegurado.
Sobre al argumento ramifica la crítica a la especulación de los años del ladrillo, la hipocresía de las multinacionales y la voluntariosa reacción de la sociedad a través de las redes sociales. Pero El olivo es sobre todo una historia de personajes entrañables con bastante (y buena) comedia. “El entorno somos nosotros también. Lo que hicimos en el boom inmobiliario con el paisaje fue hacernos daño”, sostiene.
Anna Castillo destaca con su papel de joven rabiosa pero tierna. “Me gusta de Alma que es poco intelectual, no quiere hacer de eso una causa. Su pelea es no quedarse sentada. Se va a hacer algo, aunque sea inútil, imposible y quijotesco. Eso me parece bonito”, dice Bollain, en cuyo cine (También la lluvia, Te doy mis ojos) siempre aparece la denuncia.
En la furia de Alma hay algo generacional. “Si yo tuviera 21 años, estaría enfadada con el paisaje que les hemos dejado. Por ejemplo, en mi generación estudiar en la facultad era una cosa natural y las tasas universitarias una cosa simbólica. Ahora hay jóvenes que dejan de estudiar porque no pueden pagar las tasas”, lamenta la directora.
Los personajes, náufragos de la crisis, se sienten engañados sin saber exactamente qué ha pasado. “La mentira es un tema obvio de la película. Todos los personajes se mienten entre ellos y Javier Gutiérrez hace un monólogo sobre la sensación de estafa: nos habían dicho que había un problema económico y luego resulta que hay gente que ha sacado dinero fuera. La corrupción son mentiras, hay mentiras cuyas consecuencias las está pagando otra gente”.
Para el papel del abuelo, Bollain recurrió directamente a un agricultor, Manuel Cucala, elegido tras un casting. “Es un hombre muy vital y alegre”. Al conocerle un poco más, descubrió que no era su primera vez en un rodaje. “Cuando hizo la mili en Madrid, los soldados que quisieron se acercaron al rodaje de La caída del imperio romano (Anthony Mann, 1964), les dieron un bocata y les vistieron de romano. Me enseñó la fotografía en su casa.
Javier Gutiérrez demuestra una vez más que no tiene techo. “Me ha deslumbrado: puede hacer comedia y drama en la misma escena con una credibilidad de 100 por 100”.
Bollain fue consciente de los temas imbricados en la película mientras la hacía. “Me di cuenta de que hay un lazo entre la niña, el abuelo y el árbol. La armonía con la naturaleza, sin ponerte hippy, te da paz”, dice. “El mensaje más contundente es el emocional: la importancia que tienen los lazos con la tierra y la familia”.
Reclama la unión de partidos de izquerdas
Bollain es una de las firmantes del manifiesto que reclama la confluencia de Podemos e IU para las próximas elecciones generales. “No tiene sentido que vayan separados. Hay que intentarlo porque, si con lo que está pasando siguen los mismos de alguna manera los bendices. Es como decir: no importa, no hay responsabilidades”.