Miguel Gallardo: "Hasta el viaje más corto puede ser una gran aventura"
- El dibujante publica Turista accidental, un diario de viajes ilustrado
- Un libro en el que queda patente su sentido de la observación y del humor
“Hasta el viaje más corto puede ser una gran aventura. Para mí, hasta bajar a la calle a comprar el pan o un yogurth puede convertirse en una experiencia inolvidable. Y soy tan despistado que puedo perderme en Moscú o al lado de mi casa” Eso es lo que quiere transmitirnos Miguel Gallardo (Lérida, 1955) en su nueva obra, Turista accidental (Astiberri), un divertido diario de sus viajes por todo el mundo.
“Incluso –continúa Gallardo- una vez me ingresaron por una gastroenteritis y a las pocas horas ya estaba con mi libreta retratando el mundo hospitalario. Creo que fue Oscar Wilde el que decía que las buenas historias se les ocurren a los que saben contarlas”.
El autor de Makoki, María y yo o María cumple 20 años, sigue siendo uno de los referentes del cómic español gracias a que sabe reinventarse y sorprendernos con cada trabajo. Como este diario que comenzó casi sin querer: “Conocía a otros dibujantes que hacían diarios de sus viajes, pero yo nunca me lo había ni planteado, hasta que en 2004, con motivo de un viaje a Tel Aviv, me regalaron una libreta de cuero. Y fue una maldición. Porque no me quedó más remedio que empezar a usarla”.
“Desde entonces suelo llevar varias libretas a los viajes –afirma-. No tienen que ser especiales. Me da igual cómo sean. Y también dibujo con cualquier cosa que pillo. Y uno de mis lugares favoritos para dibujar son los aeropuertos. Mientras la gente se aburre esperando yo los observo y para mí son una fuente inagotable de inspiración”.
“No dibujo monumentos. Dibujo historias”
Aun así, Gallardo asegura que no es de los que va tomando notas, sino que prefiere reflejar sensaciones: “Yo no soy de los que van dibujando monumentos. Yo dibujo historias. Por eso no voy dibujando ni tomando notas, sino que me quedo con la sensación que me provocan las cosas y ya de noche, tranquilamente en el hotel, es cuando hago un filtro de lo que he visto, de las sensaciones que me ha producido, y entonces es cuando dibujo”.
“De hecho –confiesa- este diario era una cosa muy personal, no tenía ninguna intención de publicarlo. Aunque ya sabéis que tampoco tengo ninguna vergüenza ni intimidad, porque llevo años contando mi vida y abusando de mi hija y de toda mi familia. Pero esta vez fueron mis amigos los que, cuando vieron el diario, me animaron a que lo llevase a Astiberri para ver si me lo publicaban”.
“El libro –continúa- es un artefacto en el que ha quedado reflejada mi personalidad. Como, por ejemplo, mi déficit de atención. Soy muy despistado, lo pierdo todo”.
“También –asegura- voy recogiendo las costumbres y cosas que más me llaman la atención de otros lugares. No lo recomendaría como guía de viajes pero creo que puede ser útil para el viajero y espero que divertido”.
En el libro, Gallardo nos comenta sus viajes por Praga, Frankfurt, Varsovia, Málaga, Nueva York, Xalapa, Tokio o Barcelona.
Obsesionado por las habitaciones y los baños de hotel
Miguel Gallardo confiesa que, de tanto viajar, ha llegado a obsesionarse con las habitaciones y los baños de los hoteles: “Cada vez que llego a una habitación lo primero que hago es inspeccionarlo todo. Compruebo los armarios, abro todos los grifos para ver si funcionan... Es casi como un ritual para mí. Llevo muchos años viajando y me he alojado desde en suites imperiales hasta en colegios mayores y hostales que prefiero olvidar”.
“Otro de mis fetiches son los cuartos de baño –continúa-. Podría hacer un libro con los lavabos que me he encontrado en mis viajes. Por ejemplo los retretes de Japón, que son como Hal 9000 (el ordenador malvado de 2001), llenos de botones. En algunos cuando entras, la tapa se levanta sola, como si tuviese telepatía. Y en una ocasión, en vez de darle al botón para tirar de la cadena le día al de emergencia, y se presentaron allí un montón de japoneses a ver qué me pasaba”.
“Otro sitio curioso son los baños de los aeropuertos –afirma- Si te fijas puedes ver a mucha gente haciendo gestos con las manos porque no saben dónde están las células fotoeléctricas para que salga el agua del grifo. Observarlos puede ser muy divertido”.
Ofrendas al dios de los viajes y souvenirs
Gallardo asegura que es muy despistado y que, por eso, se ha dejado muchas cosas en los hoteles: “Cuando dejo un hotel repaso la habitación concienzudamente pero, aun así, siempre acabo dejándome algo. Por eso me inventé una excusa: que esas cosas que perdía eran mis ofrendas al dios de los viajes. Y puede ser divertido hasta que te dejas el Ipad en una habitación de Méjico, como me pasó a mí”.
El dibujante confiesa que antes también tenía un objeto fetiche: “Era un Cobi, de Barcelona 92. Tenía ventosas para pegarlo a la ventana y siempre me lo llevaba para hacerle una foto en la ventana de cada hotel al que fuera, a modo de recuerdo. Pero una vez estuve a punto de dejármelo olvidado en Abu Dhabi y no volví a llevármelo para que no se perdiese”.
En cuanto a los souvenirs, asegura que también los pierde, aunque sea conscientemente: “En los viajes recibo muchos regalos institucionales que acostumbro a “olvidar”. Por ejemplo, los libros de la ciudad, que son uno de los productos culturales peor hechos y más horribles que he visto. Pero me han regalado de todo, desde ceniceros hasta palillos de tambor. Los premios también suelen ser grandes, aparatosos, pesados y horribles. No sé por qué. Tengo algunos horrorosos y otros también se perdieron “accidentalmente”.
“Cuando yo compro algún souvenir –añade- tiene que ser muy original e imposible de encontrar en España. Tiene que ser muy friki”.
“No perdono la siesta”
Gallardo asegura también que, vaya donde vaya, hay algo que no perdona: “La siesta. Los Rolling tienen sus caprichos cuando van de gira y yo, cuando voy a algún evento, siempre pongo como condición que me dejen echarme la siesta después de comer. Con la edad vas teniendo manías que yo considero muy saludables porque son un espacio para ti mismo y eso está bien. Y la siesta es una de las mías”.
“Además, he comprobado que la siesta les da mucha envidia fuera de España –continúa- Por ejemplo, lo comprobé el año pasado en Suiza, donde no les dejaban. Pero yo creo que si en España no nos echásemos la siesta nos mataríamos. Yo he sesteado en los sitios más pintorescos, desde la moqueta de una sala Vip, hasta un rincón escondido de una gran feria”.
Tras este Turista accidental, Gallardo trabaja en otro proyecto similar: “Es un cuaderno de viajes colectivo en el que varios autores nos hemos dividido Barcelona por barrios, para retratar cada uno de ellos. A mí me ha tocado la parte de arriba del barrio de Gràcia, la zona del parque Guëll. Es un barrio que sube y baja, incluso tiene escaleras mecánicas. Voy allí con mi libreta y me dedico a hablar con la gente y a dibujar”.