Francisco Ibáñez: "Para exponer todos mis cómics sería necesaria la Gran Muralla china"
- El dibujante es uno de los más prolíficos con más de 500 álbumes publicados
- "La jubilación todavía está muy lejos", asegura a sus 80 años
Es complicado abrumar a Francisco Ibáñez, el veterano dibujante, al que el Salón del Cómic de Barcelona rinde homenaje este año con una exposición por sus 80 productivos años y por la que se ha paseado asegurando a todo el mundo que le preguntaba que ve "todavía muy lejos" la jubilación.
El padre de Mortadelo y Filemón ha concedido una improvisada entrevista en el expositor de Ediciones B, la editorial donde sigue publicando con éxito, como refleja que fuera uno de los superventas del último Sant Jordi con su recopilatorio de la "13 Rue del Percebe".
"Cuando hay un ocho por delante, ya no se puede decir, '¡Felicidades!'. Como mucho te pueden decir, '¡Muchacho, así es la vida!'. Pero, bueno, feliz, feliz estoy!", ha comentado con su habitual ironía.
El mismo Ibáñez se sorprende de lo prolífico de su obra -más de 500 álbumes-, sobre todo cuando ve juntos muchos de los personajes creados en la exposición de esta 34 edición del salón barcelonés, para la que ha hecho el cartel anunciador.
"Sesenta años de trabajo dan para mucho"
"¿Todo eso lo hecho yo? Me parece imposible, pero es que, claro, sesenta años dan para mucho, muchísimas páginas, y cuando hice las primeras todavía me peinaba. Pero para exponer todo lo que he hecho, sería necesario la Gran Muralla de China y faltaría sitio", bromea el dibujante.
Y de colgar los lapiceros mejor no preguntarle. "Yo continúo. Cuando viene algún tonto y me dice, '¿Tú ya no harás nada, a ti todo te lo hará el ordenador, no?', le daría tantas bofetadas que lo dejaría nuevo. Yo no sé como funcionan esos cacharros. ¡Ah!, eso sí, el día que vendan uno que sea capaz de crear e iniciar una historieta o un personaje, seré el primero en hacer cola...", explica sobre su forma de trabajo, "igual hoy que hace 50 años".
La productividad de Ibáñez es tal que a veces se anticipa a los acontecimientos, como el álbum dedicado a los Juegos Olímpicos de Río, una previsión que teme que le pueda provocar algún disgusto.
"Lo tengo que hacer meses antes para que les llegue al público. Lo que pasa es que a veces no sabes lo que va a ocurrir, y sobre estos juegos de Río, con lo que está pasando en Brasil, te dices, '¿Se celebrarán o no?'", apunta el dibujante, que también se ha visto obligado a modificar algún álbum con personajes de actualidad, porque, cuando iba a ver la luz, "el político ya estaba fuera de escena".
Ibáñez sabe que su carrera es totalmente atípica en el mundo de las viñetas del mercado español, del que fueron desapareciendo los tebeos y las revistas de historietas cómicas del "gigante editorial" (Bruguera) que se publicaban semanalmente, con millones de lectores.
"De Bruguera solo quedamos Jan y yo"
"De todos los dibujantes de aquella época quedamos dos, Jan con su Superlópez y yo con Mortadelo. Antes ibas a los quioscos y estaban llenos de tebeítos, cualquier fenómeno atmosférico tenía su capitán, el tormento, el trueno, el relámpago, pero todo eso se acabó, ¡qué se le va a hacer!", dice sin nostalgia.
De hecho, asegura que no le gusta mucho hablar de aquella época dorada de Bruguera. "Tuvo cosas malas y cosas buenas. Hice grandes amigos, que desgraciadamente han ido desapareciendo, pero por lo demás fue como en botica, hubo de todo", rememora.
Mientras que la mayoría de los autores suelen salir escaldados de las adaptaciones que el cine o la animación hacen de sus obras, Ibáñez está satisfecho de las versiones cinematográficas, tanto de la animada como de la realizada con actores de carne y hueso por Javier Fesser y Benito Pocino de protagonista, "que no es que hiciera de Mortadelo: él era Mortadelo, sencillamente", recalca.
En cuanto al largometraje realizado en animación, con la misma pareja de personajes ("Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo"), la parece una maravilla. "Yo admiraba la producción de los estudios Disney, pero esto les ha superado con creces, con ese detalle en la iluminación, una cosa tremenda, increíble", asegura.
Animado a celebrar su propio centenario, el veterano dibujante quiere que la profesión le recuerde siempre trabajando, hasta el final.
"Me gustaría que pensaran que lo que ha hecho Ibáñez hasta ahora es la mitad de su carrera y que a partir de ahora comienza la otra mitad; y lo veo venir, no me dejan jubilar. Si alguna vez digo que estoy cansado, que me quiero jubil..., me dicen, 'Calla loco, calla, a trabajar, a trabajar'. Y en eso estamos", comenta entre risas.