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Miguelanxo Prado defiende a las "Presas fáciles" en su nueva novela gráfica

  • "Quería hacer un policíaco para divertirme, para cambiar de aires", asegura
  • Un cómic que también trata sobre el clima de "fraude social" que vive España

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Ilustración de 'Presas fáciles'
Ilustración de 'Presas fáciles'

Pocos títulos explican tanto en tan poco como Presas fáciles, la última novela gráfica de Miguelanxo Prado,  que no quiso que fuera un "thriller" a secas, sino que desde su inicio quiso imprimir a la obra el clima de "fraude social" que vive esta España regida por un sistema "sin piedad con los más débiles".

De la misma forma, las dos primeras páginas del libro son suficientemente explícitas acerca de la "materia prima" con la que Prado ha compuesto su historia: el suicidio de un matrimonio de ancianos, una idea que el autor había escuchado en la radio, una pareja que había perdido sus ahorros con las preferentes y que decidió quitarse la vida al saber que los iban a desahuciar.

"Escuché eso y pensé, esto no puede estar ocurriendo en mi país y a partir de ahí me fui cruzando con más noticias de este tipo, unas tragedias que no estaban teniendo la visibilidad suficiente en los medios de comunicación", explica el autor en una entrevista, sobre la gestación de Presas fáciles (Norma).

"Quería cambiar de registro para divertirme"

Prado (A Coruña, 1958), que logró el Premio Nacional del Cómic en 2013 por "Ardalén", una fascinante historia de poesía visual sobre los recuerdos y la memoria, había advertido ya a sus editores de que tenía ganas de hacer una obra de género, de cambiar de registro.

"Quería hacer un policíaco para divertirme, para cambiar de aires y he acabado cabreado durante dos años, porque en ese proceso fui descubriendo cuánta gente había a mi alrededor, familiares, amigos, que estaban de una forma u otra tirada en esa ciénaga, piezas que me iban llegando para encajarlas en la historia", comenta el autor, que estos días está participando en el Salón del Cómic de Barcelona.

Ante el cúmulo de noticias y otras pequeñas desgracias que se le acumulaban sobre la mesa, "tuvo que cerrar la ventana, porque ya llovía sobre mojado" y centrarse en desarrollar la trama en la que se entrecruza la corrupción, la impunidad con una banca capaz de timar a los más desamparados, la tolerancia hacia un sistema que nos lleva al abismo, y la venganza.

"Es una obra que nace de la rabia, del cabreo, pero tras dos años de reflexión, me he dado cuenta que como sociedad hemos hecho una dejación global, poniendo todo el peso en las urnas, como si poder votar cada cuatro años legitimara lo que está pasando (...)", argumenta.

"El Estado no defiende a los más débiles"

Prado apunta que, si el Estado no cumple en su tarea de defender a los más débiles, ocurre lo mismo que cuando se rompe un contrato, "la otra parte queda liberada de sus compromisos y eso es la antesala de lo que la mayoría de los ciudadanos no quiere que ocurra: la ruptura de las reglas del juego", donde está el trasfondo de la novela.

El historietista considera que el poder debe reformular las reglas del juego y establecer unos límites, "igual que no podemos ir a toda velocidad por la carretera", los accionistas de las grandes corporaciones y empresas deben asumir sus propios riesgos, y no si fallan trasladarlos a la sociedad para que paguen sus platos rotos.

Prado defiende cómo el cómic y más en concreto la novela gráfica están abordando estos asuntos, algunos como denuncia y otros con toques costumbristas, pero igualmente eficaces,  gracias a la inmediatez de un lenguaje, que lo hace idóneo para conectar rápidamente con el lector.

Precisamente, el Salón del Cómic de Barcelona dedica una de sus exposiciones a la "Novela gráfica combativa", una muestra que recoge los numerosos y excelentes trabajos que el mundo de las viñetas está produciendo en torno a temas como los desahucios, el movimiento de los indignados, la corrupción, el racismo, la indigencia y la marginalidad.

La exposición recoge originales de algunos de los títulos que han aprovechado toda fuerza estética y narrativa para denunciar estos temas, entre ellos "No os indignéis tanto", de Manel Fontdevila; "Bancos", de Carlos Azagra, "Gran Hotel Abismo", de Prior y Rubin; "Barcelona. Los vagabundos de la chatarra", de Carrión y Sagar, y la misma "Presas fáciles", de Prado.