'Corazón gigante', una fábula sobre el despertar tardío a la madurez
- RTVE.es entrevista al director islandés Dagur Kári
- El filme se estrena el 13 de mayo y fue aclamado en la Seminci
Fúsi es un cuarentón inadaptado que vive con su absorbente madre, nunca ha tenido novia, solo bebe leche, su única amiga es una niña de ocho años (interpretada por la hija del director), y dedica sus días a recrear con su vecino batallas de la Segunda Guerra Mundial con maquetas; pero la madurez, en un proceso cadencioso de avance y retroceso, tocará a su puerta cuando conozca a una vitalista y depresiva mujer que volteará su hermético mundo patas arriba.
Con estos delicados mimbres, Dagur Kári (Dark horse, The good heart), cineasta, guionista y músico nacido en Francia y criado en Islandia, construye Corazón Gigante (Fúsi) una historia sencilla con aire de fábula entre melancólica y tierna, que orbita en torno a la maravillosa interpretación del cómico Gunnar Jónsson. La película llega a las salas españolas el 13 de mayo.
Gunnar Jónsson encarna con naturalismo al gigantón lleno de bondad Fúsi, que protagoniza un tardío despertar de niño a adulto, en un camino de conocimiento en el que buscará su lugar en el mundo y perderá la inocencia.
Un canto a la diversidad
El hombretón es una figura que descoloca. A priori, puede parecer “no muy simpático” pero luego acaba enamorando al espectador con su carácter, según apunta el director.
“Fúsi es un hombre que pesa 200 kilos, mide dos metros, con coleta, ropa militar… puede dar una determinada imagen pero es una persona entrañable, y la película trata sobre cómo juzgamos por esas primeras impresiones.(...) No pretendo dar mensajes pero si la historia hace reflexionar sobre cómo vemos a los demás, ya serviría de algo”, responde Dagur Kári en una entrevista para RTVE.es
En el caso de Corazón gigante, primero llegó el personaje y luego la trama, que el director y autor escribió cuando descubrió a Jónsson en un popular programa de la televisión islandesa veinte años atrás.
Quedó encandilado con su magnética presencia y la idea de darle un papel principal le rondó por la cabeza durante años. Kári tuvo que convencer a Gunnar Jhonsson, que no es actor profesional, para formar parte del proyecto:
“Me puse en contacto con él pero se había embarcado como cocinero en un mercante. Le mandé el guión por email, finalmente lo leyó, pero me llegó que al principio dijo que no le gustaba, sin embargo, con cada lectura algo crecía en él. Al final, le vio un encanto y un interés que le conquistó”, explica el realizador, una de las cabezas del auge de la cinematografía del pequeño país nórdico.
El periplo de la película ha sido una verdadera carrera de fondo. El director moldeó la idea a partir de una imagen que contempló antes de un viaje: la de un operario gigantesco que conducía un coche pequeñito- “como de juguete”- de carga y descarga en el aeropuerto.
Este fotograma arranca el filme y es una metáfora del paso a la madurez, como detalla el realizador escandinavo, que admite su querencia por los personajes marginados por su capacidad para crear universos propios.
Un mundo que Dagur Kári ya ha explorado en su carrera que suma cuatro filmes, entre los que destaca la aclamada Noi, el albino (2003), que ha cosechado más de veinte premios internacionales.
La sensibilidad que desprende Corazón gigante, ambientada con una luz grisácea muy nórdica, le aporta un tono mágico y universal.
“Mucha gente puede identificarse con Fúsi a varios niveles, porque muchas personas a lo largo de su existencia se sienten atrapadas y creen que la vida no les ofrece nada más. Sueñan con que ocurra algo que provoque que su vida cambie, y eso nos pasa a todos”, aclara Dagur Kári, que ejerce en la actualidad como responsable del programa de dirección de la Escuela de Cine de Copenhague (Dinamarca).
La acertada composición ha conquistado en festivales de todo el mundo. Fúsi arrasó en Tribeca (Mejor película, actor y guión) y le valió el premio al mejor actor a Gunnar Jónsson en la Seminci de Valladolid.
El cineasta, que califica el trabajo de Jónsson como “muy honesto”, consigue una vuelta muy difícil. Se mantiene en un frágil equilibrio entre el drama y cierto humor sutil sin caer en la caricatura. Es un canto a la tolerancia de la diferencia marcado por silencios y miradas.
El director islandés admite que la película ha sido su trabajo más complicado, con un montaje que se extendió durante más de dos años en el que tuvo que cambiar el final.
En esta huida de los tópicos, Kári también dio una conclusión atípica a la historia amorosa, en la que escapar de la zona de confort a través de los viajes se plantea como vía de la realización personal porque “no se alcanza el crecimiento sin dolor”.
“Jugué con los clichés. Planteo expectativas y luego doy un giro de 180 grados. Parece que va a ser una historia sobre un pervertido pero no lo es. Hay elementos que apuntan a una película romántica pero no lo es. Estoy jugando con el publico, presentando y quitando”, señala Dágur Kari en la puesta de largo de Fúsi en España.