Las 'esposas de Boko Haram': perseguidas por el estigma
- Miles de niñas nigerianas han sido secuestradas por el grupo yihadista
- Jadiya, casada por la fuerza con un terrorista, cuenta su historia tras escapar
- La mayoría de las que huyen han perdido su hogar o su comunidad las rechaza
Jadiya tiene diecisiete años, un bebé y un mote cruel: la llaman la "esposa de Boko Haram". Ha conseguido huir del mismísimo infierno: de un secuestro de varios meses a manos del grupo yihadista nigeriano. Ahora vive en un campamento de desplazados y se enfrenta a otra tortura diaria: las demás mujeres la insultan y le pegan. Las "esposas de Boko Haram", como ella, rara vez vuelven con sus familias. Están marcadas por el estigma.
Cada vez llegan más niñas como Jadiya a los campos de desplazados. Las operaciones del ejército contra Boko Haram están destapando algo que hasta ahora permanecía oculto en los bosques de Nigeria: los terroristas tienen campamentos de esclavas sexuales. Hay miles de niñas secuestradas en cabañas en la selva o en pueblos tomados por los yihadistas. Niñas violadas cada día durante meses. A muchas las obligan a casarse con alguno de los jefes. Es lo que le ocurrió a Jadiya, una niña de cuerpo menudo y voz dulce que ha elegido ese nombre falso para contar su historia ante una cámara de UNICEF.
“Me dijeron que si no me casaba con ellos me matarían“
Ella vivía en Banki, un pueblo cerca de la frontera con Camerún. Estaba vendiendo pequeños adornos con su madre en el mercado cuando los terroristas atacaron el pueblo. "Estaban secuestrando niñas y vinieron a nuestra casa", cuenta. "Me dijeron que si no me casaba con ellos me matarían. Yo les dije que no, que no lo haría aunque me matasen... pero esa noche volvieron, eran muchos y me llevaron con ellos". La encerraron en una casa, y allí estuvo un mes hasta que un día llegaron varios yihadistas y le dijeron: "'Ya te hemos casado, no importa si quieres o no'".
Casadas por la fuerza
"Esas niñas no tienen opción de elegir, les dicen que están casadas y que a partir de ahora tienen que atender a su marido, atender su casa, atender sus tierras, que tienen que lavar su ropa, tener relaciones sexuales con él y traer al mundo a sus hijos", denuncia Lorena Cobas, responsable de Emergencias del Comité Español de UNICEF.
Boko Haram pretende proclamar un califato en el noreste de Nigeria, en una zona rural fronteriza con Camerún, Chad y Níger. Han denunciado que las élites cristianas marginan a los musulmanes, la mitad de la población, pero su reino de terror dista mucho del islam que dicen defender: queman aldeas, destruyen escuelas, reclutan niños, violan a las niñas... Y muchas de sus víctimas son musulmanas, como Jadiya.
De su secuestro recuerda haber pasado muchas horas tumbada, enferma, sin ganas de vivir. Un día se encontraba mal y fue a ver a una médica, también secuestrada, esposa por la fuerza de otro terrorista. Entonces se enteró de que estaba embarazada. "Pero nadie me explicó cómo cuidar a un bebé", cuenta Jadiya. "Yo no quería tenerlo, pensé que habían dañado mi reputación, pero la gente me dijo que debía criarlo porque era lo que Dios había planeado para mí. Así que ahora ya no me preocupo si llora o no me deja dormir, lo único que pido es que vaya a la escuela".
La guerra contra Boko Haram
A Jadiya la rescató el ejército, en una redada que ella describe como una batalla. "Un día llegaron unos aviones y empezaron a bombardear. La gente corría. Me senté bajo un árbol mientras los aviones quemaban las casas", relata. Los civiles en el noreste de Nigeria viven atrapados en un cruel fuego cruzado: entre la barbarie yihadista y la brutalidad del ejército, que ha prometido acabar con Boko Haram. Amnistía Internacional denuncia que los militares están cometiendo crímenes de guerra: torturan y ejecutan a los sospechosos de connivencia con los terroristas.
Los soldados vieron a Jadiya sentada bajo el árbol, con su bebé. La subieron a su coche y acabó en un campamento en Maiduguri, la capital del estado de Borno, la ciudad que Boko Haram sueña con conquistar. Allí, después de seis años de guerra, hay tantos habitantes como desplazados.
El estigma: "¡No te acerques a nosotras!"
A Jadiya la recibieron con desprecio. "Algunas mujeres me pegaban, me gritaban "¡eres una mujer de Boko Haram, no te acerques a nosotras! Si quería usar su lavabo, me decían que no lo tocara... ", cuenta. Son "víctimas por parte doble", señala Lorena Cobas. "Han sufrido palizas, violencia sexual, matrimonios forzados... y después, cuando consiguen escapar y piensan que pueden volver a un lugar seguro, se encuentran con que en sus comunidades no les dejan coger el agua de la misma fuente que el resto, que las maltratan, que las insultan, o incluso las expulsan".
“Algunas han estado secuestradas durante años y sus comunidades temen que hayan sido adoctrinadas“
La responsable de emergencias de UNICEF explica que las más vulnerables son las que han tenido hijos durante su secuestro. La comunidad los rechaza, porque son hijos de los mismos que los están atacando. Y hay algo más: a las "esposas de Boko Haram" las persigue la sospecha. Los terroristas utilizan cada vez más niñas como terroristas suicidas. Las envían a inmolarse en mezquitas, mercados o incluso, en los últimos meses, en campos de desplazados. "Algunas han estado secuestradas durante años y sus comunidades tienen miedo de que hayan sido adoctrinadas", explica Lorena Cobas.
UNICEF está trabajando en un plan de acción para reintegrar a las secuestradas. Un plan para concienciar a sus familias y vecinos e implicar a los líderes religiosos. Creen que "no existe una manera de que una comunidad se recupere del conflicto si está expulsando a sus niñas, que son sus hermanas, sus hijas, sus madres...".
Seis años de guerra con los terroristas han dejado un reguero de dolor: 20.000 muertos, más de dos millones y medio de desplazados, un millón de niños sin escuela... y una legión de niñas esclavas, las "esposas de Boko Haram": a las que logran huir de sus torturadores las persigue el estigma.