Louise Dahl-Wolfe, la fotógrafa que retrató el glamour
- La Fábrica edita un libro con la vida y la obra de esta fotógrafa
- El tiempo ha difuminado su nombre pero no su espléndido legado
- Durante 22 años trabajó con Carmen Snow y Diana Vreeland en Harper´s Bazaar
Resulta estimulante repasar la historia de la fotografía y encontrar nombres de mujeres, artistas de la luz de gran importancia que, sin embargo, no han tenido una fama extensa en el tiempo como algunos de sus colegas masculinos.
Louise Dahl-Wolfe es una de esas artistas de la fotografía norteamericana, coetánea de Edward Steichen e Irvin Penn, una mujer que contribuyó a retratar la vida de los años 30, 40 y 50 del siglo XX.
Su influencia en artistas posteriores, como Richard Avedon, es notable y es que ella supo atrapar, con sensibilidad, la elegancia, el deseo y la feminidad. Ahora La Fabrica edita un libro con su trabajo, un amplio álbum de imágenes de moda, retratos y bodegones.
Louise Dahl-Wolfe, hija de inmigrantes noruegos, nació en San Francisco y se formó primero en diseño y arte, y después en decoración y arquitectura. La pintura fue su primer camino pero en 1921, tras conocer a la fotógrafa Anne W. Brigman, empezó a hacer fotografías.
El libro relata su historia personal y profesional, un aperitivo del gran banquete que son sus fotografías, la mayoría de ellas en blanco y negro. Las imágenes de moda retratan el glamour de los años 40 y 50, siempre de forma intimista y elegante.
Resulta curioso que las modelos casi nunca miran a la cámara, como si ella quisiera ‘robar’ un instante fugaz, un momento único, un gesto.
Destacan las fotografías en exteriores y el libro tiene una estupenda colección de portadas de Harper´s Bazaar, en color, de gran belleza y plasticidad. Juntas son una interesante pasarela de moda vintage.
“La gente decía de mí que era exigente y sospecho que, efectivamente, tenía mano dura con mis modelos”, dijo en una ocasión. La fotógrafa alabó el trabajo de la editora Carmel Snow, una de las mujeres más importantes de la historia de la moda junto a Diana Vreeland, editora de moda e icono de estilo.
“Carmen Snow era sensacional, la editora más fabulosa que haya existido nunca. Fue la responsable de convertir a Bazaar en una revista más interesante y menos conservadora que Vogue”, señaló.
En sus retratos destaca la complicidad que mantenía con las mujeres y hombres que posaron para ella.
Su objetivo a veces dibujaba un gesto o atrapaba el carácter de estrellas como Bette Davis, Veronica Lake, Orson Welles, Carole Lombard, Yves Montand o Colette.
También inmortalizó a grandes de la moda, como Coco Chanel, Madeleine Vionnet, Christian Dior y Jacques Fath.
Todos abrieron sus talleres y sus corazones a Louise, sabiendo que estaban en muy buenas manos.
Resultan especiales sus trabajos con el desnudo femenino, tratado con delicadeza y mimo, casi con distancia para aportar un aire sensual agradable, tranquilo.
Sensuales son también sus bodegones de fruta, originales, intemporales, de una modernidad impactante.
Y es que ella nunca idealizó su trabajo. Olivia María Rubio, en la introducción, dice que Louise Dahl-Wolfe “nunca consideró la fotografía como arte” y que “percibió su trabajo comercial como arte popular”.
Una idea sencilla y humilde de su trabajo, rasgos que se pueden apreciar en la forma de mirar, de retratar, de acercarse a los personajes.