'La bruja': temerás al bosque tanto como a tu casa
- Robert Eggers debuta con una de las cintas más inquietantes de los últimos años
- Narra la desintegración de una familia de granjeros en el siglo XVII
- Ganadora del premio a Mejor Director en Sundance 2015, se estrena este viernes
Para los puritanos que colonizaron Norteamérica las brujas eran algo tan real como lo son para nosotros las calles que cruzamos cada día. Lo sobrenatural formaba parte de la vida cotidiana y las brujas eran la manifestación del mal y la explicación de las desgracias que ocurrían. Basándose en documentos reales de la época, el director y guionista Robert Eggers traslada ese clima de paranoia a la pantalla con una de las películas de terror que más ha dado que hablar en los últimos años.
Lo que cuenta La bruja es, sobre todo, el drama de una familia sometida a lo inexplicable. Tras ser expulsado de su congregación por discrepancias religiosas, el inglés William se instala con su mujer y sus cinco hijos en una granja al borde de un bosque. La desaparición de su bebé mientras estaba a cargo de la hija mayor Theresin será el primero de unos sucesos que llevarán a los miembros de la familia a desconfiar unos de otros y a acusar de brujería a Theresin.
Alejada del cine de sustos fáciles (aunque hay sobresaltos), La bruja es una película en la que lo religioso, la culpa y el arrepentimiento por haber abandonado la tierra natal tienen un gran peso. Los personajes actúan marcados por unos códigos religiosos estrictos, lo que les lleva a buscar la causa de sus males en el diablo.
El mérito de la dirección y el guion de Eggers es que realmente no nos importe tanto si existe la bruja del bosque como el clima de histeria que afecta a la familia. No tienen contacto con otras personas y la sensación de aislamiento es total mientras se suceden visiones y comportamientos extraños de los animales. El cineasta cita a El resplandor de Stephen King y Stanley Kubrick como una de sus mayores influencias y la analogía entre ambos relatos es evidente.
Para crear el clima opresivo de la película, el director apostó por una relación de aspecto de 1,66:1, un formato 'cuadrado' para los ojos del espectador del siglo XXI acostumbrado al 16:9. Con ello consigue intensificar la claustrofobia de las escenas de interior y hace que el bosque resulte más amenazante.
Los actores, un trozo de Inglaterra en Norteamérica
Una historia como la de La bruja, con tan pocos personajes y con niños en el reparto, se vendría abajo sin unas interpretaciones convincentes. No es el caso.
El equipo creativo buscó a los actores en el norte de Inglaterra para que tuvieran el acento de Yorkshire que buscaban. Allí encontraron a los dos niños que dan vida a los gemelos y al magnífico Harvey Scrimshaw, el chico que da vida a Caleb y que protagoniza la escena más conmovedora de la película. Ingleses son también los padres, Ralph Ineson y Kate Dickie. Ineson, el inolvidable Chris ‘Finchy’ Finch de The Office, impone con su presencia y su voz grave y Dickie encarna a la perfección a esa madre que ve tambalearse todas sus convicciones.
Pero la verdadera revelación del reparto es la joven Anya Taylor-Joy. La actriz, nacida en Miami y criada en Argentina, interpreta a una Thomasin que debe plantar cara a las acusaciones de sus padres y que se rebelará contra el ambiente puritano en el que vive en plena adolescencia. A Taylor-Joy la podremos ver en 2017 en Split, el último proyecto de M. Night Shyamalan, y será uno de los nombres a seguir durante los próximos años.
Terror de cocción lenta
Rodada en Canadá por los beneficios fiscales, La bruja se beneficia de una espléndida iluminación natural que mete al espectador en el interior de la granja. El estilo de Eggers, reconocido con el premio a Mejor Director en el festival de Sundance de 2015, es pausado y hace que el espectador tenga que rellenar los huecos para completar la historia.
El cineasta, que creció en Nueva Inglaterra, irrumpe en el panorama del cine de terror con un relato que va ganando en intensidad y que tiene una segunda mitad prodigiosa. La bruja no es la película ideal para el espectador que busque saltar en la butaca, pero sí para el que quiera trasladarse a un mundo de pesadilla durante una hora y media.