El encanto de Marion Cotillard no basta para levantar 'Mal de Pierres', en competición en Cannes
- La cinta de García no halla el tono para contar una historia de amor y aislamiento
- El español Brendemühl interpreta a un personaje misterioso, su "especialidad"
- Andrea Arnold crea controversia con American Honey, con Shia LaBeouf
Marion Cotillard no ha sido suficiente para levantar la película Mal de pierres, dirigida por la francesa Nicole García, que no encuentra el tono para contar una historia de amor, de locura y aislamiento que participa en la competición oficial de Cannes y que provocó división de opiniones.
La actriz desplegó su encanto en Cannes para defender una película anodina, cuyo mayor interés es verla a ella y a sus compañeros de reparto, Louis Garrell y el español Alex Brendemühl.
Brendemühl interpreta a un personaje misterioso, algo que en cierta manera es su "especialidad". "Tengo la cara más misteriosa del cine español, así que llego al cine francés para interpretar a un español que huye de la guerra, que intenta olvidar el horror de la Guerra Civil y llega a Francia", ha explicado el actor catalán en una rueda de prensa.
Brendemühl es José, un republicano que trabaja como recolector en la Provenza y ahí se enamora del personaje interpretado por Marion Cotillard, con la que se casa en un matrimonio arreglado por los padres de ella.
Amor, engaños y soledad
Mal de Pierres es una película de amor, de engaños y de soledad, la de Gabrielle, el personaje que interpreta Cotillard, que se sintió atraída por la pasión y el orgullo de una mujer encerrada en un lugar en el que no respetan su deseo y su pasión y cómo eso podía llevarla a una cierta forma de locura.
Adaptación de un libro de la italiana Milena Agus, Mal de Pierres se desarrolla en la Provenza francesa en los años cincuenta y se centra en la vida de Gabrielle, una joven que se obsesiona con amores no correspondidos y cuya extraña personalidad choca con la sociedad cerrada de la época.
"Ella no reniega de lo que es, pero los demás no la acompañan en sus aspiraciones de grandeza, de amor, de una vida un poco salvaje frente a la existencia que le quieren hacer llevar", ha explicado Cotillard.
A la actriz le interesaba mucho un personaje que no quiere que nadie se meta en su vida, pero que no tiene la libertad de vivirla como quiere y hasta qué punto ese encierro, esas limitaciones, pueden hacerla caer enferma.
"Nicole quiso esperarme"
Una película que dudó mucho en hacer, no porque no le interesara el papel, sino porque cuando se lo ofrecieron acaba de terminar una serie de filmes muy intensos y necesitaba tomarse un tiempo libre.
"Dije que ni podría rodar antes de un año, pero al final fue más porque necesitaba tiempo para mí y Nicole quiso esperarme", resaltó la actriz, en referencia a De óxido y hueso (2012), The Inmigrant (2013) o Dos días, una noche (2014).
"Leí tres páginas, cerré el guión, continué, y tardé dos meses en decirle (a Nicole García) que sí. Porque no quería decirle no, pero no quería decirle sí, y esperé a ver si se cansaba de esperarme y decidía que había otra actriz para el papel. Pero nos encontramos en Cannes hace dos años y le dije que sí", ha explicado la actriz.
Una espera que valió la pena para la realizadora, que encontró en Cotillard a la vez "esa brutalidad, esa sensualidad, que es muy rara en el cine francés, no solo en las escenas de amor, su cuerpo habla todo el tiempo", ha afirmado.
Su personaje contrasta con los "hombres silenciosos y púdicos" que la rodean, tanto su marido, José, interpretado por Brendemühl, como el militar enfermo André, al que da vida Garrell.
Una "declinación de amores" con la que Garcia ha querido demostrar que cuando "Gabrielle se enamora del personaje de André Sauvage no es una pobre loca que se ata a alguien que no quiere nada de ella. Intenta construir sobre algo que ella ha visto".
"He tenido mucha suerte con los actores, que han tenido una especie de abandono, de confianza en mí", ha explicado Garcia, una directora habitual en Cannes, donde presentó su primer corto, 15 aout, en 1986 y que desde entonces ha participado tres veces en la competición oficial.
American Honey, un extraño mundo que divide Cannes
Por su parte, la británica Andrea Arnold ha provocado en Cannes una fuerte división de opiniones con su filme American Honey, protagonizado por Shia LaBeouf y un grupo de jóvenes actores que muestran una extraña pero real forma de vida muy lejos del sueño americano.
Una película que compite por la Palma de Oro de Cannes, que ha sido amada y odiada a partes iguales y que cuenta con un estilo muy naturalista la vida de un equipo de jóvenes que se dedican a viajar por Estados Unidos vendiendo abonos para revistas.
"Trabajan duro para poder encontrar una pequeña parte del sueño americano para ellos", afirma Arnold sobre estos jóvenes que llevan una vida errática, con un alto consumo de drogas y alcohol.
Un retrato de unos días en las vidas de estas personas que se pierde en la estética y al que falta profundidad para entender por qué se dedican a recorrer el país sin perspectiva alguna a la vista de algo mejor.
Uno de ellos es Jake, al que interpreta LaBeouf en un papel muy diferente a lo que ha hecho hasta ahora, aunque el actor aseguró que él es cada uno de los personajes a los que da vida.
Una historia que, como es habitual en el cine de Arnold, está inspirada en la realidad porque "la vida real de las personas es realmente inspiradora".