El economista jefe del Itaú Unibanco, la mayor entidad privada del país, presidirá el Banco Central de Brasil
- Ilan Goldfajn ha criticado los tipos de interés altos para luchar contra la inflación
- Cree necesario un mayor control del gasto público, tal y como defiende Temer
- La prioridad del presidente interino, reducir el déficit y recortar la deuda pública
- El ministro de Hacienda no descarta implantar nuevos impuestos "temporales"
- El Gobierno apuesta por reformar el sistema de seguridad social y de pensiones
El hasta ahora economista jefe del banco Itaú Unibanco -la mayor entidad privada del país-, Ilan Goldfajn, será el nuevo presidente del Banco Central de Brasil en sustitución de Alexandre Tombini. Así lo ha anunciado este martes el ministro de Hacienda del país, Henrique Meirelles, el hombre fuerte del área económica en el Gobierno interino del presidente, Michel Temer. El nombramiento deberá ser refrendado por la comisión de Asuntos Económicos del Senado, cuyos miembros ya han adelantado su plena disposición a respaldar su figura.
La figura del presidente del Banco Central dejará de tener el estatus de ministro, según ha anunciado Meirelles, quien también ha reiterado que el Gobierno interino enviará al Congreso una propuesta para formalizar la "autonomía de decisiones" del organismo, aunque ha aclarado que eso no se traducirá en una "independencia", sino que oficializará la que mantiene ahora, que pasará a ser "constitucional" y no "verbal".
Goldfajn, de 50 años y que fue director de Política Económica de ese organismo entre 2000 y 2003, se ha mostrado muy crítico con la política de intereses elevados aplicada en los últimos años por el Banco Central de Brasil para intentar controlar la inflación, que el año pasado llegó al 10,67%.
Sin embargo, el economista ha asegurado que para reducir los tipos de interés -ahora situados en el 14,25%- es necesario consolidar una severa política contra la inflación que debe pasar por un mayor control del gasto público, precisamente una de las prioridades del Ejecutivo de Michel Temer, quien asumió el poder de forma interina el pasado jueves en sustitución de Dilma Rousseff.
La política económica de Temer
Desde entonces, Temer ha anunciado que promoverá medidas urgentes para recuperar la economía nacional, sumida en una profunda recesión. Su prioridad es reducir el déficit fiscal y recortar la deuda pública que, según el jefe del equipo económico del Gobierno, son "insostenibles".
El déficit fiscal primario, antes del pago de los intereses de la deuda, equivale al 2,28% del PIB en los últimos doce meses cerrados en marzo, el peor dato desde que se comenzaron a elaborar estadísticas en 1997. Teniendo en cuenta el pago de los intereses, el déficit escala al 9,73% del PIB en los últimos doce meses y la deuda pública se sitúa en el 38,9% del PIB, según los datos oficiales más recientes.
Las medidas más duras para corregir estas cifras, dentro del "importante" plan de ajuste que prepara el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, tendrán que esperar a que se conozca el real estado de las cuentas que dejó Dilma Rousseff, suspendida el pasado jueves en su cargo precisamente bajo la acusación de haber realizado maniobras contables irregulares para maquillar el déficit fiscal.
El ministro de Hacienda ha admitido que baraja establecer un techo para el gasto público y no ha descartado la posibilidad de crear nuevos impuestos "temporales" mientras se corrige el problema del déficit, si bien ha asegurado que su intención es bajar los impuestos para incentivar el crecimiento de la economía, que actualmente atraviesa una profunda recesión.
Mientras, el Ejecutivo de Temer ya ha tomado dos medidas: recortar al menos 4.000 empleos públicos hasta el próximo 31 de diciembre, una medida de ahorro que no ha podido cuantificar; y realizar de una "auditoría" de los programas de asistencia a los más desfavorecidos. En este último caso, según el ministro de Planificación, Romero Jucá, el 30% y el 40% de los beneficiarios de los programas sociales no cumplen los requisitos exigidos por ley y deberían dejar de recibir los subsidios que ahora se pagan a cerca de 46 millones de personas.
Reforma de las pensiones
Además, el Gobierno quiere acometer una reforma del sistema de seguridad social y de las pensiones, algo que Meirelles considera una "necesidad evidente". En Brasil no hay una edad mínima de jubilación y, según cálculos oficiales, el gasto en pensiones puede duplicarse y llegar al 24% del PIB en 2040 si no se acomete una reforma.
Para ello Temer se reunió este lunes con los sindicatos. En la reunión participaron representantes de Força Sindical, la Central de los Sindicatos Brasileños (CSB) y la Unión General de los Trabajadores (UGT). La gran ausente del encuentro fue la Central Única de los Trabajadores (CUT), el mayor gremio obrero del país e históricamente ligado al Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff, que no acudió a la reunión al alegar que no reconoce "golpistas como gobernantes".
Las centrales sindicales que sí asistieron ya le han trasladado que no están dispuestas a ceder derechos de los trabajadores y han defendido la necesidad de encontrar "alternativas" antes de iniciar una reforma del sistema de pensiones.