'Numancia', un cervantino grito por la libertad y la dignidad
- Es la historia de un pueblo que prefiere morir en libertad a ser sometido
- La obra reivindica la modernidad de Cervantes y su talento como dramaturgo
- Es el homenaje que el Teatro Español hace al 400 aniversario de su muerte
- Este choque entre Roma y los celtíberos se puede ver hasta el 22 de mayo
La libertad sin dignidad no existe. Numancia, la obra con la que el Teatro Español de Madrid ha rendido homenaje a Miguel de Cervantes en el 400 aniversario de su muerte, es un grito, el grito de un pueblo acorralado que se niega a ser sometido y que prefiere morir libre antes que poner su vida al servicio de Roma. La versión, adaptada por el poeta Luis Alberto de Cuenca y Alicia Mariño, viaja además en el tiempo para mostrarnos que el cerco que entonces sufrieron los numantinos es similar al que muchos viven hoy.
La obra, escrita por Cervantes en torno a 1585, es un canto a la libertad y sobre todo a un pueblo unido consciente de lo importante que es vivir (y morir) de forma digna. Esta idea es sobre la que está construida la adaptación dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente que estará en cartel hasta el 22 de mayo.
"Decid y mil veces repetid: ¡Numantinos, libertad!". La representación cuenta la historia del asedio romano a la ciudad celtíbera de Numancia. Tras largos años de guerra entre Roma y los hispanos, el encomiable general Escipión es enviado a la Península Ibérica con un único propósito: conquistar a los bárbaros que todavía resisten. Para ello, decide utilizar la astucia en lugar de la fuerza y aislar el pueblo. Poco a poco, sucumben ante el hambre y la enfermedad.
Ante ello, los habitantes ibéricos, reunidos en asamblea, deciden morir en libertad. No rendirán pleitesía a Roma ni serán sus esclavos. Se suicidarán y quemarán la ciudad. De Numancia, dicen, sus enemigos solo obtendrán cenizas.
La primera tragedia de Occidente
Para su director, El cerco de Numancia -nombre original del texto- es la primera tragedia de Occidente. A diferencia de las tragedias clásicas, siempre protagonizadas por dioses o héroes, por "personas importantes", en esta ocasión Cervantes revoluciona y pone en el centro a la "gente sencilla, humilde, normal y corriente". Los parias de la tierra, los hombres anónimos, toman el escenario.
De este modo, nos encontramos ante una histora épica, pero sin héroes; ante una tragedia secular en la que el ser humano está solo en el mundo, sin el apoyo de las deidades.
Madre querida, España
Uno de los elementos que más llama la atención es el personaje de España, que aparece desdoblado en un hombre (Alberto Velasco) y una mujer (Beatriz Argüello). Ataviados cual Damas de Eche, aparecen sobre la tablas en medio de la representación para anticipar la historia del país.
Cervantes ya profetizaba que aunque Numancia caería a manos de los romanos, siglos después, se levantaría un imperio en el que no se pondría sol -en referencia a su propia época, el reinado de Felipe II-. Luis Alberto de Cuenca y Alicia Mariño, que en parte respetan y en parte actualizan el verso del texto original, han decidido extender la 'premonición' hasta la actualidad.
Así, estos dos simbólicos personajes recitan al unísono las futuras penas y glorias del país. De la Guerra Civil a la democracia. Los dolores y triunfos de la Madre España. Sin embargo, cuando el discurso llega al presente, tras recordar las bonitas promesas de amor que Europa hizo al constituirse como proyecto común, los muros que cercan Numancia se convierten en concertinas, en vallas.
La muerte de un joven numantino que atraviesa el muro en busca de comida nos golpea. No puede ser más actual.
En la adaptación, destaca además el protagonismo de las mujeres. "La libertad no entiende de sexos", aseguran. Son las numantinas quienes deciden morir en libertad; no quieren ser deshonradas por los romanos ni ver a sus hijos convertidos en esclavos. Y además, en lugar de Bariato -el personaje original- es una muchacha, Nadie (Julia Paria), la única superviviente que se encuentran los romanos al entrar en la ciudad destruida.
Pero, sobre todo, Numancia es "un homenaje necesario", en palabras del director. La obra no solo muestra la modernidad de su autor -la lucha por la libertad y la dignidad es todavía una batalla pendiente para muchos de los ciudadanos del siglo XXI- sino que además reivindica el talento de Cervantes como dramaturgo, a veces olvidado y siempre ensombrecido por su Quijote.
Con el fin de la representación de esta obra, este 22 de mayo, cesará en su cargo Pérez de la Fuente, cuyo cese acordó el consejo de administración de la empresa municipal Madrid Destino el pasado 10 de mayo. El consistorio elegirá por "convocatoria pública" tanto al sustituto de Pérez de la Fuente al frente del Español, así como al director de las Naves del Español y a un programador para el teatro Fernando Fernán Gómez, cargos estos últimos de nueva creación que ejercía él mismo.