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Dolan divide en Cannes con su arriesgada 'Juste la fin du monde'

  • El joven cineasta canadiense compite con una cinta de secretos familiares con Marion Cotillard
  • Jim Jarmusch presenta fuera de concurso un documental sobre Iggy Pop

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Xavier Dolan acapara la atención en el festival de Cannes

A sus 27 años, el talento del canadiense Xavier Dolan estás más que demostrado y con Juste la fin du monde da un giro a su estilo en un arriesgado ejercicio que ha provocado división de opiniones en el Festival de Cannes, donde compite por la Palma de Oro con una historia de secretos familiares.

Marion Cotillard, Gaspar Ulliel, Vicent Cassel, Léa Seydoux y Natalie Baye componen el reparto de una historia en la que Dolan deja su Québec natal para trasladarse a una ciudad indeterminada de Francia con la adaptación para el cine de una obra del dramaturgo Jean Luc Lagarce.

Una historia "sublime" en palabras de Cotillard con un lenguaje "magnífico" que cuenta más con los silencios que con los diálogos y que trata sobre "la brutalidad que se puede sentir en una familia y la dificultad para expresarse", según explicó Seydoux. Louis (Ulliel) regresa a su casa tras 12 años de ausencia para revelar algo importante a su familia que le recibe entre nerviosos y emocionados pero que tienen también mucho que reprocharle.

Cada personaje tiene una personalidad muy determinada que les hace chocar unos con otros, lo que provoca el conflicto en una película que "necesita quizás un poco de tiempo para que se pose en la vida y la gente lo entienda", dijo Dolan, quien aseguró que la considera su mejor trabajo.

Y eso lo dice quien ha presentado ya cinco películas en Cannes y se llevó con su último trabajo, Mommy, el Premio del Jurado en 2014.

Con Juste le fin du monde Dolan muestra un estilo mucho más opresivo, con planos cortos y mucho movimiento de cámara, que sigue a los actores muy de cerca hasta convertirse casi en uno de ellos. Un acercamiento físico que era igual al de Dolan con los actores a la hora de rodar, como explicó Cotillard, que dijo que la forma de trabajar del canadiense es "singular y única".

"Está muy cerca de nosotros, nos lo da todo y eso nos da a nosotros ganas de darle todo",  agregó la actriz, que destacó por su original camisa con pechera negra sobre un torso que simulaba una larga cota de malla. Al respecto, Ulliel precisó que ese intervencionismo podía molestar al principio. "Es como si jugara con nosotros, está pendiente de cualquier pequeño detalle, intenta captar la menor respiración. Una ultraprecisión que te hace sentir como en el ojo de un microscopio y eso te lleva a explorar cosas que no conoces".

Sin embargo, Cassel señaló que pese a esa gran atención de Dolan y al hecho de que todo estuviera preparado y estructurado hasta en el más mínimo detalle, el realizador utiliza un sistema, que es dejar la cámara rodando sin parar, que da mucha libertad a los actores, de una forma "muy orgánica".

Una forma de trabajar que Dolan consideró absolutamente necesaria para esta película. "En un momento sentí una distancia que no era necesaria, había tantas cosas, silencio, tensión, era una historia que pasaba por lo humano, a través del silencio, de las miradas, era esencial captarlo y tener planos muy cerrados", resaltó.

Un realización un tanto extravagante, como reconoció Dolan, que sin embargo consideró que siempre intenta hacer lo que el filme necesita, contar la historia de la mejor forma posible, sin tratar de deslumbrar con el estilo.

Y lo que quería era adaptar el lenguaje de Lagarce, que es único. "La idea de trabajar con todos los actores que están en esta mesa, la idea de hacer una película y una nueva historia, la belleza de la historia de Lagarce, todo me daban ganas de hacer esta película".

Cannes se vuelve rockero de la mano de Iggy Pop

Rockero de profesión y de actitud, Iggy Pop revolucionó el festival, que se llenó de música, de recuerdos y de provocación con un veterano que igual habló de sus ídolos como de su adicción a las drogas y hasta se puso místico al asegurar que "el mundo necesita amor".

Antes de llegar a ese punto habló sin tapujos de su consumo de drogas, aunque aseguró: "Ya no me drogo, ahora bebo vino tinto". Y también agua con gas, dijo tomándole el pelo al presentador que le apuntó a la botella que el cantante tenía en la mano.

Pero las drogas fueron un elemento recurrente en la mayor parte de su carrera y así lo reconoció. "Tomaba LSD, me iba al sótano y esperaba a que la guitarra me hablara", recordó antes de contar que el ácido tenía en él un efecto eufórico, que le hacía cabrearse muchísimo durante cinco segundos y luego comenzaba a reír.

Y risas desde luego no faltaron en la rueda de prensa en la que Iggy Pop presentó junto al realizador Jim Jarmusch el documental Gimme Danger, proyectado hoy fuera de competición en Cannes, y que trata del grupo más importante en el que ha tocado en su carrera, The Stooges, que estuvo en activo entre 1967 y 1973 y que inició una segunda etapa en 2003.

Gamberro, expresivo y sordo -"por favor gritar al hacer una pregunta", dijo nada más llega a la sala-, el cantante estadounidense, de 69 años, se comportó en todo momento como una estrella, sabiendo que era el protagonista del día del festival, y convirtió la rueda de prensa en todo un espectáculo.

Hacía ruidos con las manos para simular diferentes sonidos, imitaba voces de amigos y contaba anécdotas como la del joven serbio que se le acercó para decirle, "tío, me gusta vuestra vieja música", a lo que Iggy Pop le contestó: "¡que te den, Igor!"

Recuerdos que son lo que el cantante ha aportado al documental de Jarmusch, hecho con las escasas imágenes de la época que se conservan de The Stooges y con muchas aportaciones de otras personas.

"Yo soy un hombre que lo tira todo, pero conozco a mucha gente que guarda las cosas y los contacté para que las dejaran para la película" y entre ellos citó a fans, a viejos camellos e incluso a "seguidores extraños".

Material suficiente para que Jarmusch pudiera construir Gimme Danger -como el título de uno de los temas de The Stooges-, una película que es todo un homenaje del cineasta a "la banda de rock más grande e importante" para él.