'Un doctor en la campiña', la realidad solitaria de la sanidad rural
- Thomas Lilti, el cineasta francés que ejerció la medicina, regresa a la cartelera
- Un homenaje a los médicos rurales con François Cluzet y Marianne Denicourt
- RTVE.es entrevista al director
Thomas Lilti es un caso único del panorama cinematográfico. Ejerció como doctor de medicina interna 10 años antes de pasarse paulatinamente al oficio de guionista y director. Sus vivencias y reflexiones sobre el oficio eran un material dramático de primera y Lilti las ha plasmado cargado de autoridad y algo de autoría. Su debut, Hipócrates (2014) no pasó desapercibido para la taquilla y la Academia francesa y ahora regresa con Un doctor en la campiña, que ese estrena el 27 de mayo en España.
Lilti mira ahora hacia los médicos rurales, profesión amenazada por la despoblación y falta de recursos, cuya figura en el entorno trasciende la medicina. François Cluzet interpreta a un abnegado y solitario doctor al que diagnostican un tumor cerebral incurable. Con la previsión de que más temprano que tarde necesitará un relevo acoge a Nathalie (Marianne Denicourt), una veterana enfermera reconvertida en doctora, para que aprenda las claves del oficio.
“Dentro de una historia novelesca, quería denunciar y contar la dificultad para los jóvenes médicos para instalarse en el campo. Es una medicina difícil, incompatible con una vida personal desarrollada”, explica Lilti en una entrevista para RTVE.es.
En Hipócrates, se afirmaba que ser médico no era un trabajo, sino una maldición. En Un doctor en la campiña, que los médicos reparan los fallos de la naturaleza, entendida esta como barbarie. ¿Es una relación de amor-odio con la profesión?
“Es exactamente así, un oficio magnífico y al mismo tiempo increíblemente difícil. Y es una maldición: no puedes librarte de ello”, sostiene.
Un doctor en la campiña abunda en lo que considera que debería ser el lema de la profesión: escuchar. “Es algo que aprendes y luego olvidas porque hay mucha gente que atender, encadenas un paciente con otro, y hay que acelera. Y es la clave de la medicina”, lamenta. “He tratado de mostrar el intercambio: está claro que el médico da mucho al enfermos, pero recibe mucho del enfermo también”.
Como joven interno, Lilti realizó alguna sustitución en zonas rurales. Anécdotas biográficas, como ser perseguido por gansos, salpican una cinta llena de amor hacia el trato cercano de las comunidades pequeñas de gente que “trata de hacerse la vida lo menos difícil posible en compañía”.
“Aprendí mucho de la medicina de proximidad, es un oficio artesano donde el médico es más que un médico, es una autoridad, un amigo, un confidente. Conoces a varias generaciones de la misma familia y sus secretos. Es lo que le da le riqueza, pero al mismo tiempo exige grandes cualidades humanas”, describe.
Nadia mejor que un actor tan querido como Cluzet para encarnar una humanidad latente, escondida a veces tras una gravedad buscada. “El oficio genera una soledad como la del protagonista, alguien que ha sacrificado su vida personal por sus pacientes”.
La curación, viene a contar la película, también está en nosotros mismos y en quienes nos rodean. Lilti muestra especial orgullo en la construcción del personaje de Nathalie. “Es poco frecuente en el cine un personaje femenino con un motor no sentimental. Su motor es profesional: su deseo de convertirse en médico y cumplir su vocación por la medicina”.
Otra obsesión para Lilti es el cuidado de las personas mayores con enfermedades terminales. “¿Hay que luchar para que mueran en su domicilio? ¿O tienes que mandarle a un hospital donde pueden tener tratamientos de mayor calidad? Me irrita el sufrimiento moral que se causa por morir lejos de tu familia o tu perro. En Francia, el 80% de las personas mueren en hospitales.
Como último mensaje, Lilti espera que la despoblación rural sea tomada en cuenta como problema político de primer orden. “La desertificación afecta a todos los sectores: desaparecen colegios, tiendas… Hay que encontrar soluciones para que estas prácticas médicas sigan existiendo, pero sean menos solitarias”