'De Caravaggio a Bernini', el esplendor del Seicento italiano en el Palacio Real
- Patrimonio Nacional exhibe 72 obras maestras barrocas en Madrid hasta octubre
- La exposición recoge joyas como Salomé con cabeza del Bautista, de Caravaggio
- Una escultura única de Bernini y La túnica de San José, de Velázquez, piezas clave
El "posiblemente mejor lienzo" de Caravaggio conservado en España, Salomé con cabeza del Bautista (h. 1604), y la única escultura completa de Bernini de metal no sujeta a un conjunto monumental, Cristo crucificado (h. 1654-1656), son dos de las joyas de la nueva exposición de las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional en el Palacio Real, centrada en el Seicento italiano.
Desde este martes 7 de junio y hasta el 16 de octubre, la muestra De Caravaggio a Bernini. Obras maestras del Seicento italiano en las Colecciones Reales reúne 72 obras -entre esculturas, pinturas y palas de altar-, muchas ellas no exhibidas hasta ahora, en una exposición "extraordinaria" tanto por su "altísima calidad y valor histórico", según subraya su comisario, Gonzalo Redín. "Ninguna otra institución, me atrevería a decir del mundo, puede exponer con sus propios fondos obras maestras de Caravaggio, Bernini, Velázquez o Guido Reni, y menos de semejante entidad", asegura el comisario a RTVE.
La exposición, patrocinada por la Fundación Santander, hace un completo recorrido por el Barroco italiano a través de las distintas escuelas italianas del siglo XVII y su influencia, partiendo de Bolonia a Roma, de Roma a Nápoles y de Nápoles a España -la escuela napolitana está ampliamente representada en las colecciones de Patrimonio Nacional dados los dos siglos de gobierno español sobre el territorio-.
La muestra presta, además, una atención especial también a los dos viajes a Italia de Diego Velázquez, quien pintó La túnica de San José (h. 1630-1634), expuesta en el Palacio Real, a la vuelta de su primera instancia en Italia -de 1629 a 1631- y que es un ejemplo de cómo esta marcó su pintura y la abrió a un nuevo modo de narrar, con uso de los colores azul, naranja y amarillo. También pueden contemplarse algunas de las obras encargadas por Velázquez en su segundo viaje a Italia (1648-1651), cuando adquirió varias piezas por encargo de la Corte.
Un Caravaggio no tan oscuro
Con motivo de la exposición, que además permite contemplar por primera vez juntas piezas que están generalmente expuestas por los distintos Reales Sitios, Patrimonio Nacional ha acometido una amplia campaña de restauración en numerosas de las obras de arte que han arrojado a la luz nuevos descubrimientos.
Una de estas piezas restauradas es el lienzo Salomé con cabeza del Bautista, que ha revelado "un fondo olivastro, verdoso claro, muy sutil que contrasta mucho con la idea habitual que se tiene de que Caravaggio pintaba sus figuras sobre una profunda oscuridad", explica el comisario y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares. También han salido a la luz detalles, como el rostro del propio verdugo representado en el cuadro y la empuñadura de su espada, que antes "prácticamente pasaban desapercibidos", explica Redín, que añade que estos descubrimientos han permitido incluso adelantar unos años la datación de la obra y fecharla hacia 1607, lo cual sugiere que fue pintada durante la primera estancia del pintor en Nápoles.
Otras de las salas del Palacio Real recoge tres obras maestras del pintor español José de Ribera, que fue la figura principal de la escuela napolitana durante la primera mitad del siglo XVI, un artista cuya formación es plenamente italiana pues con apenas 15 años, en 1606, estaba ya en Roma y allí pudo estudiar la obra de Caravaggio. Así, pueden contemplarse las dos obras más destacadas del artista en las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, Jacob y el rebaño de Labán (fechado en 1632) y San Francisco en la Zarza (h. 1630-1632), junto a San Francisco recibe los estigmas (fechado en 1642).
Bernini único
Junto al Caravaggio y el Velázquez, la tercera joya de la exposición del Palacio Real es el magnífico Cristo crucificado (h. 1654-1656) del maestro de la escultura barroca Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), una pieza que fue encargada en Roma por el embajador español para Felipe IV con destino al Panteón del Monasterio del Escorial. Se trata de una obra excepcional por dos razones: es la única obra encargada desde el extranjero que salió de Italia en vida del artista; y es la única figura completa del artista en metal no sujeta, ni física ni conceptualmente, a un conjunto monumental que ha llegado hasta nuestros días.
Pese a todo, es también la única escultura que en vida de Bernini se consideró "inadecuada para su destino", por lo que se sustituyó poco después de su llegada al Panteón del Escorial por un crucifijo de Domenico Guidi, de menor calidad.
El descubrimiento de Guido Reni
Para cerrar la muestra, Patrimonio Nacional ha reservado una docena de palas de altar -pinturas de gran tamaño- que abarcan todo el Seicento y que ocupan las tres últimas salas, arrancando con La vocación de san Andrés y San Pedro (1593-1588), de Federico Barocci, como anticipo del Barroco, hasta otros lienzos extraordinarios de Pietro Liberi, Giovan Francesco Romanelli y Andrea Vaccaro, entre otros.
También en este marco, y por primera vez, se podrá contemplar La conversión de Saulo (h.1621), tras su atribución hace tres años al pintor italiano Guido Reni tras el trabajo de investigación realizado precisamente por el comisario de la muestra, Gonzalo Redín. "Es una obra muy notable, que fue regalada al rey Felipe IV, y que se puede decir que es una absoluta novedad y una obra maestra del pintor desconocida hasta la fecha, porque la última referencia segura era su situación en Roma en un inventario de la colección Ludovisi, la familia que regaló el cuadro al monarca en 1633, y hasta la reciente publicación del cuadro ha tenido diferentes atribuciones a otros artistas muy diferentes", concluye.