Premios Edelvives, la mejor literatura infantil y juvenil
- Entrevistamos a los ganadores de los Premios Ala Delta, Alandar y Álbum Ilustrado
- Tres títulos recomendados para lectores infantiles y juveniles
Coincidiendo con la Feria del Libro de Madrid, se entregan los Premios Edelvives de Literatura Infantil (Ala Delta), Juvenil (Alandar) y Álbum Ilustrado (Edelvives). Los ganadores han sido, respectivamente, El secreto de Enola, de Daniel Hernández Chambers (con ilustraciones de David de las Heras); La partitura, de Mónica Rodríguez, y Una vajilla impar, de la ilustradora Isabel Hojas y la escritora Catalina González. Los dos primeros ya están a la venta y el tercero se publicará en noviembre.
'El secreto de Enola'
El secreto de Enola, es la última novela del tinerfeño Daniel Hernández Chambers (Las aventuras de Alonso y Sancho, Yo me iré contigo). Está dirigida a lectores a partir de 10 años y ha conseguido el Premio Ala Delta de literatura infantil. Destacamos también las ilustraciones del vasco David de las Heras, cuya obra ha sido expuesta en varios países europeos.
"La historia trascurre en 1989, tras la caída del muro de Berlín, en un pueblo costero inglés -asegura Daniel-. El protagonista es un chaval, Ralph, que, limpiando una chimenea, se encuentra el esqueleto de una paloma mensajera que todavía tiene atado un mensaje a la pata. Un mensaje que está escrito en un código cifrado. Entonces el niño se empeñará en descifrar ese misterio con la ayuda de una amiga suya, Margaret. Junto a ellos descubriremos que durante la Segunda Guerra Mundial los británicos usaban muchas palomas para comunicarse con la resistencia francesa. Por eso los chavales piensan que es un secreto militar pero descubrirán que, en realidad, el mensaje esconde una historia de amor".
Una historia de aventuras ambientada en la Gran Bretaña de Tatcher. "Ese escenario - asegura el escritor- me permite dar a la historia un trasfondo más realista que otros libros juveniles, ya que la crisis de la época está muy presente en la historia; el padre está en el paro, no hay buen ambiente en su casa... se tocan otros temas aparte de la aventura en sí".
Por cierto que la historia está basada en un hecho real. "En la realidad -asegura Daniel- fue un jubilado inglés el que descubrió el esqueleto de una paloma con un mensaje cifrado y, a día de hoy, todavía nadie ha sido capaz de descifrarlo. Los servicios secreto británicos incluso lo publicaron en la prensa para ver si alguien podía ayudar a resolverlo pero, años después, todavía sigue siendo un misterio, porque lo más probable es que el código solo lo conociesen la persona que lo escribió y la que supuestamente tenía que recibirlo. Y ambos llevan muertos muchos años".
David de la Heras asegura que ha cambiado su estilo para ilustrar la historia: "Las ilustraciones dependen mucho del público al que van dirigidas. Y al ser un público juvenil he adaptado mi estilo, que es más pictórico, haciéndolo más sencillo, más asequible. Además me interesaba mucho reflejar esa época, de finales de los 80. La Inglaterra de Tatcher y la estética de grupos de entonces como The Smiths. Las películas Quadrophenia, 24 Four hour party people o, incluso, Billy Elliot, también me han servido de inspiración para la atmósfera".
"Por eso creo que también era muy importante utilizar la paleta de colores de dicha época -continúa el ilustrador-, contrastando tonos más apagados, más grises, con otros más vivos. Eso también tiene que ver con que reflejo una ciudad obrera, gris, pero en la que también hay puntos de luz, de color, que ofrecen un poco de esperanza a difícil situación de la época".
"Además -continúa el ilustrador- la historia cuenta la relación de Ralph, un chico joven y solitario que se enamora de una chica, Margaret y quería que muchas de las ilustraciones tuviesen un carácter íntimo, para reflejar esa relación tan especial que hay entre ellos".
'La partitura'
La partitura, de Mónica Rodríguez, ha conseguido el Premio Alandar de literatura juvenil. La ovetense ya ganó, en 2011, el Premio Ala Delta por Diente de León y acumula otros importantes galardones como el Premio de Literatura Infantil Ciudad de Málaga, el Premio Leer es Vivir o el Premio Anaya, que también ha conseguido este mismo año.
"En La partitura -asegura- cuento la atormentada vida de un compositor, Daniel faura Oygon, y de la que fue la mujer de su vida, Sayá. A través de una carta, un falso diario y una partitura, una joven, Marta, descubre la historia de este compositor y a partir de ahí le surge una gran pregunta que traslada a su novio en forma de crónica escrita que es esta novela".
"En la novela -continúa Mónica- me interesaba contar muchas cosas, por eso comienza en esa época en la que todavía existía la Unión Soviética y se extiende durante varias décadas y escenarios, en lugares como Madrid, Mongolia, Viena o Mallorca. A partir de ahí quería profundizar en el alma atormentada de un creador, en la propiedad de las obras de arte, o en hasta dónde podemos forzar a una persona para que desarrolle es talento que pensamos que tiene. Por eso cuento la historia de este compositor obsesionado por una alumna que es muy buena y está obsesionado con que sea la mejor pianista del mundo, aunque tenga que llevarla hasta el extremo".
"Daniel, el protagonista, tuvo una infancia muy difícil y tiene una relación muy complicada con las mujeres, es casi un misógino -nos comenta Mónica-, pero, a la vez, no puede vivir sin ellas. Ese tormento interior es lo que le hace ser brillante pero también cruel con las personas de su alrededor. Aunque cuando quiere puede ser profundamente generoso".
Por supuesto, la música juega un papel fundamental en esta historia: "Hay una partitura que es el motor de todo el libro -asegura la escritora-. Una sonata que es capaz de llegar muy adentro de la protagonista, de Marta, y despierta en ella un montón de emociones que le hacen ponerse en marcha".
'Una familia impar'
Con Una familia Impar, Isabel Hojas (Santiago de Chile) y Catalina González (Alicante), han conseguido el V Premio Internacional Álbum Ilustrado. La chilena es una reconocida ilustradora en su país, mientras que Catalina no deja de acumular importantes premios de literatura infantil y juvenil, como el Barco de Vapor (2012) o el Invenciones de Narrativa Infantil y Juvenil (México, 2011).
"Una familia Impar -asegura Catalina- cuenta la historia de una familia desde que los niños son pequeños hasta que se convierten en adolescentes. La excusa es el recuento de la vajilla familiar. Así, se van sucediendo escenas familiares donde la vajilla es la protagonista: se van rompiendo o perdiendo piezas, se usan para otras cosas... Mezclando esa historia de la vajilla y la familia también proponemos juegos como buscar las piezas en las ilustraciones. Es una forma divertida de hablar sobre la familia y de cómo evoluciona. Una historia sobre la vida familiar y sobre el paso del tiempo que, a la vez, es un juego".
"La familia -continua Catalina- está compuesta por el padre, la abuela, dos niños y una niña, la pequeña. Y luego hay otra familia de vecinos que son pelirrojos, por lo que los distinguimos enseguida. En la historia también tienen mucha importancia los números y su relación con el amor y el cariño, que es algo que no se puede contar, no se puede medir".
"La idea de la vajilla -añade Catalina- se me ocurrió porque es una cosa que nos acompaña durante toda la vida. Por ejemplo, esas tazas que eran de la abuela o que vienen de un viaje. En definitiva, tienen su propia historia que, a la vez, está muy ligada a la historia familiar.
Isabel Hojas nos cuenta una anécdota curiosa sobre el libro: "Cuando Catalina y yo nos conocimos, en la Feria del Libro de Guadalajara (México) quedamos en trabajar juntas. Pero mientras surgía la oportunidad yo me casé y uno de los regalos que recibí fue la típica "loza elegante", de una tía. Cuando terminé de colocarla no pude evitar pensar en cuanto tiempo estaría completa; porque estaba convencida de que en un futuro cercano algo se rompería. Y esa misma tarde, recibí un mail de Catalina con dos propuestas de cuentos para ilustrar y uno era el de la familia impar. Por supuesto, fue el que elegí".
"Me pasó otra cosa curiosa en ese tiempo -continúa la ilustradora- y es que murió mi abuela. Cuando estaba viva todo lo que había en su casa: el sofá, el sillón, la vajilla... era mi abuela, porque todo me recordaba a ella y era muy cuidadosa con sus cosas. Y al morir pensé que si se me rompía alguna de esas cosas yo me iba a morir de pena, pero luego, después de ilustrar esta historia, ya no sentiría tanto que se rompiesen esas cosas porque comprendí que ella es mucho más que esos meros objetos".
"Esa es otra idea del libro -añade Catalina- que la vida, la vajilla, está para disfrutarla, y que si se rompe un plato no pasa nada, lo importante es disfrutarlo".
En cuanto a las ilustraciones, Isabel asegura que: "Elegí un papel que es muy corriente, no es artístico, pero chupa la tinta de una forma muy cálida, no tan húmeda como algunos papeles supuestamente mejores. Además es un papel que se va "amarilleando" con el tiempo, como las viejas fotos de Polaroid, y creo que eso es muy bonito. Por supuesto en el libro eso no pasará".