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Catherine Lacey, el nuevo fenómeno literario anglosajón: "Hay que vivir el rechazo editorial"

  • Se publica en España su aclamado debut literario, Nunca falta nadie
  • RTVE.es entrevista a la autora del libro del año para The New Yorker
  • "Es positivo sentir presión, porque si no te duermes en los laureles", dice

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Catherine Lacey, autora de 'Nunca falta nadie'.
Catherine Lacey, autora de 'Nunca falta nadie'.

La crítica literaria estadounidense está rendida a los pies de Catherine Lacey (Tupelo, Misisipi) y de su primera novela, elegida mejor libro del año en 2014 por The New Yorker y Time Out New York. A sus apenas 30 años, acaba de recibir también uno de los diez Whiting Awards a escritores emergentes, galardón que lograron en su día autores como David Foster Wallace o Jonathan Franzen.

Nunca falta nadie (Alfaguara, 251 páginas, 19,90€) llega ahora a España, además haberse traducido al francés, el italiano, el holandés y el alemán, y Lacey, que vive su primera gira de promoción europea, confiesa que le llena de "orgullo" que su debut literario pueda leerse ya en tantos idiomas, algo que, admite en una entrevista con RTVE.es, "no pensaba que pudiera ocurrir".

Portada de de 'Nunca falta nadie' (Alfaguara).

La novela nos presenta a Elyria, quien sin decir nada a su marido ni al resto de su familia, decide tomar un vuelo de ida a Nueva Zelanda y abandonar su estable e insatisfactoria vida en Nueva York. Elyria, una joven de 28 años, pone a prueba el destino haciendo autostop y viajando en coches de desconocidos, durmiendo en parques y campos y manteniendo encuentros arriesgados. En su huida hacia adelante, Elyria decide no compartir con nadie su vida anterior, que no deja de pesarle, especialmente la muerte de su hermana adoptiva.

Residente en Nueva York desde hace años, la autora estudió un master de No Ficción Creativa en la Universidad de Columbia y había publicado ya entrevistas, relatos y piezas de no ficción antes de embarcarse en su primera novela, que nació al "unir varias historias" durante un viaje que realizó por Nueva Zelanda.

El rechazo de los editores

Lacey compaginó la escritura de la novela con su trabajo durante el fin de semana en un bed & breakfast que montó en Brooklyn con unos amigos y otros trabajos con los que pagaba las facturas mientras se dedicaba a su verdadera pasión. Tardó casi un año y medio en escribir Nunca falta nadie y tuvo que sufrir el rechazo de varios editores antes de ver su libro publicado.

"El mundo de las editoriales es un misterio. Envié el libro a otros agentes, a amigos... y me lo rechazaron aquí y allá. Pero sabes que eso es parte de escribir, que te devuelvan el manuscrito y te digan que no, así que decidí no tomármelo como algo personal, porque eso ayuda a superar esa fase. No es fácil, es duro, pero tienes que vivirlo", explica la autora, que añade que finalmente tuvo la suerte de dar con dos editores, cuyo trabajo conocía y respetaba, que finalmente publicaron su manuscrito en 2014, Nobody is ever missing (Farrar, Straus and Giroux).

La joven autora, que lleva diez años dedicada profesionalmente a la escritura, confiesa también que las buenas críticas recibidas por su novela fueron "una sorpresa". "Escribes porque es divertido para ti y para mí fue entretenido escribir Nunca falta nadie y luego tu agente quiere que pienses que eres fantástica, pero no sabes si es cierto o no. Todo esto es algo misterioso porque quizás alguno de esos críticos leyó el libro justo en el momento adecuado, porque si lo hubiesen leído antes o después, aunque fuese solo un día, quizás no le habría parecido lo mismo. Y luego, cuando sabes que se publica y ya se ha hecho toda esta publicidad, piensas 'bueno, a lo mejor la gente lo lee porque se ha hecho toda esta publicidad', así que no me afecta tanto", reflexiona sobre todo lo que se ha publicado sobre ella y su novela.

Escrita en primera persona -"la tercera persona nunca ha tenido sentido para mí porque tú no ves el mundo de esa manera"-, Lacey reconoce que el personaje de Elyria tiene algo autobiográfico porque "todos los autores ponen algo suyo en sus trabajos", como algunas de sus "distorsiones y cosas retorcidas", pero matiza que solo es parte. "Cuando se publicó por primera vez me daba miedo de que la gente pensara que era yo, pero cuanto más tiempo llevo fuera, más convencida estoy de que la gente sabe que no soy yo. Mi vida es más agradable y Elyria no parece que se lo pase tan bien como yo", cuenta entre risas.

La autora sí cree que, como le ocurre a su protagonista, todas las personas tenemos "pensamientos oscuros" -en el libro la metáfora es un ñu, el animal salvaje- que hay que "domesticar" de alguna manera y opina que el mundo puede ser a la vez "un lugar divertido y oscuro", como pretende reflejar a través de las inyecciones de humor que ha puesto en su novela. Y, aunque Elyria sea una mujer que decida romper con su matrimonio para encontrarse a sí misma, no piensa que Nunca falta nadie pueda ser catalogada de feminista en los tiempos actuales -"quizás sí hace cien años"- porque "eso pasa todos los días".

Lo bueno de sentir presión

Lacey se reconoce como "escritora sureña" en el sentido de que le ha marcado la cultura del sur de Estados Unidos en el que creció y con el que entró "en desacuerdo" desde muy joven, como por ejemplo el papel que, en su opinión, interpretan los sureños de gente abierta y educada, una "imagen" que es "de cartón piedra" porque detrás hay "muchas cosas de las que no hablan". "Desde joven estaba acostumbrada a estar en un sitio sintiéndome de fuera, pese a que toda mi familia es del sur desde generaciones", cuenta la escritora, que casualmente es hija de la tercera generación de propietarios de la Compañía Tupelo Hardware, lugar de peregrinaje de los fans de Elvis Presley porque en esa tienda su madre le compró su primera guitarra.

La autora, que cita entre sus referentes literarios a Lorrie Moore, John Berryman o Jean Rhys, trabaja en su segunda novela, que llevará por título The answers, para el que no se siente demasiado presionada porque empezó a escribirlo antes de que se publicase su primera novela, aunque admite que a veces piensa en ello. "De todas formas, es un libro distinto, con más trama, más personajes, más equilibrio, más largo y más voces, y está bien porque así la gente no podrá compararlos. Quizás la gente sí que los compare, pero como no sé lo que es que te comparen los libros, pues no es algo que me asuste, aunque quizás sí me pasé con en el tercero", ríe.

Y, aunque a Lacey parezca que no le abrumen las críticas y los premios recibidos, cree que es positivo "sentir un poco de presión, porque si no te duermes en los laureles", con lo que confía en poder quedarse "en un espacio intermedio entre sentirme cómoda y ansiosa".