Ricardo Darín: "Rodar una historia real y dolorosa es tremendo y lo más parecido a que te ocurra"
- RTVE.es entrevista al actor e Inma Cuesta, protagonistas de Capitán Kóblic
- Dirigida por Sebastián Borensztein, se centra en los vuelos de la muerte de Argentina
FICHA TÉCNICA
Título: Capitán Kóblic
Título original: Kóblic
Año: 2016
Duración: 92 min
País: Argentina / España
Director y guion: Sebastián Borensztein
Reparto: Ricardo Darín, Oscar Martínez, Inma Cuesta
Argentina, 1977. La dictadura militar de Jorge Videla tiene en marcha desde hace unos meses los vuelos de la muerte como fórmula de exterminio de los disidentes. Miles de argentinos murieron entre 1976 y 1983 tras ser arrojados al mar desde aviones militares en uno de los episodios más vergonzantes de la historia reciente, crímenes de lesa humanidad algunos ya juzgados y otros todavía en proceso.
Ricardo Darín se convierte en Capitán Kóblic en uno de esos pilotos de los vuelos de la muerte. Atormentado, este comandante de la Armada Argentina deserta y se esconde en un pequeño pueblo de la Pampa, donde deberá comenzar una nueva vida ocultando su pasado como piloto de un avión fumigador. Allí se encuentra con Nancy (Inma Cuesta), pero también con Velarde (Óscar Martínez), un comisario corrupto que campa a sus anchas en ese pueblo sin ley.
La cinta, dirigida y coescrita por Sebastián Borensztein (Un cuento chino), llega a las salas españolas este viernes 17 de junio después de estrenarse en el pasado Festival de Cine de Málaga, donde se hizo con la Biznaga de Plata al mejor actor de reparto (Óscar Martínez) y a la mejor fotografía.
Acostumbrado a empalmar trabajos a este y al otro lado del Atlántico, Darín, último ganador del Goya a mejor actor por la española Truman, explica a RTVE.es que quedó "impactado" por la propuesta del director de esta coproducción hispano-argentina por "encontrar dentro de una historia horrorosa, a un tipo que dijo 'esto no lo puedo hacer' y que se da a la fuga", aunque "luego se dé cuenta de que, pese a pensar que escapando puede solucionar las cosas, los problemas los llevamos con nosotros".
El capitán Kóblic, un personaje ficticio, se cruza en el pueblo, también inventado, de Colonia Elena con Nancy, otra "fugitiva", cuenta Inma Cuesta (La novia, Águila roja), que también "intenta escapar de un ambiente absolutamente asfixiante", aunque por otras motivaciones. "Ambos crean un micromundo en el que se salvan de alguna manera porque escapan un poco de la realidad", revela la andaluza en una entrevista conjunta en la que ambos actores muestran una gran complicidad. "Los une el espanto y la falta de confesión porque ninguno de los dos puede contarle al otro lo que le ocurre porque le comprometería", añade el bonarense.
El conflicto emocional
Para el argentino, lo ocurrido en su país durante la dictadura militar es desde el punto de vista intelectual "inanalizable e inimaginable". "No hay forma de tratar de meterse en la estructura de pensamiento de unos tipos que deciden acatar unas órdenes absolutamente espantosas y cometer las brutalidades que cometieron con compatriotas, gente joven, chicos idealistas, con chavales... Es inimaginable", sostiene.
Y, como actor, reconoce que "emocionalmente" es algo "muy difícil de transitar". En este sentido, explica que cuando rodaron en la Base de Área de Cuatro Vientos (Madrid) las escenas de los interiores de los aviones y fueron a recrear los vuelos de la muerte, hubo un instante en el que todos quedaron "estupefactos".
"De repente dices, '¿cómo hacemos esto?', porque esto ocurrió, esto fue verdad, estamos metiéndonos con un pedazo de la historia dolorosísimo y ese dolor nos intoxicó a todos, nos envenenó. Esa es la realidad", confiesa Darín, que añade que ese sentir incluso embargó a los figurantes españoles, cuyo "increíble" entrega profesional, además, ha querido ensalzar.
Los "riesgos" del oficio de actor
A Inma Cuesta, que borda el acento argentino interior como Nancy, no le costó "empatizar" con todo esto por la propia historia española, testigo también de una dictadura militar, la de Franco: "Hay heridas que no cicatrizan nunca, que siempre van a estar sangrando y siempre van a estar abiertas de alguna manera, y aquí nos pasa. Y no me resultó difícil empatizar con eso porque aquí hay muchos asuntos sin resolver todavía y muchos daños absolutamente irreparables absolutamente", afirma la actriz de Arquillos (Jaén).
Confiesa que, como le ocurrió a su compañero con la recreación de los vuelos de la muerte, ella vivió un momento muy parecido cuando rodaba La voz dormida e interpretaba a una presa del régimen franquista: "En el momento en que me llevan a fusilar, viví algo que no se puede explicar y que ha sido una de las experiencias más bestias que me han pasado. Me sentí como si fuese realmente a ocurrir aquello. Era el mismo sitio, la misma hora, la misma luz, había agujeros de las balas de la gente que fusilaron y yo temblaba de verdad. Yo me veo y todavía me emociono porque era real lo que me estaba ocurriendo, estaba descompuesta físicamente…Cómo no vas a empatizar con algo que siempre tienes alguien que te cuenta algo, un primo, un tío, una historia de tu abuelo...", cuenta la actriz jienense aún conmocionada.
"Esos son los riesgos de este oficio. Cuando se trata de hacer una comedia, la energía está flotando, pero cuando tienes entre manos una historia pesada, áspera, dolorosa y en la que sabes fidedignamente que hubo gente que lo sufrió y padeció, es tremendo, porque casi, casi es como que te ocurre; es lo más parecido a que te ocurra", continúa acto seguido Darín, a lo que Cuesta añade que también acompaña al actor un "inmenso sentido de la responsabilidad".
De hecho, el actor argentino recuerda que vivió otro momento parecido en el rodaje de El aura (2005), en la que interpretaba a un epiléptico. Cuando junto con el director, Fabián Bielinsky, tuvieron que reconstruir el momento previo al ataque epiléptico en medio de un bosque, ambos acabaron "tirados por el suelo y llorando porque estuvimos muy cerca de creérnoslo", narra. "Eso lo que tiene de extraordinario y de peligroso nuestro oficio. Hay muchos colegas que han quedado enganchados con ese tipo de experiencias, y los entiendo porque es difícil a veces sacárselo de encima. Sobre todo cuando las experiencias son tan dolorosas", concluye.