Las incertidumbres que plantea el 'Brexit' para España
- La salida de Reino Unido de la UE afectará a la economía y el turismo
- Los expatriados de uno y otro país quedan en un limbo jurídico
- Otros aspectos también afrontarán la incertidumbre del proceso
La salida de Reino Unido de la Unión Europea ha oscurecido el final de la campaña para las elecciones generales en España, que hasta ahora había observado con cierta distancia la posibilidad de un Brexit, una decisión que no han votado los españoles, pero en la que también se jugaban parte de su futuro.
La onda expansiva del Brexit, en cualquier caso, alcanzará de lleno a España, uno de los principales socios políticos y económicos de Reino Unido. Sus consecuencias son aún imprevisibles, porque nadie ha abandonado nunca la Unión Europea y la legislación comunitaria no establece un procedimiento concreto más allá de dar dos años para alcanzar un acuerdo.
Hay más incertidumbres que certezas, aunque se pueden anticipar algunas posibles consecuencias: estos serían los principales aspectos en los que el Brexit afectará de forma directa a España.
La ruptura de los lazos económicos
España y Reino Unido son estrechos socios comerciales: los intercambios entre ambos países se valoran en 55.000 millones de euros y la agencia Standard and Poor’s estima que las exportaciones de bienes y servicios al mercado británico representan el 2,7% del PIB español, siendo el cuarto en importancia para los productos españoles. Reino Unido es el quinto país que más invierte España, que a su vez es el sexto inversor en suelo británico: hay más de 700 empresas de capital británico en territorio español y 300 españolas allí.
Esos lazos económicos están ahora en riesgo, ya que habrá que redefinir la relación de Reino Unido como país tercero. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) atribuye a España una exposición "moderada" a la economía británica, similar a la de Francia y Alemania, mientras que Standard and Poor’s estimaba antes del referéndum que sería la octava economía europea más afectada, dados los amplios intereses financieros y de inversión directa en el país, sobre todo a través de compañías de telecomunicaciones y bancos comerciales.
"El Brexit sería una muy mala noticia para la economía española", aseguraba sin titubeos el director del Real Instituto Elcano, Charles Powell, en un coloquio reciente sobre el referéndum. Y para un sector, en concreto, puede ser pésima: el turismo, que tiene en Reino Unido a su principal mercado, con más de 15 millones de turistas británicos que visitan España cada año; una cifra que podría disminuir drásticamente ante la devaluación de la libra esterlina, que encarece los viajes al resto de Europa.
El limbo de los expatriados
El Brexit coloca en una situación de indefinición a los cientos de miles de expatriados de ambos países, que ahora pueden establecerse sin necesidad de visado o permiso de residencia, en virtud de la libertad de circulación de personas que rige en la Unión Europea, lo que ha favorecido la emigración de uno a otro lado del Golfo de Vizcaya.
De hecho, es difícil saber cuántas personas se han mudado de un país a otro. Según las cifras oficiales, más de 300.000 británicos viven en España, aunque algunas estimaciones elevan esa cifra hasta un millón; contra la creencia generalizada, no son todos jubilados que se establecen en la costa, sino que casi cuatro de cada cinco son jóvenes y adultos. Al mismo tiempo, unos 200.000 españoles viven en Reino Unido, una cifra que ha crecido en los últimos años de crisis económica y que, de nuevo, solo recoge los registrados oficialmente.
Un aspecto esencial para esos expatriados es la sanidad pública, a la que ahora tienen acceso en virtud de un convenio de reciprocidad entre España y Reino Unido: quienes tienen derecho a la asistencia sanitaria en su país pueden ser atendidos en el otro, que le pasa la factura al de origen. Pero no solo la sanidad está en riesgo, sino que afectará a muchos otros aspectos, desde los contratos de trabajo hasta las becas Erasmus, lo que incrementa la sensación de incertidumbre de quienes han tenido emigrar.
Las cuestiones territoriales: el reflejo de Escocia en Cataluña y el conflicto de Gibraltar
Hace tan solo dos años que Escocia ratificó su pertenencia a Reino Unido en referéndum, pero el Brexit podría provocar la convocatoria de una segunda consulta e incluso la victoria de la opción independentista: los escoceses han votado mayoritariamente en favor de mantener los lazos con la UE y la ministra principal del Gobierno escocés, Nicola Sturgeon, ya ha avisado de que "un segundo referendum por la independencia está sobre la mesa".
Con toda probabilidad, al igual que ocurrió en 2014, los sectores independentistas de Cataluña establecerían paralelismos con el caso escocés, tanto sobre la celebración de una consulta como sobre la posición de la Unión Europea en torno la integración de nuevos estados segregados de Estados ya miembros.
Además de las cuestiones internas, el Brexit probablemente agravará el principal contencioso territorial que enfrenta a España y Reino Unido, la soberanía de Gibraltar: "La solución no será en absoluto más sencilla si las relaciones entre ambos países dejan de tener el marco de colaboración que proporciona la Unión Europea", afirmaba antes del referéndum el investigador del Instituto Elcano Salvador Llaudes en un artículo sobre las posibles consecuencias de la salida para España.
Seguridad y defensa
Reino Unido siempre ha sido reticente a profundizar en la integración política europea, pero es un actor imprescindible en la política común de Seguridad y Defensa de la Unión Europea, dada su condición de potencia nuclear, miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas e interlocutor privilegiado con Estados Unidos, la primera potencia mundial.
La salida británica, además, significará una merma significativa de la Unión Europea en materias como el control de la circulación de armas ilegales o el seguimiento de posibles criminales, incluidos terroristas, a través de la información compartida. La ministra británica de Interior, Theresa May, había advertido de que el primer perjudicado será Reino Unido -"Las decisiones que se toman en la UE ayudan a proteger nuestra seguridad", ha recalcado-, pero todos los países se verán afectados.
La cooperación policial europea ha permitido, por ejemplo, detener en Benalmádena al británico Robert Dawes, el mayor narcotraficante europeo, mientras que en materia judicial destaca la euroorden, el procedimiento abreviado de extradición que, por ejemplo, ha servido para que España reclame a las autoridades británicas la extradición del etarra Antonio Troitiño, y que también quedará en el limbo jurídico del Brexit.
El debilitamiento del proyecto europeo
Es el aspecto más etéreo, pero quizás el más relevante: el abandono de Reino Unido del club comunitario representa una nueva amenaza para el proyecto de construcción europea, que ha constituido un eje fundamental de la modernización de España desde la transición.
La salida de los británicos significa perder un contribuyente neto a las arcas europeas, volcar sobre el eje París-Berlín todo el poder de decisión, dejar de contar con la potencia militar y diplomática de Reino Unido y, sobre todo, abrir la puerta a que otros países decidan dejar el club comunitario.
España ha sido uno de los países que con más convicción ha apostado por la integración europea: la adhesión se convirtió en el gran anhelo tras la llegada de la democracia y después ha sido clave en el desarrollo social y económico del país, por lo que cualquier debilitamiento de la construcción europea le perjudica. El Brexit quizás sea el principio del fin de la UE, como reconocía hace unos días el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, señalando que los británicos tenían en sus manos hacer que "un proceso exitoso de integración no termine en desintegración". Pero Reino Unido ha decidido marcharse.