Caravaggio, la fascinación que no cesa
- El pintor del Barroco cautivó a una legión de artistas que le imitaron
- El Thyssen expone parte de la obra del lombardo y de los caravaggistas
- Dos muestras relacionadas con Caravaggio coinciden este verano
“No hay nada mejor que imitar la naturaleza”. La frase se atribuye al pintor Michelangelo Merisi Caravaggio (Milan,1571-Porto Ercole,1610). Este naturalismo sienta las bases de su inconfundible estilo, y de la fuerza centrípeta que atrajo tras su estela a legión de autores que se inspiraron en su obra.
Esta atracción por el creador más popular y original del Barroco es un fenómeno único, ya que el artista ni siquiera tuvo escuela propia. Parte de su rico legado se recoge ahora en la extraordinaria exposición del Museo Thyssen de Madrid, Caravaggio y los pintores del norte (Del 21 de junio al 18 de septiembre).
La muestra, que exhibe 53 obras, doce de ellas “caravaggios”, permite disfrutar de algunas de las mejores creaciones del lombardo y de sus imitadores, cuyo sobresaliente trabajo ha quedado eclipsado bajo el carisma del maestro del realismo y del claroscuro.
Entre los jóvenes seguidores destacan los franceses Simon Vouet y Valentin de Boulogn, el franco-flamenco Nicolas Régnier y el holandés Dirck van Baburen. Los forestieri (extranjeros) se propusieron mejorar y ampliar la herencia de su reverenciado modelo.
La fascinación por Caravaggio revive este verano en España. A la selección del Thyssen se suma la muestra de Patrimonio Nacional De Caravaggio a Bernini, que cuenta con la obra maestra Salomé con la cabeza del Bautista (Palacio Real, del 7 de junio al 16 de octubre. Entrada conjunta para ambas exposiciones 17 euros).
Invención y gente corriente
El caldo de cultivo del boom de Caravaggio se fraguó en Roma entre 1600 y 1630, cuando más de 2.000 pintores llegados de todos puntos de Europa convirtieron la Ciudad Eterna en un crisol artístico irrepetible.
Los llamados pintores del norte cayeron bajo el influjo del lombardo por múltiples razones: su estilo naturalista y moralizante, que entronca directamente con la tradición pictórica flamenca y les liberaba de ataduras académicas, o la extraordinaria capacidad para reinventarse de Michelangelo Merisi Caravaggio.
“Caravaggio cambia mucho su estilo todo el rato introduciendo novedades. En la exposición tenemos cuadros de sus comienzos, y aquí se puede ver lo rápido que evoluciona y lo que puede ofrecer a las generaciones del futuro”, explica en una entrevista con RTVE.es el comisario Gert Jan van der Sman, profesor de la Universidad de Leiden (Países Bajos).
Caravaggio atesoró la virtud de introducir en sus obras a personajes de “gente normal de la calle” como músicos, prostitutas, vagabundos, echadoras de cartas o sus célebres “merrys companys” o brillantes escenas de grupos divirtiéndose.
La fuerza del drama
Una forma de mirar extraordinaria que cautivó a los caravaggistas, aderezada con su genial manejo de la luz/oscuridad que generaba atmósferas únicas de alto impacto psicológico.
“Es increíble su sentido del drama, eso es completamente nuevo, y las bellas combinaciones del claroscuro”, apunta Gert Jan van der Sman.
Este desarrollo vertiginoso se observa en las naturalezas muertas de flores y frutas de sus inicios, en las que el italiano va apartando las convenciones.
En esta línea, destaca Muchacho mordido por un lagarto, que asombró a sus contemporáneos por la mimetización del jarrón y la expresión asustada del niño.
Un viaje que culmina en la cima del tenebrismo, donde la escena permanece en penumbra y focaliza la emoción en un punto luminoso. Esta genialidad le convierte en el artista más solicitado de Roma, y en nombre privilegiado en la Historia del Arte.
El genio de la oscuridad
El carisma del rebelde Caravaggio, que tuvo una vida llena de pendencias y encarcelaciones, en definitiva, en la que no faltó el drama, no tiene límites. El propio Pedro Pablo Rubens cae rendido ante su audacia y se mira en su espejo incorporando elementos de su escalafón de chiaroscuros a sus creaciones.
“Para Rubens contemplar la obra de Caravaggio era una experiencia intensa”, analiza el profesor Jan van der Sman. El español Velázquez también se contaba entre sus admiradores.
En la selección del Thyssen también merece especial atención entre el trabajo de sus seguidores, las obras del holandés Dirck van Baburen, en la que descolla la aclamada El entierro de Cristo
Un préstamo excepcional procedente de la capilla de San Pietro in Montorio, ubicada en el complejo de la embajada española de Roma.
“La pintura de Baburen fue importantísima, no solo porque se inspirara en Caravaggio, impresionó en su momento y tuvo buena crítica y buena fortuna en el mundo del arte y la gente que iba a Roma en el siglo XVIII y XIX iba a verla. El entierro de Cristo está inspirada en el Santo entierro de Caravaggio que está en El Vaticano”, detalla Mar Borobia, directora del proyecto y jefa del área de pintura antigua de la pinacoteca.
Entre los pintores extranjeros, también resaltan Louis Finson y Matthias Stom, por diferentes razones. El primero, es el único caravaggista del norte que conoció en persona al pintor y realizó múltiples copias de su arte; el segundo, es el último de sus discípulos, en cuyas pinturas sigue detectándose su influencia hasta 1640.
“En la exposición podemos encontrar su monumental pintura La flagelación de Cristo [ver fotogalería], que tiene esa cualidad cinematográfica que podemos encontrar en muchas de las grandes obras maestras de Caravaggio”, señala el comisario sobre la obra de Stom, y añade que la exposición del Thyssen es una de las más completas de los últimos años.
La muestra madrileña se cierra con El martirio de Santa Úrsula (1610), en la que Caravaggio se autorretrata sujetando una lanza cuando el rey de los hunos hiere a la Santa. En la composición reina la oscuridad y los personajes apenas se vislumbran del fondo negrísimo. Una culminación, en homenaje al maestro de la luz y la sombra.