La National Gallery exhibe la pasión coleccionista de los grandes pintores
- Expone obras que coleccionaron Freud, Degas, Van Dyck o Matisse
- Se comparan con pinturas de los maestros para ver su influencia
La National Gallery exhibe a partir de este jueves en la exposición Cuadros de pintores, de Freud a Van Dyck más de ochenta obras que permiten acercarse a la colección privada de grandes artistas como Freud, Matisse, Degas, Leighton, Watts, Lawrence, Reynolds o Van Dyck.
La muestra, que estará abierta al público hasta el 4 de septiembre, abarca más de cinco siglos de historia del arte a través de pinturas que fueron en su día propiedad de pintores.
Fueron creaciones con las que convivieron y que les inspiraron, y que ahora se exhiben yuxtapuestas con las obras de los artistas para poner en relieve el vínculo existente, con el objetivo de arrojar una nueva luz sobre el proceso creativo de los autores.
"Estamos confrontando esculturas y pinturas que estos artistas poseían, con ejemplos de su propio trabajo", apuntó Anne Robbins, comisaria de la muestra.
La 'Mujer italiana" de Corot, fuente de inspiración
La inspiración para esta exposición fue una pintura de Camille Corot, Mujer italiana, que Lucian Freud donó a la National Gallery tras su muerte en 2011, como agradecimiento al Reino Unido por la afectuosa acogida que él y su familia recibieron en este país tras huir de la Alemania nazi. El artista estableció, asimismo, que se instalara en la pinacoteca londinense para que las generaciones futuras también pudieran disfrutarlo.
La comisaria Robbins señaló sobre este icónica obra: "Desde su adquisición, la ilustre procedencia del cuadro ha atraído una gran atención; de hecho, el retrato se juzga, con frecuencia, ante la obra de Freud, prácticamente eclipsando el valor intrínseco del lienzo de Corot. Este hecho originó que nos planteáramos varias cuestiones: ¿de qué obras se rodeaban los artistas?, ¿hasta qué punto influyeron los cuadros que colgaban en las paredes de sus hogares y talleres en sus trayectorias artísticas personales? y ¿qué podemos aprender sobre los pintores a partir de sus colecciones pictóricas? Cuadros de pintores: de Freud a Van Dyck es el resultado".
La exhibición empieza con Freud (1922-2011) y termina con Anton Van Dyck (1599-1641) y cada sección comienza con un autorretrato.
De esa manera se resalta "la presencia del artista y, a su vez coleccionista, en cada una de estas galerías", explicó la experta en arte.
"Esperamos que esta exposición sorprenda al público y que les haga descubrir otros hechos sobre los grandes pintores", señaló Robbins.
Algunas de las creaciones de la muestra no habían sido expuestas al público desde hace décadas, ya que la mitad de las obras que presenta la National Gallery fueron cedidas por colecciones públicas y privadas.
Empeños y regalos
Entre otras curiosidades, la muestra desvela que Henri Matisse empezó a adquirir obras de arte mucho antes de que pudiera permitírselo y que empeñó el anillo de compromiso de su mujer para comprar un cuadro de Paul Cézanne, joya que nunca pudo recuperar pues perdió el comprobante. O que el fauvista y Pablo Picasso, a pesar de su rivalidad, intercambiaron cuadros en varias ocasiones.
Ejemplo de ello es Portrait of Dora Maar, obra que, como contó la comisaria, "Pisasso mandó a Matisse durante los años de la Segunda Guerra Mundial para desearle que se recuperara".
Un Signac sublime (La casa verde, Venecia, 1905, colección privada) ilustra la costumbre que tenía Matisse de intercambiar obras de arte con amigos pintores, mientras que un emblemático óleo de Cézanne, Las tres bañistas, (1879-82, Petit Palais, Musée des Beaux-Arts de la Ville de Paris) pone de manifiesto que las obras que poseía el artista influyeron directamente en su propia creación.
Matisse compró el cuadro en 1899 –por aquel entonces, un gran sacrificio económico- y lo atesoró durante 37 años, periodo en que expresó que "lo llegó a conocer bastante bien, aunque esperaba que no del todo".
Esta pintura y el retrato Hombre joven con una flor de Gauguin (1891, propiedad de una distinguida colección privada, cortesía de Christie’s) influyeron en el arte ingenioso y simplificado de Matisse a medida que su estilo iba evolucionando hacia un trazo más abstracto, como se aprecia en la extraordinaria escultura La espalda III (1916-17, Centre Pompidou, Mnam/Cci, París), que evoca el lienzo de Cézanne.
Llama la atención el hecho curioso de que apenas sepamos nada sobre las circunstancias que motivaron a Matisse a adquirir El peinado de Edgar Degas (circa 1896, National Gallery, Londres), aunque la pintura puede disfrutarse desde la perspectiva privilegiada de la obra de Matisse, repleta de escenas similares, como queda reflejado en el óleo El lector distraído (1919, Tate).
Intercambio compulsivo
Edgar Degas compró muchas de las obras de sus amigos impresionistas, como Camille Pissarro o Alfred Sisley, para ayudarles económicamente, lo que refleja su faceta de "mentor protegido", según la comisaria.
Además, el pintor francés se convirtió en uno de los coleccionistas más destacados de la época, incluso llegó a tener una especie de museo privado de tres plantas en su casa. En 1896, un amigo del artista escribió: "Degas continúa comprando y comprando: por la noche se pregunta cómo va a pagar lo que acaba de comprar, pero por la mañana vuelve a empezar de nuevo…".
A menudo, Degas intercambiaba sus propias pinturas o pasteles por obras que realmente codiciaba (La mujer con el gato de Manet, 1880-82, Tate), logrando de esta manera reunir una extensa colección de arte, desde lienzos de los grandes maestros hasta cuadros de artistas que, por aquel entonces, eran considerados vanguardistas, como El bañista con el brazo extendido de Cézanne (1883-85, Collection Jasper Johns).
Degas acumuló varias obras de Manet, y se dio a la tarea de rastrear de forma obstinada los fragmentos dispersados de La ejecución del Emperador Maximiliano (circa 1867-68, National Gallery, Londres), tras el fallecimiento de su amigo
Por su parte, sir Joshua Reynolds no solo recolectaba pinturas sino también dibujos y grabados, y, en su día, el artista mismo describió esta pasión como un "gran juego". "Las obras de arte son modelos que uno debe imitar y, a su vez, rivales que uno debe lidiar", afirmo el pintor.
Su extensa recopilación de dibujos, pinturas y grabados estableció la base de sus enseñanzas, así como las doctrinas que él consideraba gran arte: el estilo de Anton Van Dyck (Los caballos de Aquiles, 1635-45, National Gallery, Londres), Giovanni Bellini (La agonía en el jardín, circa 1465, National Gallery, Londres), Miguel Ángel (Leda y el cisne, posterior a 1530, National Gallery, Londres), Poussin (La Adoración de los pastores, circa 1633-34, National Gallery, Londres) y Rembrandt (La lamentación sobre el Cristo muerto, circa 1634-35, British Museum, Londres).
El óleo Niña con cerdos de Gainsborough (1781-82, Castle Howard Collection) que Reynolds adquirió en 1782 ilustra el interés que abrigaba por la obra de sus contemporáneos, lo que no solo demuestra su gusto variopinto sino también su mutabilidad: poco después, Reynolds intentaría canjear el Gainsborough por un Tiziano.
Anton Van Dyck era otro gran coleccionista de arte que reunió obras de Rafael, de Tintoretto y de Tiziano. Los inventarios que se formalizaron tras la muerte del artista documentan 19 obras de Tiziano, la mayoría retratos, incluidos el Retrato votivo de la familia Vendramin (1540-45, National Gallery, Londres), y el Retrato de Gerolamo (sin confirmar), Barbarigo (circa 1510, National Gallery, Londres).