'El Bosco', un cómic que indaga en la vida del pintor por el quinto centenario de su muerte
- El premiado dibujante holandés Marcel Ruijters ha trabajado cuatro años en el cómic
- Destaca la recreación de la época, de su vida familiar y de sus pasiones
El Bosco. La exposición del Centenario que el Prado dedica estos días al pintor holandés es, sin duda, la mejor forma de acercarse a los enigmas de su arte en este Quinto Centenario de su muerte. Pero casi tan misteriosa como su obra es la vida de este gran pintor, ya que apenas conocemos retazos de la misma. Por eso os recomendamos el cómic El Bosco (Rey Naranjo Editores), del premiado dibujante holandés Marcel Ruijters (1966), una de las biografías más completas e interesantes sobre el pintor, a la vez que una obra de arte en sí misma.
Ruijters es uno de los mejores dibujantes holandeses actuales y, posiblemente, el más original; además de compartir la obsesión de El Bosco por las criaturas misteriosas y grotescas, lo que le convertía en el artísta ideal para contar su biografía. Aparte, ha conseguido los premios a Mejor novela gráfica neerlandesa (por su adaptación libre de El Infierno, de Dante) y el prestigioso Stripdcchapprijs por el conjunto de su obra.
Y en este libro, en el que ha trabajado durante cuatro años, logra conjugar a la perfección, el arte, el diseño gráfico y el cómic para contarnos la historia del Bosco y de la turbulenta época histórica que le tocó vivir.
Perteneciente a una familia de pintores
Jheronimus van Aken, conocido como Jheronimus Bosch y en España como El Bosco (Bolduque, 1450-1516) es autor de una obra excepcional, tanto por los asuntos tratados como por su técnica. Un artísta que podría parecer lejano e inaccesible pero que consiguió un gran éxito gracias a sus enigmáticas pinturas, en las que su imaginación no conocía límites.
De su infancia prácticamente no hay datos, salvo que era miembro de una familia de pintores y que debe su apodo al municipio donde nació s-Hertogenbosch, comúnmente conocido como Den Bosch. Por eso la novela gráfica nos sitúa en 1482, aproximadamente un año después de la muerte del padre del Bosco en el gran incendio de Bosh, cuando el pintor y sus hermanos intentaban sobrevivir con encargos de los dominicos, algo que no les resultaba nada fácil.
En el cómic también se nos muestra cómo era la vida en la ciudad en esa época (bastante salvaje, por cierto), y cómo eran las relaciones entre el arte, el clero y el vulgo.
Además, Marcel Ruijters resalta lo grotesco en las páginas de su novela gráfica y exalta la preocupación del Bosco por lo divino y su fascinación por el pecado; el pintor vivió obsesionado por retratar con toda vehemencia el infierno y el paraíso. En este universo Ruijters también nos señala otras fijaciones del afamado artista: sus recuerdos y sus visiones, como las del gran incendio de Bosch que se llevó a su padre. También su frustración (y la de su esposa) por no tener hijos.
El Bosco falleció en los primeros días de agosto de 1516, quizá a consecuencia de una epidemia, aparentemente de cólera, declarada en la ciudad ese verano. El 9 de ese mes se celebraron honras fúnebres por el pintor en la capilla de Nuestra Señora de la iglesia catedralicia de San Juan, perteneciente a la confraternidad, cuyos hermanos según lo acostumbrado corrían con los gastos, cuidadosamente anotados en el libro de cuentas de la hermandad.
A su muerte El Bosco ya contaba con una legión de imitadores y seguidores, lo que da fé del enorme éxito que tuvo en vida. Y 500 años después, sigue siendo uno de los artistas más admirados, estudiados e imitados.
Un cómic muy artístico
Con un estilo casi caricaturesco, como lo fue en su momento el de El Bosco, Rijters explora en en estas páginas lo grotesco y lo ridículo de la vida de El Bosco, las inquietudes del pintor y su obsesión por las las criaturas malformadas y raras que tanto amaba retratar.
Pero a la vez, como comentábamos, consigue una interesante representación de la época y de las obsesiones y costumbres de sus contemporáneos (como las ejecuciones públicas o las primeras ferias ambulantes de monstruos). Una época que en España desconocemos bastante, por lo que es otro capítulo interesante del cómic que se completa con una cronología, en la que el autor explica de dónde ha sacado los datos históricos de cada episodio y lo que hay de realidad y fantasía en la historia.
Una nueva forma de acercarse a un pintor irrepetible y que aporta pistas para descubrir de dónde sacaba su avasalladora creatividad. Por cierto que no podemos despedirnos sin recomendaros el excelente cómic que El Prado ha editado como complemento a la exposición de El Bosco: El Tríptico de los encantados, del genial Max.