Un informe del CGPJ alerta de que en el 71% de casos de menores muertos a manos de sus padres no hubo denuncia
- Por primera vez el CGPJ analiza los datos sobre la muerte de menores en 2014
- Los expertos constatan una reducida influencia de alteraciones psíquicas en los autores
La muerte de menores a manos de sus padres ha sido analizada por primera vez por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, y los datos son contundentes: en el 71% de las sentencias no constaban denuncias previas en el ámbito familiar.
El Grupo de Expertos ha emitido un informe sobre las sentencias dictadas por los órganos judiciales referidas a casos de homicidio y asesinato en el ámbito de la pareja y expareja, y ha incluido por primera vez, a casos de menores muertos a manos de sus progenitores.
A partir del estudio de las sentencias, todas condenatorias, dictadas por los órganos judiciales en 2014 en ese tipo de casos, se constata que de las ocho muertes de menores enjuiciadas ese año, cinco fueron consideradas como asesinato, dos como homicidio y una como homicidio imprudente.
En dos de las sentencias se precisa que existieron denuncias previas por malos tratos al menor, mientras que en otro de los casos constan agresiones previas.
También se refieren agresiones previas y malos tratos a la madre del menor fallecido -y pareja del condenado- en dos de las resoluciones, aunque en uno de los casos no habían sido denunciadas.
En tres casos, el homicidio o asesinato se atribuyó a una mujer -madre del o la menor-, en otros tantos a un hombre -padre o pareja sentimental de la madre- y en uno se consideraron criminalmente responsables los dos miembros de la pareja.
Reducida influencia de alteraciones psíquicas en los autores de crímenes
Por ello, según los técnicos, es preciso mejorar la información para que las víctimas de maltrato conozcan sus derechos y los recursos de las administraciones, además de los canales de detección de situaciones de riesgo en mujeres que acuden a centros sociales a recabar ayuda y que no desean denunciar.
Los expertos también destacan la reducida influencia de alteraciones psíquicas en los autores de crímenes de violencia de género y en las autoras de crímenes en violencia doméstica, y la nula afectación del alcohol en la ejecución de los actos criminales.
Piden además que se unifiquen los criterios en las indemnizaciones o, en su caso, se apruebe un baremo indemnizatorio en casos de violencia de género.
Cuestionan también la existencia de la atenuante del artículo 21 del Código Penal -entrega voluntaria del autor del crimen- y abogan por su supresión, ya que aumentan año tras año los supuestos en los que el autor se beneficia de esta medida para rebajar su pena.
Llaman por último la atención sobre la nula aplicación en los juzgados y tribunales en los casos de violencia de género, se trate de asesinatos o de homicidios, de la pena de prisión permanente revisable. También llaman la atención sobre su aplicación reducida en los de menores ya que sólo es posible su imposición cuando concurran los elementos para considerar el hecho como asesinato.
Denuncian el ocultamiento de las víctimas de maltrato
En un 80% de los casos, los autores de las muertes de los pequeños, la mitad de ellos recién nacidos, son de nacionalidad española y su edad es inferior a la de las personas autoras de casos de homicidio o asesinato en el ámbito de la pareja.
La media de edad de los autores de muertes de menores es de 28,3 años, mientras que la de los que asesinan a sus parejas o ex parejas es en su mayoría de entre los 31 y 45 años.
En el informe, los expertos también abordan la violencia en ese ámbito. En 2014 se dictaron 53 sentencias por homicidios y asesinatos cometidos en el ámbito de las relaciones de pareja, de las que 44 lo fueron en violencia de género y 9 en violencia doméstica.
Sólo en siete de las 44 sentencias en violencia de género constan denuncias previas a las muertes. Los expertos alertan de las pocas que existen en estos crímenes, lo que evidencia, en su opinión, el ocultamiento de las víctimas del maltrato y la creencia o confianza en que acabará cesando.