La nave Kepler de la NASA detecta cuatro mundos rocosos donde no se descarta vida
- Todos orbitan alrededor de la estrella enana M K2-72
- Están a 181 años luz de distancia en la constelación de Aquarius
- La misión K2 ha confirmado 104 nuevos planetas fuera del sistema solar
Astrónomos ha descubierto y confirmado un tesoro de nuevos mundos usando la nave espacial Kepler de la NASA, incluído un sistema con cuatro 'prometedores' planetas rocosos. De los 197 candidatos iniciales a planeta, los científicos de la misión K2 han confirmado 104 nuevos planetas fuera de nuestro sistema solar.
Sobre los cuatro nuevos planetas destacables, todo entre el 20 y el 50 por ciento más grandes que la Tierra por su diámetro, están en órbita alrededor de la estrella enana M K2-72, a 181 años luz de distancia en la constelación de Aquarius. La estrella anfitriona tiene menos de la mitad del tamaño del Sol y es menos brillante. Los períodos orbitales de los planetas van de cinco y medio a 24 días, y dos de ellos pueden experimentar niveles de radiación de su estrella comparables a los de la Tierra.
A pesar de sus órbitas cercanas -más cerca que la órbita de Mercurio alrededor de nuestro sol - la posibilidad de que la vida pudiera surgir en un planeta de este tipo no se puede descartar, según el autor principal del estudio Ian Crossfield, del Lunar Planetary Laboratory de la Universidad de Arizona en Tucson.
Combinación de diferentes telescopios
Los investigadores han logrado esta extraordinaria cosecha de exoplanetas por la combinación de datos con las observaciones de seguimiento de los telescopios terrestres, incluyendo el Telescopio Gemini Norte y el Observatorio WM Keck en Hawai, el Automated Planet Finder de los Observatorios de la Universidad California, y el gran Telescopio binocular operado por la Universidad de Arizona. Los descubrimientos se publican en línea en el Astrophysical Journal Supplement Series.
Tanto Kepler como su misión K2 descubren nuevos planetas mediante la medición de la disminución sutil en el brillo de una estrella causada por un planeta que pasa por delante de su estrella. La misión inicial Kepler estudió sólo un trozo de cielo en el hemisferio norte, determinando la frecuencia de planetas cuyo tamaño y temperatura podrían ser similares a la Tierra orbitando estrellas similares a nuestro sol. En la asignación extendida de la nave espacial en 2013, perdió capacidad de observar con precisión en su área original, pero se amplio su zona de estudio dando una segunda vida al telescopio, que se está demostrando fructífera para la ciencia.
Al cubrir más cielo, la misión K2 es capaz de observar una mayor fracción de estrellas más frías y pequeñas, de tipo enana roja, que son mucho más comunes en la Vía Láctea que las estrellas similares al Sol.
Para validar candidatos a planetas detectados por K2, los investigadores obtienen imágenes de alta resolución de las estrellas que albergan planetas, así como espectroscopia óptica de alta resolución. Dispersando la luz estelar como a través de un prisma, el espectrógrafo permite a los investigadores inferir las propiedades físicas de una estrella - tales como la masa, el radio y la temperatura - a partir de las cuales se pueden inferir si realmente hay planetas orbitándola.