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Crisis de los refugiados

La dignidad de un nombre para los muertos anónimos del Mediterráneo

  • Casi 3.000 migrantes murieron ahogados en el Mediterráneo durante 2016
  • Parte de los cadáveres se acumulan sin identificar en cementerios y morgues
  • Forenses griegos implementan una base de datos para identificar los cuerpos

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Expertos forenses trabajan para identificar los numerosos cadáveres de migrantes ahogados en el Mediterráneo

Mose, eritreo de 26 años, cruzó el Mediterráneo desde Libia huyendo del servicio militar en su país. Él y su esposa, Yordanos, afrontaron la peligrosa travesía rumbo a Italia el 26 de mayo. Los traficantes libios les pusieron en barcos separados.

Hoy el joven vive en un centro de acogida para migrantes en Roma. Pero Yordanos no tuvo tanta suerte. La precaria embarcación en la que la mujer navegaba se hundió en el Mediterráneo y ahora Mose busca a su pareja, viva o muerta.

"Ella tiene una marca reconocible aquí", señala el migrante eritreo sobre una fotografía de Yordanos reproducida en su teléfono móvil. Amplía la imagen y muestra al periodista un lunar bajo una de las cejas de su mujer. ¿Ayudará este detalle resolver su incertidumbre?.

En Grecia, un grupo de forenses ha decidido crear una base de datos que recoge descripciones de los cadáveres rescatados: tatuajes, marcas corporales, etc., y las coteja con testimonios como el que aporta Mose de su esposa para identificar los cuerpos y para ayudar a los familiares a confirmar el trágico destino de sus seres queridos.

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La identidad de un cadáver sin nombre

"En el proceso de duelo hay mecanismos de negación o duda ante la desaparición de un familiar", explica a RTVE.es el psiquiatra forense, doctor Leopoldo Ortega-Monasterio. La identificación física puede "afirmar el dolor, porque confirma una duda trágica, o puede proporcionar un alivio, aunque doloroso, al ratificar la noticia", añade.

La actual crisis de refugiados ha convertido el Mediterráneo central en la ruta migratoria más peligrosa del mundo y en la cual han perecido desde que empezó el año casi 3.000 personas. La catástrofe deja un caos de tragedias personales y también una lista de cadáveres sin nombre.

Bajo lápidas anónimas, un cementerio provisional en la isla de Lesbos acoge cuerpos de migrantes ahogados y recuperados por los servicios de salvamento. Solo los identifican un número de expediente, la fecha en la que el cadáver fue recuperado, y la supuesta edad del fallecido.

Lugares parecidos se han habilitado en Sicilia o el suroeste de Calabria. Probablemente, los restos de la esposa de Mose reposen bajo una de estas lápidas sin nombre.

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Recoger datos y compartirlos, una práctica posible

"Es un problema complejo, a nivel internacional", explica a Reuters Kathryne Bomberger, directora general de Comisión Internacional de Personas Desaparecidas (ICMP, son sus siglas en inglés). La organización, con base en Alemania, denuncia que no sea una práctica generalizada recoger esta información y que no se comparta entre los países afectados.

Tras 15 días en el mar "después de los cambios en la coloración, los cuerpos se hinchan por la presencia de gases de la putrefacción", explica Ortega-Monasterio, y sufren un "proceso de putrefacción similar al que experimentan en tierra", añade.

Sin embargo, el historial de un dentista, o detalles que solo la descripción de un ser querido puede aportar, son información valiosa para devolver la identidad a los miles de cadáveres que genera esta ola de travesías desesperadas.

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Según el ICMP, estos datos pueden, y deben, recogerse en los países de origen, en los campos de refugiados, o entre aquellos que han logrado construir una nueva vida, en lugares como Alemania o Suecia.

"Estamos preparados para hacerlo, podemos gestionar las bases de datos y ya hay un acuerdo con Italia. Solo necesitamos financiación", explica Bomberger.

Medio centenar de cadáveres identificados

En Grecia, el equipo de la policía forense dirigido por Penélope Miniati ha identificado más de 600 cadáveres. Logros, a pesar de la falta de fondos económicos, como el del niño de seis meses desaparecido en un naufragio con 19 ahogados más en octubre de 2015.

El cuerpo del pequeño fue rescatado dos meses después, a 150 kilómetros del lugar del hundimiento. La policía pudo identificarlo gracias a una muestra de ADN de su padre, un sirio rescatado junto a 139 migrantes de otro naufragio frente a la isla de Kalymnos, en el Egeo.

Al menos tres cuartas partes de las 4.027 muertes de migrantes y refugiados muertos en todo el mundo durante 2016 ocurrieron en el Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). La mayoría tuvieron lugar entre Italia y Libia. Cientos de personas perdieron la vida también en la ruta turco-griega.

"Sin políticas concretas", la "improvisación" ha sido la norma en las acciones sobre el terreno en Italia y Grecia, según la OIM. La organización promueve una colaboración entre el ministerio del Interior y la comisión especial italiana para personas desaparecidas, junto a un laboratorio universitario que aporta de manera gratuita el trabajo forense. El fin es adoptar un protocolo para identificar a las víctimas e informar a los familiares.

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Miembros de la comisión recogen datos de los cuerpos y mueven esta información a través de embajadas y organizaciones humanitarias. Recopilan fotografías proporcionadas por familiares o efectos personales, como cepillos de dientes, que puedan contener ADN. Para identificar un cadáver que ha permanecido meses atrapado bajo el agua, cualquier detalle puede ser crucial.

"Es lo menos que podemos hacer por ellos", subraya Miniati. La policía forense recuerda que durante las migraciones de griegos en los años 50 y 60 a EE.UU. o Australia, huyendo de la pobreza, las familias se separaban, perdiendo el contacto entre sus miembros durante el viaje. "Somos griegos, también hemos emigrado y algunos de nosotros perdimos gente durante el viaje".

Para Mose, que no ha facilitado su nombre verdadero por temor a represalias en su país, conocer el paradero de su mujer cerrará un capítulo necesario. "Si puedo encontrar su cuerpo, podré hallar algo de paz", confiesa. Y sentencia: "Si mi hijo pregunta dónde está su madre, al menos podré decirle dónde está enterrada".