Madrid se vuelve un thriller sucio en 'Que Dios nos perdone'
- Rodrigo Sorogoyen presenta en San Sebastián su segunda película
- Antonio de la Torre y Roberto Álamo son dos policías extremos tras un asesino en serie
- RTVE.es entrevista al director y a los actores
En una suite del Hotel María Cristina, Antonio de la Torre y Roberto Álamo bromean sobre abandonar su jornada de entrevistas al enterarse de que Monica Bellucci se encuentra haciendo las suyas dos pisos más abajo. Además de compañeros de reparto son grandes amigos y como tales disfrutan la promoción de Que Dios nos perdone, la película con la que el director Rodrigo Sorogoyen compite en el Festival de San Sebastián.
El thriller y cine negro es denominador común de muchas cintas españolasen el certamen durante los últimos años: desde No habrá para los malvados (2011) o La isla mínima (2014), hasta, en cierta medida, Caníbal (2013) y Magical Girl (2014). Tras el cínico retrato de las cloacas del estado de El hombre de las mil caras, este año quedaba por ver Que Dios nos perdone, con la que Sorogoyen salta del lowcost de Stockholm a una potente producción española.
El guión coloca a dos policías (Antonio de la Torre y Roberto Álamo) tras un asesino y violador de ancianas en serie durante el verano de 2011 en Madrid, coincidiendo con la visita del papa y un millón de peregrinos de todo el mundo. “Tras Stockholm, buscamos que nos produjeran un thriller con dos aspectos diferenciadores: situarlo en medio de la invasión de los peregrinos y, dos, que fuera un thriller de personajes”, define el director y guionista.
No solo con el JMJ, la iglesia y el catolicismo impregna parte de la trama atmósfera de la cinta. Aunque Sorogoyen deja claro que no se trata de una película “antieclesiástica”, late una extrañamiento crítico hacia la apertura de la ciudad “ya que España es un estado aconfesional”.
Pero Que Dios nos perdone no es cine negro como vehículo de crítica sovcal, sino un ejercicio de género puro: pareja de policías y serial killer. Seven es un referente obvio y, como en la cinta de la David Fincher, se esconden los giros finales con la ausencia en la promoción y en los títulos de crédito del actor y personaje clave de una trama con algunos vericuetos demasiado forzados.
Su mayor virtud es capturar un realismo feo, sucio, sudoríparo y cañí en un asfixiante verano en el centro de Madrid. Y también la oportunidad de lucimiento de dos actores tan intensos y entregados a la verdad como Álamo y De la Torre. En cierta medida, los dos desarrollan arquetipos ya presentes en su carrera cinematográfica y teatral.
De la Torre es un introvertido y meticuloso agente de homicidios con graves dificultades para socializarse debido a su tartamudez. “Para no hacer una caricatura, no me hubiera atrevido a interpretarlo sin estar asesorado por especialistas ”, explica el actor. “Se calcula que el 1 o 2% de la población de España es disfémica. En la Asociación español de la tartamudez me lo explicaron así: esto no va de tartamudear, va de vivir con la dificultad y angustia de ni poder expresarse”.
Álamo, su compañero, es su contraste. “Un tipo con una pulsión muy violenta, con mucha rabia, que tiene gran facilidad para comunicarse y es muy expansivo, pero tiene una gran dificultad para expresarse como hombre con mayúsculas, que es con el corazón”, dice el intérprete.
Así, la película oscila entre la pura trama policial y las dificultades personales de ambos personajes. Pero su mayor sorpresa es el cambio de registro de Sorogoyen, con una primera hora en la que atrapa la realidad con una cámara nerviosa de grandes angulares. “Es muy aburrido hacer lo mismo otra vez, me obsesionaba el estilo para contar la película. Más adelante el estilo se suaviza porque era una forma de estilizar la violencia”, explica.
Que Dios nos perdone es tan solamente género que su presencia extraña en una sección oficial de un festival, pero seguramente esté muy presente en la próxima edición de los Goya. “Es verdad que en España se hace muy buen género como thriller o terror, pero también son coincidencias. Simplemente creo que se hace muy buen cine”, remata el director.