'Vientos de La Habana', un policíaco con "la gloria e infierno" de una generación detrás
- San Sebastián estrena la adaptación de Mario Conde, el detective creado por Leonardo Padura
- Jorge Perrugoría, Juana Acosta y Mariam Hernández protagonizan la cinta
- RTVE.es entrevista al escritor cubano, Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015
- Estrenamos un clip de la película, que se estrena el próximo 30 de septiembre
La encarnación del detective Mario Conde se proyecta en las pantallas de San Sebastián. La creación del novelista cubano Leonardo Padura protagoniza Vientos de La Habana, con Jorge Perrugoría como el sensible, desordenado, alcohólico y melancólico policía que recorre La Habana investigando el asesinato de una joven profesora.
Félix Viscarret dirige una cinta (con la participación de RTVE en la producción) protagonizada también por Juana Acosta y Mariam Hernández, llegará a las salas en 30 de septiembre. El estreno en cine será solo el comienzo: más adelante se emitirán en TVE la serie de cuatro adaptaciones de Padura: Vientos de la Habana, Pasado Perfecto, Máscaras y Paisaje de Otoño.
Padura asiste al festival para comprobar que el largo proceso (la primera vez que contactaron para adaptarle fue en 1999) finalmente se consuma. Los sucesivos proyectos que se caían siempre tenían a Jorge Perrugoría como Mario Conde. Tantas veces sucedió, que Padura reconoce que llegaba a imaginar el rostro del actor cubano cuando escribía las últimas novelas de la serie.
“Sí así fue, aunque nunca describí a Conde: es un cubano que puede ser blanco, negro, con el pelo liso o rizado”, afirma el escritor en una entrevista para RTVE.es. en la que concede todo el mérito de la adaptación a su mujer, Lucía López Coll, coguionista de la película y al director Félix Viscarret por capturar la atmósfera de La Habana.
Cuando el año pasado recogió el premio Princesa de Asturias de las Letras, el escritor dedicó el premio (entre otros) a Mario Conde. No era un brindis al sol.
“Para mí, Mario Conde ha sido la manera de comunicarme con mis lectores, con mi sociedad, con el entorno. Por eso no le he abandonado, ha tenido la capacidad de permitirme, de manera muy visceral, hacer una reflexión de la sociedad que esencialmente tiene lecturas humanas, aunque también es una lectura política”, sostiene.
Esa lectura política se canaliza como siempre en el encuentro de Conde y sus amigos (“sin sus amigos, Conde se cortaría las venas en la página 25”, dice), con esas tertulias de terrazas y azoteas que destilan el desencanto de toda una generación. O como dice un personaje: “somos la generación jodida”. Una versión reducida de lo que sucedía en la espléndida colaboración del novelista con el cineasta Laurent Cantet en la reciente Regreso a Ítaca.
“Soy una persona con un fuerte sentido de pertenencia a una cultura, un contexto y una nacionalidad, que es la cubano. Y mi mirada a ese proceso cubano tan peculiar de los últimos 60 años, es desde un punto de vista generacional. Ocurría en Regreso a Ítaca y no podía dejar de estar aquí: Conde es mi manera de hacer posible la gloria y el infierno de una generación, porque la generación que ha vivido todo el proceso revolucionario tuvo todos los beneficios y ha sufrido todas las derrotas”, concluye.